Aumentan los ataques homófobos en EE UU
La mayor visibilidad del colectivo crea rechazo entre los sectores más conservadores del país
Washington, El País
Debería ser un momento relativamente esperanzador para el colectivo gay de Estados Unidos. No solo una juez ha declarado inconstitucional la ley que prohíbe a los gais manifestar su sexualidad en el Ejército; también el matrimonio homosexual es legal en cinco Estados, hay un empate técnico en las encuestas entre entre defensores y detractores de esas uniones, y el presidente Barack Obama firmó el año pasado una ley que equipara homofobia y racismo. Pero esos avances, conseguidos después de tres décadas de activismo, se han visto amenazados en las pasadas semanas por un aumento de la violencia contra los gais y por el uso de la homofobia como arma política.
La aceptación tiene consecuencias desagradables. Por primera vez, según una encuesta del centro Pew, un 42% de estadounidenses apoya el matrimonio gay, frente al 48% que lo rechaza. Pero según los expertos, esa mayor aceptación crea más visibilidad, y con ella, sobrevienen más ataques. "El número de personas con opiniones discriminatorias contra los gais está decreciendo dramáticamente en EE UU", opina Nicholas Sakurai, director asociado de la oficina de Igualdad de Gais, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales de la Universidad de Maryland, "pero el número de incidentes de agresión conocidos por la opinión pública está creciendo, en parte debido a una mayor visibilidad".
Para los políticos ultraconservadores, los gais son un objetivo rentable. El último en unirse a esa campaña ha sido el candidato republicano al Gobierno de Nueva York, Carl Paladino. El pasado 10 de octubre, dijo: "No toleraré que les laven el cerebro a los niños para que crean que la homosexualidad es una opción válida y exitosa. No lo es". Al verter esas críticas, de las que ya se ha retractado, Paladino ignoró que, una semana antes, en el barrio del Bronx una banda latina torturó y violó con palos a tres personas. Lo hicieron porque tenían sospechas de que un candidato a pandillero, de 17 años, había mantenido relaciones homosexuales con otro hombre, de 30 años.
El 22 de septiembre, Tyler Clementi, de 18 años, saltó al río Hudson en Nueva Jersey después de sufrir el acoso de su compañero de habitación en la Universidad de Rutgers. El acosador, que fue detenido, emitió en Internet los encuentros íntimos de Clementi con otro hombre. Suicidios como ése, en aumento en los últimos meses, han provocado una campaña de apoyo de artistas e intelectuales de EE UU que están emitiendo vídeos en YouTube bajo el lema 'Las cosas mejorarán'.
"Paladino pone en riesgo las vidas de las lesbianas, los gais, los bisexuales y los transexuales", asegura el presidente de la asociación gay GLAAD, Jarrett Barrios. "De hecho, crea un clima que facilita incidentes como los brutales ataques homófobos en Nueva York y los acosos contra los gais que han provocado numerosos suicidios adolescentes en el pasado mes".
Las declaraciones del candidato republicano, sin embargo, expresan la opinión de una buena parte del movimiento ultraconservador del Tea Party, que pugna por una reducción de la intervención gubernamental, pero que a la vez ve con buenos ojos que el Congreso actúe para prohibir esas uniones. En el mismo sentido se ha pronunciado el senador por Carolina del Sur Jim DeMint, que el pasado uno de octubre dijo que prohibiría que los gais sean profesores. La candidata a senadora Sharron Angle, de Nevada, ha pedido que se ilegalicen las adopciones por parte de homosexuales.
Estos ataques han sorprendido al mayor lobby gay del país, Human Rights Campaign (HRC), con el paso cambiado. El nueve de octubre celebró su gala anual en Washington. Homenajeó a la cantante pop Pink, contó con un breve discurso de Ricky Martin -que recientemente admitió su homosexualidad-, y su presidente, Joe Solmonese, habló de "normalidad" y "aceptación" y anunció su nueva maniobra política: acudiría a entregar 150.000 dólares a los líderes de la iglesia mormona para que retiren su condena doctrinal de la homosexualidad.
"No puedo recordar nada que HRC haya hecho para combatir estos ataques homófobos", asegura el activista demócrata gay Lane Hudson, que en el pasado reveló la homosexualidad de varios congresistas ultras. "En lugar de esa entrega de firmas me gustaría ver a Solmonese luchando contra los candidatos homófobos". HRC, sin embargo, se ve en la posición de ser un lobby interlocutor de Obama, con un considerable poder en Washington, pero, según diversos analistas, carente del interés o los medios para combatir los pequeños ataques y las pequeñas agresiones que torturan a miles de gais.
Washington, El País
Debería ser un momento relativamente esperanzador para el colectivo gay de Estados Unidos. No solo una juez ha declarado inconstitucional la ley que prohíbe a los gais manifestar su sexualidad en el Ejército; también el matrimonio homosexual es legal en cinco Estados, hay un empate técnico en las encuestas entre entre defensores y detractores de esas uniones, y el presidente Barack Obama firmó el año pasado una ley que equipara homofobia y racismo. Pero esos avances, conseguidos después de tres décadas de activismo, se han visto amenazados en las pasadas semanas por un aumento de la violencia contra los gais y por el uso de la homofobia como arma política.
La aceptación tiene consecuencias desagradables. Por primera vez, según una encuesta del centro Pew, un 42% de estadounidenses apoya el matrimonio gay, frente al 48% que lo rechaza. Pero según los expertos, esa mayor aceptación crea más visibilidad, y con ella, sobrevienen más ataques. "El número de personas con opiniones discriminatorias contra los gais está decreciendo dramáticamente en EE UU", opina Nicholas Sakurai, director asociado de la oficina de Igualdad de Gais, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales de la Universidad de Maryland, "pero el número de incidentes de agresión conocidos por la opinión pública está creciendo, en parte debido a una mayor visibilidad".
Para los políticos ultraconservadores, los gais son un objetivo rentable. El último en unirse a esa campaña ha sido el candidato republicano al Gobierno de Nueva York, Carl Paladino. El pasado 10 de octubre, dijo: "No toleraré que les laven el cerebro a los niños para que crean que la homosexualidad es una opción válida y exitosa. No lo es". Al verter esas críticas, de las que ya se ha retractado, Paladino ignoró que, una semana antes, en el barrio del Bronx una banda latina torturó y violó con palos a tres personas. Lo hicieron porque tenían sospechas de que un candidato a pandillero, de 17 años, había mantenido relaciones homosexuales con otro hombre, de 30 años.
El 22 de septiembre, Tyler Clementi, de 18 años, saltó al río Hudson en Nueva Jersey después de sufrir el acoso de su compañero de habitación en la Universidad de Rutgers. El acosador, que fue detenido, emitió en Internet los encuentros íntimos de Clementi con otro hombre. Suicidios como ése, en aumento en los últimos meses, han provocado una campaña de apoyo de artistas e intelectuales de EE UU que están emitiendo vídeos en YouTube bajo el lema 'Las cosas mejorarán'.
"Paladino pone en riesgo las vidas de las lesbianas, los gais, los bisexuales y los transexuales", asegura el presidente de la asociación gay GLAAD, Jarrett Barrios. "De hecho, crea un clima que facilita incidentes como los brutales ataques homófobos en Nueva York y los acosos contra los gais que han provocado numerosos suicidios adolescentes en el pasado mes".
Las declaraciones del candidato republicano, sin embargo, expresan la opinión de una buena parte del movimiento ultraconservador del Tea Party, que pugna por una reducción de la intervención gubernamental, pero que a la vez ve con buenos ojos que el Congreso actúe para prohibir esas uniones. En el mismo sentido se ha pronunciado el senador por Carolina del Sur Jim DeMint, que el pasado uno de octubre dijo que prohibiría que los gais sean profesores. La candidata a senadora Sharron Angle, de Nevada, ha pedido que se ilegalicen las adopciones por parte de homosexuales.
Estos ataques han sorprendido al mayor lobby gay del país, Human Rights Campaign (HRC), con el paso cambiado. El nueve de octubre celebró su gala anual en Washington. Homenajeó a la cantante pop Pink, contó con un breve discurso de Ricky Martin -que recientemente admitió su homosexualidad-, y su presidente, Joe Solmonese, habló de "normalidad" y "aceptación" y anunció su nueva maniobra política: acudiría a entregar 150.000 dólares a los líderes de la iglesia mormona para que retiren su condena doctrinal de la homosexualidad.
"No puedo recordar nada que HRC haya hecho para combatir estos ataques homófobos", asegura el activista demócrata gay Lane Hudson, que en el pasado reveló la homosexualidad de varios congresistas ultras. "En lugar de esa entrega de firmas me gustaría ver a Solmonese luchando contra los candidatos homófobos". HRC, sin embargo, se ve en la posición de ser un lobby interlocutor de Obama, con un considerable poder en Washington, pero, según diversos analistas, carente del interés o los medios para combatir los pequeños ataques y las pequeñas agresiones que torturan a miles de gais.