Medvédev enseña los dientes y ataca al alcalde de Moscú
Moscú, Agencias
El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, considerado por muchos como el "guardián del trono" para el retorno al Kremlin en 2012 de su antecesor y actual primer ministro, Vladímir Putin, parece decidido a refutar esa tesis al atacar a una de las figuras clave del régimen: al alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov.
Después de más de un decenio de cohesión monolítica en las altas esferas -la llamada "vertical del poder" de Putin- por primera vez los protagonistas ventilan sus disensiones públicamente, en lo que algunos aventuran en ver el comienzo del regreso de la política a Rusia.
Durante los incendios forestales de este verano, Medvédev criticó severamente a Luzhkov por no interrumpir sus vacaciones cuando los más de diez millones de moscovitas sufrían el aire irrespirable de la ciudad por los fuegos en sus inmediaciones.
El alcalde, al timón de la capital hace dieciocho años y cuya esposa, Elena Batúrina, es la mujer más rica de Rusia, con una fortuna de cerca de 1.000 millones de dólares, recibió entonces el respaldo de Putin, quien declaró que había actuado correctamente.
Si bien el rapapolvo público de Medvédev a Luzhkov llamó la atención, ello no fue nada en comparación con el revuelo que levantó un artículo publicado por el alcalde con motivo de la decisión del Kremlin de suspender la tala del bosque de Jimki para un proyecto carretero multimillonario debido a las protestas de ecologistas.
Desde las páginas del gubernamental "Rossíiskaya Gazeta", Luzhkov afirmó que "la situación en la sociedad es extremadamente difícil y el clima moral no se corresponde con las tareas de desarrollo".
El alcalde fue mucho más allá y, a modo de advertencia, recordó que la falta de eficacia del Estado y de nexos entre las autoridades y la sociedad, así como el descrédito de los órganos de poder, "tuvieron un papel no menor, si no mayor," en la desintegración de la Unión Soviética.
Inmediatamente, la Presidencia rusa contraatacó y condenó a quienes en el Ayuntamiento buscan "meter cizaña" entre Medvédev y su primer ministro y ex presidente, que considera la preservación de la integridad del Estado ruso y su recuperación como su principal logro en los diez años que estuvo al frente del Kremlin.
Medvédev respondió ayer a Luzhkov en una conferencia internacional celebrada en la ciudad de Yaroslavl.
"Y ahora el alcalde de Moscú dice que hay una atmósfera muy cargada en la sociedad. No estoy de acuerdo. Los funcionarios o participan en la mejora de las instituciones o se pasan a la oposición", dijo el jefe del Kremlin, quien está facultado por la Constitución para destituir a Luzhkov.
El alcalde, de 73 años y cuyo mandato expira el próximo año, declaró en los pasillos de la misma conferencia que no va a dimitir, pues no ve "motivos para ello"
También la víspera, el canal de televisión NTV emitió un programa de investigación periodística sobre la gestión de Luzhkov, en el que resaltó el favoritismo que gozan en el Ayuntamiento las empresas de su esposa.
"Si Medvédev no destituye a Luzhkov, se convertirá en el hazmerreír de toda Rusia", declaró el ex viceprimer ministro y uno de los líderes del movimiento "Solidarnost", Borís Nemtsov.
Mientras, Putin se mantiene al margen de la disputa entre Medvédev y Luzhkov, que tiene lugar a un año y medio de las próximas elecciones presidenciales rusas, en la que es difícil subestimar el papel del Ayuntamiento de Moscú, tanto por sus recursos administrativos como por su poderío financiero.
Ni el primer ministro ni el presidente han desvelado si presentarán su candidatura para los comicios de 2012: Putin ha dicho que es un tema que tratará con Medvédev más adelante, mientras el actual jefe del Kremlin ha declarado que es algo que dependerá de los resultados de su gestión.
Sin embargo, las últimas actuaciones públicas de ambos parecen inscribirse más en el marco de una abierta campaña electoral, que en la rutina del ejercicio de sus cargos de Estado.
Esta semana, la portavoz de Medvédev, Natalia Timakova, añadió leña al fuego al declarar que el programa de modernización propuesto por el jefe del Kremlin excede los marcos de un mandato presidencial.
El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, considerado por muchos como el "guardián del trono" para el retorno al Kremlin en 2012 de su antecesor y actual primer ministro, Vladímir Putin, parece decidido a refutar esa tesis al atacar a una de las figuras clave del régimen: al alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov.
Después de más de un decenio de cohesión monolítica en las altas esferas -la llamada "vertical del poder" de Putin- por primera vez los protagonistas ventilan sus disensiones públicamente, en lo que algunos aventuran en ver el comienzo del regreso de la política a Rusia.
Durante los incendios forestales de este verano, Medvédev criticó severamente a Luzhkov por no interrumpir sus vacaciones cuando los más de diez millones de moscovitas sufrían el aire irrespirable de la ciudad por los fuegos en sus inmediaciones.
El alcalde, al timón de la capital hace dieciocho años y cuya esposa, Elena Batúrina, es la mujer más rica de Rusia, con una fortuna de cerca de 1.000 millones de dólares, recibió entonces el respaldo de Putin, quien declaró que había actuado correctamente.
Si bien el rapapolvo público de Medvédev a Luzhkov llamó la atención, ello no fue nada en comparación con el revuelo que levantó un artículo publicado por el alcalde con motivo de la decisión del Kremlin de suspender la tala del bosque de Jimki para un proyecto carretero multimillonario debido a las protestas de ecologistas.
Desde las páginas del gubernamental "Rossíiskaya Gazeta", Luzhkov afirmó que "la situación en la sociedad es extremadamente difícil y el clima moral no se corresponde con las tareas de desarrollo".
El alcalde fue mucho más allá y, a modo de advertencia, recordó que la falta de eficacia del Estado y de nexos entre las autoridades y la sociedad, así como el descrédito de los órganos de poder, "tuvieron un papel no menor, si no mayor," en la desintegración de la Unión Soviética.
Inmediatamente, la Presidencia rusa contraatacó y condenó a quienes en el Ayuntamiento buscan "meter cizaña" entre Medvédev y su primer ministro y ex presidente, que considera la preservación de la integridad del Estado ruso y su recuperación como su principal logro en los diez años que estuvo al frente del Kremlin.
Medvédev respondió ayer a Luzhkov en una conferencia internacional celebrada en la ciudad de Yaroslavl.
"Y ahora el alcalde de Moscú dice que hay una atmósfera muy cargada en la sociedad. No estoy de acuerdo. Los funcionarios o participan en la mejora de las instituciones o se pasan a la oposición", dijo el jefe del Kremlin, quien está facultado por la Constitución para destituir a Luzhkov.
El alcalde, de 73 años y cuyo mandato expira el próximo año, declaró en los pasillos de la misma conferencia que no va a dimitir, pues no ve "motivos para ello"
También la víspera, el canal de televisión NTV emitió un programa de investigación periodística sobre la gestión de Luzhkov, en el que resaltó el favoritismo que gozan en el Ayuntamiento las empresas de su esposa.
"Si Medvédev no destituye a Luzhkov, se convertirá en el hazmerreír de toda Rusia", declaró el ex viceprimer ministro y uno de los líderes del movimiento "Solidarnost", Borís Nemtsov.
Mientras, Putin se mantiene al margen de la disputa entre Medvédev y Luzhkov, que tiene lugar a un año y medio de las próximas elecciones presidenciales rusas, en la que es difícil subestimar el papel del Ayuntamiento de Moscú, tanto por sus recursos administrativos como por su poderío financiero.
Ni el primer ministro ni el presidente han desvelado si presentarán su candidatura para los comicios de 2012: Putin ha dicho que es un tema que tratará con Medvédev más adelante, mientras el actual jefe del Kremlin ha declarado que es algo que dependerá de los resultados de su gestión.
Sin embargo, las últimas actuaciones públicas de ambos parecen inscribirse más en el marco de una abierta campaña electoral, que en la rutina del ejercicio de sus cargos de Estado.
Esta semana, la portavoz de Medvédev, Natalia Timakova, añadió leña al fuego al declarar que el programa de modernización propuesto por el jefe del Kremlin excede los marcos de un mandato presidencial.