¿Tarifa plana en la Red? Ahora ondulada
Madrid, El País
Internet comenzó siendo un restaurante a la carta. Era caro y casi nadie entraba. Luego se convirtió en un bufé. Los clientes pagan una cantidad fija y se conectan todo el tiempo que quieren. Solo en España hay 10,1 millones de líneas. Ahora ese sistema de tarifas está en entredicho en la banda ancha fija (ADSL y cable). Y lo peor es que en el móvil, donde nunca han existido tarifas planas como tales, la batalla se da por perdida antes de comenzar.
Los pocos operadores que no ponían límites a sus mejores clientes, como AT&T, los han impuesto justo cuando hay una explosión de tráfico por Internet móvil gracias a los teléfonos inteligentes, los miniportátiles o las tabletas.
Los operadores parecen a favor de volver a la fórmula de que pague más el que más use la Red o, al menos, para que se reabra ese debate hibernado ante el aumento exponencial del número de abonados y la rentabilidad del negocio que se ha hecho sobre la antigua red del par de cobre. En España, las declaraciones de Julio Linares, consejero delegado de Telefónica, abogando por "tarifas flexibles y segmentadas" adecuadas al consumo de los abonados han puesto en alerta a miles de usuarios. Más aún cuando han sido, de forma más o menos precisa, respaldadas por operadores como Vodafone, Orange o Yoigo. Otros, como Jazztel, se han desmarcado.
El debate no es solo teórico. La filial de Telefónica en Reino Unido, O2, ha decidido restringir todos sus planes de tarifas planas de banda ancha en el hogar. Los límites son de dos tipos: uno de descarga de 20 GB (gigabytes), o la introducción de una cláusula de "política de uso razonable" que permite incluso cortar el acceso a los abonados que hagan un uso abusivo del servicio, por ejemplo, mediante descargas masivas de archivos. En realidad, bajo esa cláusula se esconden también límites de descarga, de 100 GB y 250 GB, respectivamente, para los planes de tarifas más caros (The all rounder y The works) pensados para usuarios intensivos.
El pago por el uso, que a primera vista es lógico -también pagan más los que más agua o luz gastan-, tiene el inconveniente de que el abonado no es consciente de su consumo, de si ha descargado tres o cinco gigas, ni cuenta con medios para controlarlo. Eliminar la tarifa plana podría ocasionar facturas desorbitadas como las que causaban los números de tarificación adicional o por el uso del móvil en el extranjero.
"La tarifa plana ha sido fundamental porque el usuario quiere tener la certeza de lo que va a pagar", dice Enrique García, portavoz de OCU. "Si se establece una cláusula de uso razonable supondría una modificación para los contratos, y el usuario tendría derecho a rescindirlo. En cuanto a los nuevos contratos, si de lo que se trata es de que los planes supongan una sensible reducción de precios para determinados tipos de usuarios, perfecto. Pero si lo que en realidad quieren es limitar las tarifas, vamos a mirar con lupa cualquier cláusula, porque puede atentar contra la libre competencia, y estamos dispuestos a ir a los tribunales", añade.
En España, Telefónica y el resto de operadores que ofrecen banda ancha fija (Vodafone, Orange, Jazztel y los de cable) se han apresurado a señalar que no existe un plan a corto plazo para limitar el ADSL o al cable. Aunque en el móvil también existe el consenso de que sería "insostenible" una tarifa plana por motivos técnicos. El problema se agrava porque la banda ancha móvil será en unos pocos años la primera vía de acceso a Internet.
AT&T daba el aviso de lo que va a pasar. El 7 de junio anunciaba la eliminación de sus planes de tarifa plana de datos de móvil en EE UU. La utilización de smartphones como el iPhone estaba colapsando su red en urbes como San Francisco y Nueva York. La solución, cobrar más: 25 dólares al mes (19 euros) por 2 GB y 10 dólares (7,7 euros) por cada gigabyte adicional.
En España, todos los operadores de móvil tienen limitadas sus tarifas de datos, puesto que a partir de un cierto volumen de descarga mensual se reduce la velocidad a mínimos. Ello no les impide publicitarlas como tarifas planas, aunque en el argot se conocen irónicamente como "onduladas". Las más populares, con velocidades teóricas de hasta 7 Mbps (nunca se alcanzan), cuestan alrededor de 19 euros al mes más IVA. Así la Tarifa Plana Internet Mini de Movistar (19 euros/mes) tiene un límite de 500 Mb, el mismo que la Tarifa Plana Internet Smartphone de Vodafone (19,9 euros), mientras que la Tarifa Internet Everywhere de Orange (19 euros) pone la barrera en 1 GB.
Con estas capacidades, lo que es evidente es que la banda ancha móvil no sustituirá a la fija en mucho tiempo. Las descargas de vídeos -el principal motivo de la saturación de la Red- con los nuevos formatos lo hacen inviable. Pero incluso los límites que se barajan para el ADSL y el cable pueden resultar un problema para los usuarios intensivos. Una película en alta definición puede pesar entre 5 y 10 GB, frente al mega que pesan en formato normal Divx. Por eso, confiar en la promesa de que en España no va a pasar lo que en Reino Unido en la banda ancha fija es muy aventurado.
La posición es casi unánime a la hora de señalar que Internet móvil siempre estará restringido. Máxime cuando se espera una explosión de tráfico por los smartphones, cuyas funcionalidades (e-mail, navegación, vídeos) consumen mucho ancho de banda. En 2009 se vendieron 172 millones en todo el mundo y representan el 15,5% del total. En el primer semestre de este año las ventas han aumentado un 50%, y para dentro de dos años representarán ya la mitad de los terminales. Paralelamente, la venta de aplicaciones de tiendas online como App Store o Android Market (3.900 millones de descargas en seis meses) también colapsan la Red.
"En España, para la introducción de la banda ancha móvil, se optó por un modelo de tráfico ilimitado con reducción de velocidad. En otros países, se lanzaron propuestas con descargas ilimitadas, y ahora, a la vista del crecimiento de tráfico, han tenido que introducir límites", señala Isaac Hernández, director de Banda Ancha de Vodafone España. "El modelo español está mejor preparado para gestionar los niveles de demanda actuales, pero no es previsible que dado el crecimiento exponencial de la demanda vayan a desaparecer las restricciones en velocidad", dice.
Tampoco los nuevos operadores van a romper esa tendencia. El consejero delegado de Yoigo, Johan Andsjö, lo tiene claro: "Creemos en tarifas sencillas como las tarifas planas, pero esto no significa que tengan que ser ilimitadas. Pensamos que es más justo que los usuarios que quieran consumir más también paguen más". Telefónica apuesta por tarifas "flexibles y segmentadas" para que una mayoría de usuarios, que usa Internet para navegar y mandar e-mails, deje de subvencionar a unos pocos que descargan películas, suben vídeos a YouTube o realizan streaming, según la operadora. Las cifras: el 5% de los abonados de móvil consume un 75% del tráfico (la proporción es de 20-80 en la banda ancha fija).
Luis de Pozo, director de Marketing de Jazztel, estima que la red fija tiene capacidad para mantener la actual estructura de tarifas planas, pero que esta no llegará nunca a la móvil porque presenta el inconveniente de ser un medio compartido -una antena para todos los usuarios-, mientras que en ADSL cada bucle es para un cliente-. "Las capacidades de la red móvil evolucionarán, pero no vamos a poder ver, por ejemplo, una película en el móvil porque tienen una capacidad limitada y no podrían absorber todo el tráfico necesario", señala Del Pozo.
"En caso de que las tarifas planas desaparezcan habría muchos internautas que optarían por las modalidades más económicas y de menor velocidad para navegar y consultar el correo. Por tanto, los operadores deberían evaluar si les interesa seguir captando clientes y soportar los costes derivados del aumento de tráfico o, por el contrario, prefieren contener los gastos y no avanzar", señala Javier Sanz, responsable del portal de Internet ADSLzone.net.
Este debate de la tarifa plana entronca con otro con el que aparentemente no tiene nada que ver: la neutralidad en la Red, la no discriminación de ningún contenido ni de ningún proveedor. Los operadores advierten de que la situación se hará insostenible si los proveedores como Google o Yahoo no contribuyen a mantener la Red pese a que generan 15 veces más tráfico que los ISP que la gestionan, en un escenario en el que el tráfico de datos se ha multiplicado por cinco en cinco años.
El consejero delegado de R Cable, Arturo Dopico, dice que, para asegurar ese tráfico, los operadores tienen que invertir continuamente en redimensionar la Red. Y esa inversión solo puede recuperarse a través de las tarifas de los abonados o de los que llenan la Red con sus contenidos. "Y lo que está claro es que las tarifas no pueden subir -y de hecho así ha pasado en 10 años- porque la gente no está dispuesta a pagar más. Así que lo lógico es que los que obtienen un beneficio de Internet sin invertir nada, casi todos empresas norteamericanas, contribuyan".
La introducción de cláusulas antip2p, que ya utilizan muchos operadores, puede ser solo el primer paso para desarrollar otras discriminaciones. Por ejemplo, que un operador de prioridad a los vídeos de YouTube, si firma un acuerdo comercial con Google. O que, otro, por el contrario, los penalice.
Fórmulas todas ellas que pueden tener un común denominador difícil de asimilar por muchos internautas: el cliente paga más, y el operador elige.
Internet comenzó siendo un restaurante a la carta. Era caro y casi nadie entraba. Luego se convirtió en un bufé. Los clientes pagan una cantidad fija y se conectan todo el tiempo que quieren. Solo en España hay 10,1 millones de líneas. Ahora ese sistema de tarifas está en entredicho en la banda ancha fija (ADSL y cable). Y lo peor es que en el móvil, donde nunca han existido tarifas planas como tales, la batalla se da por perdida antes de comenzar.
Los pocos operadores que no ponían límites a sus mejores clientes, como AT&T, los han impuesto justo cuando hay una explosión de tráfico por Internet móvil gracias a los teléfonos inteligentes, los miniportátiles o las tabletas.
Los operadores parecen a favor de volver a la fórmula de que pague más el que más use la Red o, al menos, para que se reabra ese debate hibernado ante el aumento exponencial del número de abonados y la rentabilidad del negocio que se ha hecho sobre la antigua red del par de cobre. En España, las declaraciones de Julio Linares, consejero delegado de Telefónica, abogando por "tarifas flexibles y segmentadas" adecuadas al consumo de los abonados han puesto en alerta a miles de usuarios. Más aún cuando han sido, de forma más o menos precisa, respaldadas por operadores como Vodafone, Orange o Yoigo. Otros, como Jazztel, se han desmarcado.
El debate no es solo teórico. La filial de Telefónica en Reino Unido, O2, ha decidido restringir todos sus planes de tarifas planas de banda ancha en el hogar. Los límites son de dos tipos: uno de descarga de 20 GB (gigabytes), o la introducción de una cláusula de "política de uso razonable" que permite incluso cortar el acceso a los abonados que hagan un uso abusivo del servicio, por ejemplo, mediante descargas masivas de archivos. En realidad, bajo esa cláusula se esconden también límites de descarga, de 100 GB y 250 GB, respectivamente, para los planes de tarifas más caros (The all rounder y The works) pensados para usuarios intensivos.
El pago por el uso, que a primera vista es lógico -también pagan más los que más agua o luz gastan-, tiene el inconveniente de que el abonado no es consciente de su consumo, de si ha descargado tres o cinco gigas, ni cuenta con medios para controlarlo. Eliminar la tarifa plana podría ocasionar facturas desorbitadas como las que causaban los números de tarificación adicional o por el uso del móvil en el extranjero.
"La tarifa plana ha sido fundamental porque el usuario quiere tener la certeza de lo que va a pagar", dice Enrique García, portavoz de OCU. "Si se establece una cláusula de uso razonable supondría una modificación para los contratos, y el usuario tendría derecho a rescindirlo. En cuanto a los nuevos contratos, si de lo que se trata es de que los planes supongan una sensible reducción de precios para determinados tipos de usuarios, perfecto. Pero si lo que en realidad quieren es limitar las tarifas, vamos a mirar con lupa cualquier cláusula, porque puede atentar contra la libre competencia, y estamos dispuestos a ir a los tribunales", añade.
En España, Telefónica y el resto de operadores que ofrecen banda ancha fija (Vodafone, Orange, Jazztel y los de cable) se han apresurado a señalar que no existe un plan a corto plazo para limitar el ADSL o al cable. Aunque en el móvil también existe el consenso de que sería "insostenible" una tarifa plana por motivos técnicos. El problema se agrava porque la banda ancha móvil será en unos pocos años la primera vía de acceso a Internet.
AT&T daba el aviso de lo que va a pasar. El 7 de junio anunciaba la eliminación de sus planes de tarifa plana de datos de móvil en EE UU. La utilización de smartphones como el iPhone estaba colapsando su red en urbes como San Francisco y Nueva York. La solución, cobrar más: 25 dólares al mes (19 euros) por 2 GB y 10 dólares (7,7 euros) por cada gigabyte adicional.
En España, todos los operadores de móvil tienen limitadas sus tarifas de datos, puesto que a partir de un cierto volumen de descarga mensual se reduce la velocidad a mínimos. Ello no les impide publicitarlas como tarifas planas, aunque en el argot se conocen irónicamente como "onduladas". Las más populares, con velocidades teóricas de hasta 7 Mbps (nunca se alcanzan), cuestan alrededor de 19 euros al mes más IVA. Así la Tarifa Plana Internet Mini de Movistar (19 euros/mes) tiene un límite de 500 Mb, el mismo que la Tarifa Plana Internet Smartphone de Vodafone (19,9 euros), mientras que la Tarifa Internet Everywhere de Orange (19 euros) pone la barrera en 1 GB.
Con estas capacidades, lo que es evidente es que la banda ancha móvil no sustituirá a la fija en mucho tiempo. Las descargas de vídeos -el principal motivo de la saturación de la Red- con los nuevos formatos lo hacen inviable. Pero incluso los límites que se barajan para el ADSL y el cable pueden resultar un problema para los usuarios intensivos. Una película en alta definición puede pesar entre 5 y 10 GB, frente al mega que pesan en formato normal Divx. Por eso, confiar en la promesa de que en España no va a pasar lo que en Reino Unido en la banda ancha fija es muy aventurado.
La posición es casi unánime a la hora de señalar que Internet móvil siempre estará restringido. Máxime cuando se espera una explosión de tráfico por los smartphones, cuyas funcionalidades (e-mail, navegación, vídeos) consumen mucho ancho de banda. En 2009 se vendieron 172 millones en todo el mundo y representan el 15,5% del total. En el primer semestre de este año las ventas han aumentado un 50%, y para dentro de dos años representarán ya la mitad de los terminales. Paralelamente, la venta de aplicaciones de tiendas online como App Store o Android Market (3.900 millones de descargas en seis meses) también colapsan la Red.
"En España, para la introducción de la banda ancha móvil, se optó por un modelo de tráfico ilimitado con reducción de velocidad. En otros países, se lanzaron propuestas con descargas ilimitadas, y ahora, a la vista del crecimiento de tráfico, han tenido que introducir límites", señala Isaac Hernández, director de Banda Ancha de Vodafone España. "El modelo español está mejor preparado para gestionar los niveles de demanda actuales, pero no es previsible que dado el crecimiento exponencial de la demanda vayan a desaparecer las restricciones en velocidad", dice.
Tampoco los nuevos operadores van a romper esa tendencia. El consejero delegado de Yoigo, Johan Andsjö, lo tiene claro: "Creemos en tarifas sencillas como las tarifas planas, pero esto no significa que tengan que ser ilimitadas. Pensamos que es más justo que los usuarios que quieran consumir más también paguen más". Telefónica apuesta por tarifas "flexibles y segmentadas" para que una mayoría de usuarios, que usa Internet para navegar y mandar e-mails, deje de subvencionar a unos pocos que descargan películas, suben vídeos a YouTube o realizan streaming, según la operadora. Las cifras: el 5% de los abonados de móvil consume un 75% del tráfico (la proporción es de 20-80 en la banda ancha fija).
Luis de Pozo, director de Marketing de Jazztel, estima que la red fija tiene capacidad para mantener la actual estructura de tarifas planas, pero que esta no llegará nunca a la móvil porque presenta el inconveniente de ser un medio compartido -una antena para todos los usuarios-, mientras que en ADSL cada bucle es para un cliente-. "Las capacidades de la red móvil evolucionarán, pero no vamos a poder ver, por ejemplo, una película en el móvil porque tienen una capacidad limitada y no podrían absorber todo el tráfico necesario", señala Del Pozo.
"En caso de que las tarifas planas desaparezcan habría muchos internautas que optarían por las modalidades más económicas y de menor velocidad para navegar y consultar el correo. Por tanto, los operadores deberían evaluar si les interesa seguir captando clientes y soportar los costes derivados del aumento de tráfico o, por el contrario, prefieren contener los gastos y no avanzar", señala Javier Sanz, responsable del portal de Internet ADSLzone.net.
Este debate de la tarifa plana entronca con otro con el que aparentemente no tiene nada que ver: la neutralidad en la Red, la no discriminación de ningún contenido ni de ningún proveedor. Los operadores advierten de que la situación se hará insostenible si los proveedores como Google o Yahoo no contribuyen a mantener la Red pese a que generan 15 veces más tráfico que los ISP que la gestionan, en un escenario en el que el tráfico de datos se ha multiplicado por cinco en cinco años.
El consejero delegado de R Cable, Arturo Dopico, dice que, para asegurar ese tráfico, los operadores tienen que invertir continuamente en redimensionar la Red. Y esa inversión solo puede recuperarse a través de las tarifas de los abonados o de los que llenan la Red con sus contenidos. "Y lo que está claro es que las tarifas no pueden subir -y de hecho así ha pasado en 10 años- porque la gente no está dispuesta a pagar más. Así que lo lógico es que los que obtienen un beneficio de Internet sin invertir nada, casi todos empresas norteamericanas, contribuyan".
La introducción de cláusulas antip2p, que ya utilizan muchos operadores, puede ser solo el primer paso para desarrollar otras discriminaciones. Por ejemplo, que un operador de prioridad a los vídeos de YouTube, si firma un acuerdo comercial con Google. O que, otro, por el contrario, los penalice.
Fórmulas todas ellas que pueden tener un común denominador difícil de asimilar por muchos internautas: el cliente paga más, y el operador elige.