El Pentágono permanece en alerta

Washington, El País
Irak es una guerra que difícilmente puede ser menos popular. La filtración por parte de Wikileaks de documentos que revelan miles de muertes de civiles y, sobre todo, la pasividad de altos mandos estadounidenses ante los abusos a prisioneros que protagonizaron soldados y policías iraquíes no hace las cosas precisamente más fáciles. Consciente de que el daño para su imagen es ya insalvable, Estados Unidos mide ahora con ojos de estratega los efectos de la revelación documental. El Pentágono teme ante todo que los casi 400.000 archivos desclasificados comprometan la seguridad de sus tropas. Por ello lleva ya varios días intentando anticipar el golpe que pueden significar para sus efectivos militares las revelaciones de la organización de Assange.

El Departamento de Defensa ha expresado en un comunicado que condena la revelación de la información. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha atacado también "en los términos más claros posibles" cualquier filtración de documentos que "pongan en peligro vidas estadounidenses o de sus aliados". En una comparecencia junto asu colega paquistaní, Mahmood Qureshi, ha afirmado que perseguirá cualquier revelación de datos "que amenace nuestra seguridad o la seguridad nacional de aquellos con los que trabajamos".

Según el portavoz del Pentágono, Geoff Morrell, no se harán "más comentarios". El Pentágono también ha insistido en que la fotografía que aportan los documentos filtrados por Wikileaks no representa la historia completa de lo sucedido en Irak sino tan solo "retazos de sucesos, trágicos y mundanos".

El Pentágono, en alerta

El Departamento de Defensa de EE UU llevaba días preparándose para la nueva filtración: un equipo de 120 personas trabajaba para descubrir con antelación los archivos que podrían formar parte de los papeles de Irak. Horas antes, el portavoz del Pentágono, Dave Lapan, había afirmado que el Departamento ya tenía identificados los archivos y, a pesar de minimizar la importancia de su eventual publicación, reconoció que podían suponer "una amenaza para las tropas o los iraquíes que han cooperado".

Los responsables de la OTAN comparten el mismo temor. Antes de la filtración, el jefe de la alianza, Anders Fogh Rasmussen, había afirmado que esta podía tener "unas implicaciones muy negativas para la seguridad", según la BBC.

La publicación de los nombres de civiles afganos y colaboradores de la coalición internacional en Afganistán fue uno de los principales motivos de críticas contra Wikileaks tras la másiva divulgación de archivos de julio. Cinco ONG, entre ellas Amnistía Internacional que en 2009 premió a la organización por publicar documentos sobre las matanzas de Kenia, pidieron que se borraran los nombres de los afganos que podían ser víctimas de represalia.

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