Asia se lanza al rearme
Georgina Higueras, El País
La emergencia económica y política del continente asiático ha traído también una carrera armamentista que amenaza con desestabilizar una zona en la que siguen existiendo fronteras sin delimitar. El ataque de Corea del Norte a la isla surcoreana de Yeonpyeong el martes es la punta del iceberg de los conflictos latentes en una región con gran profusión de armas nucleares. El régimen de Pyongyang dispone de entre 6 y 12 cabezas atómicas y ha revelado que tiene un programa de enriquecimiento de uranio que puede multiplicar su arsenal. Seúl, mientras, ha anunciado su intención de dotarse de los más modernos bombarderos norteamericanos para hacer frente a la amenaza de su vecino del Norte.
El último exponente de esta carrera se produjo esta madrugada cuando EE UU y Corea del Sur iniciaron unas maniobras navales en el Mar Amarillo. China había expresado su disconformidad acerca de estos ejercicios y Corea del Norte advirtió que las consecuencias serían "imprevisibles".
Pero ese no es el único terreno de conflicto en la zona. El respaldo del presidente Barack Obama a India para la transferencia de tecnología susceptible de uso militar y el concurso por el que Nueva Delhi planea gastar 8.000 millones de euros en 126 cazas en Estados Unidos, Europa o Rusia echa leña al fuego de la carrera armamentista desatada en los últimos años. China considera que las "relaciones estratégicas" entre Washington y Nueva Delhi, tras la firma del acuerdo nuclear de 2008, reflejan el empeño estadounidense por cercarla y frenar su influencia en Asia. Esto alienta el interés de Pekín por modernizar sus Fuerzas Armadas y dotarlas del armamento adecuado a su condición de gran potencia.
Pero el rearme chino se observa con gran desconfianza por los países de su entorno, en los que todos compiten por reunir un mayor arsenal. Según un informe del Instituto Internacional para la Paz de Estocolmo (SIPRI), la transferencia de armas hacia el sureste asiático entre 2005 y 2009 se "incrementó drásticamente".
Las importaciones de armamento crecieron en Indonesia un 74%; en Singapur, un 146%, y en Malasia, el 722%. A estos países se ha sumado recientemente Vietnam, que a finales de 2009 ordenó la compra en Rusia de seis submarinos y 12 aviones de combate por un importe de más de 2.100 millones de euros. Además, Hanoi firmó en junio un acuerdo nuclear con Washington.
Según señala por teléfono desde Estocolmo Siemon Wezeman, experto en Asia del SIPRI, este despliegue armamentista "amenaza con desestabilizar la zona", aunque no exista riesgo de guerra abierta. Para Wezeman, el mar del Sur de China es especialmente volátil, por las reivindicaciones de Vietnam, Malasia, Indonesia y Filipinas sobre distintos islotes, lo que mantiene sin delimitar las fronteras marítimas con China.
La industria armamentista ha esquivado la crisis gracias a los clientes asiáticos. Indonesia ha recibido los últimos seis cazas del contrato firmado con Rusia por 215 millones de euros. Malasia se ha gastado 7.000 millones en dos submarinos franco-españoles. Tailandia ya tiene los primeros blindados de los 96 comprados a Ucrania por 90 millones de euros, además de seis cazas y dos aviones comprados en Suecia. Y Singapur también compró en Suecia -aún no los tiene- otros dos submarinos de ataque. Esta enorme cantidad de submarinos -Indonesia estudia su adquisición- revela hasta qué punto las aguas del mar del Sur de China se pueden incendiar.
Vietnam no oculta su malestar por lo que tacha de "hegemonía" china en ese mar y, entre dos enemigos -el vecino e histórico y el lejano y circunstancial- ha optado por el que tiene a más distancia. En agosto pasado, el portaviones nuclear USS George Washington surcó las aguas vietnamitas para festejar el 15º aniversario de la normalización de relaciones entre Washington y Hanoi. Este acercamiento forma parte de lo que China tacha de "cerco", en el que destacan Corea del Sur y Japón, países visitados por Obama en la reciente gira que le llevó también a India e Indonesia.
Hasta ahora, no hay presencia naval china en el Índico, pero la reciente decisión de India de dotarse de seis submarinos -contrato en el que concursa la española Navantia- refleja la precaución india frente al eventual expansionismo chino en un océano que considera su área de influencia.
Aunque las relaciones entre las dos potencias asiáticas han mejorado en los últimos años, la desconfianza persiste. Pekín vería con malos ojos que Nueva Delhi se decantara en el contrato de los 126 cazas por los F-16 y F-18 norteamericanos. Además, India acaba de eliminar obstáculos para que las empresas estadounidenses comiencen a construir en el país asiático las centrales nucleares que necesita con urgencia para impulsar su desarrollo de gran potencia.
La emergencia económica y política del continente asiático ha traído también una carrera armamentista que amenaza con desestabilizar una zona en la que siguen existiendo fronteras sin delimitar. El ataque de Corea del Norte a la isla surcoreana de Yeonpyeong el martes es la punta del iceberg de los conflictos latentes en una región con gran profusión de armas nucleares. El régimen de Pyongyang dispone de entre 6 y 12 cabezas atómicas y ha revelado que tiene un programa de enriquecimiento de uranio que puede multiplicar su arsenal. Seúl, mientras, ha anunciado su intención de dotarse de los más modernos bombarderos norteamericanos para hacer frente a la amenaza de su vecino del Norte.
El último exponente de esta carrera se produjo esta madrugada cuando EE UU y Corea del Sur iniciaron unas maniobras navales en el Mar Amarillo. China había expresado su disconformidad acerca de estos ejercicios y Corea del Norte advirtió que las consecuencias serían "imprevisibles".
Pero ese no es el único terreno de conflicto en la zona. El respaldo del presidente Barack Obama a India para la transferencia de tecnología susceptible de uso militar y el concurso por el que Nueva Delhi planea gastar 8.000 millones de euros en 126 cazas en Estados Unidos, Europa o Rusia echa leña al fuego de la carrera armamentista desatada en los últimos años. China considera que las "relaciones estratégicas" entre Washington y Nueva Delhi, tras la firma del acuerdo nuclear de 2008, reflejan el empeño estadounidense por cercarla y frenar su influencia en Asia. Esto alienta el interés de Pekín por modernizar sus Fuerzas Armadas y dotarlas del armamento adecuado a su condición de gran potencia.
Pero el rearme chino se observa con gran desconfianza por los países de su entorno, en los que todos compiten por reunir un mayor arsenal. Según un informe del Instituto Internacional para la Paz de Estocolmo (SIPRI), la transferencia de armas hacia el sureste asiático entre 2005 y 2009 se "incrementó drásticamente".
Las importaciones de armamento crecieron en Indonesia un 74%; en Singapur, un 146%, y en Malasia, el 722%. A estos países se ha sumado recientemente Vietnam, que a finales de 2009 ordenó la compra en Rusia de seis submarinos y 12 aviones de combate por un importe de más de 2.100 millones de euros. Además, Hanoi firmó en junio un acuerdo nuclear con Washington.
Según señala por teléfono desde Estocolmo Siemon Wezeman, experto en Asia del SIPRI, este despliegue armamentista "amenaza con desestabilizar la zona", aunque no exista riesgo de guerra abierta. Para Wezeman, el mar del Sur de China es especialmente volátil, por las reivindicaciones de Vietnam, Malasia, Indonesia y Filipinas sobre distintos islotes, lo que mantiene sin delimitar las fronteras marítimas con China.
La industria armamentista ha esquivado la crisis gracias a los clientes asiáticos. Indonesia ha recibido los últimos seis cazas del contrato firmado con Rusia por 215 millones de euros. Malasia se ha gastado 7.000 millones en dos submarinos franco-españoles. Tailandia ya tiene los primeros blindados de los 96 comprados a Ucrania por 90 millones de euros, además de seis cazas y dos aviones comprados en Suecia. Y Singapur también compró en Suecia -aún no los tiene- otros dos submarinos de ataque. Esta enorme cantidad de submarinos -Indonesia estudia su adquisición- revela hasta qué punto las aguas del mar del Sur de China se pueden incendiar.
Vietnam no oculta su malestar por lo que tacha de "hegemonía" china en ese mar y, entre dos enemigos -el vecino e histórico y el lejano y circunstancial- ha optado por el que tiene a más distancia. En agosto pasado, el portaviones nuclear USS George Washington surcó las aguas vietnamitas para festejar el 15º aniversario de la normalización de relaciones entre Washington y Hanoi. Este acercamiento forma parte de lo que China tacha de "cerco", en el que destacan Corea del Sur y Japón, países visitados por Obama en la reciente gira que le llevó también a India e Indonesia.
Hasta ahora, no hay presencia naval china en el Índico, pero la reciente decisión de India de dotarse de seis submarinos -contrato en el que concursa la española Navantia- refleja la precaución india frente al eventual expansionismo chino en un océano que considera su área de influencia.
Aunque las relaciones entre las dos potencias asiáticas han mejorado en los últimos años, la desconfianza persiste. Pekín vería con malos ojos que Nueva Delhi se decantara en el contrato de los 126 cazas por los F-16 y F-18 norteamericanos. Además, India acaba de eliminar obstáculos para que las empresas estadounidenses comiencen a construir en el país asiático las centrales nucleares que necesita con urgencia para impulsar su desarrollo de gran potencia.