El pastor integrista amenaza con retomar el plan de quemar coranes
Yolanda Monge, El País
Terry Jones, conocido globalmente y no a su pesar como el pastor que pretendía una quema masiva de copias del Corán el 11-S en Gainesville (Florida), ha reculado, aunque no del todo. En las últimas horas, el jefe de la pequeña iglesia cristiana Dove Outreach Center ha comparecido dos veces para anular y luego dejar en suspenso su polémica demostración de rechazo al islamismo. Primero anunció la cancelación tras recibir una visita de agentes del FBI, tras las presiones del presidente estadounidense, Barack Obama, y la llamada del secretario de Defensa, Robert Gates.
Sin embargo, esa no fue la razón esgrimida por Jones para justificar su decisión. Acompañado de Muhammad Musri, el imán de la Sociedad Islámica de Florida que ha servido de intermediario, Jones apareció ante los medios para explicar que ha cancelado la hoguera porque ha alcanzado un acuerdo con el imán al frente del proyecto de construcción de un centro islámico en la zona cero de Nueva York, el corazón de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Esa es solo la versión de Jones; anoche el imán de Nueva York, Faisal Abdul Rauf, aseguró en un comunicado no haber cruzado una sola palabra con el pastor de Florida.
Jones insistía, sin embargo, en que renunciaba a su idea de quemar ejemplares del Corán porque se entrevistaría mañana sábado con el imán en Nueva York. Pero la credibilidad de Jones es mínima: el hombre porta un revólver del calibre 40 al cinto para exponer sus argumentos; alimenta el fanatismo con más fanatismo; no ha logrado tener más de 50 feligreses en 30 años de vida pastoral y su idea más original ha sido organizar una quema de libros. Las informaciones que no llegaban desde Jones hablaban de otro escenario. Los dueños del terreno y promotores de donde se planea construir el polémico centro islámico negaron que exista una cancelación del proyecto.
Todo ello empujó a Jones a realizar una segunda declaración. "Definitivamente, tenemos que reflexionar y reconsiderar" la cancelación, dijo a la cadena CBS. "Ahora estamos en una situación de limbo, y tenemos que reconsiderar por supuesto nuestra posición", insistió.
Jornada trepidante
Como en toda esta enloquecida crisis, la actitud de Jones carece de sentido. ¿Por qué no declarar ante la prensa que da marcha atrás en su quema de copias del Corán porque le ha llamado el mismísimo secretario de Defensa de EE UU? Al fin y al cabo él mismo solicitó ayer por la mañana que una llamada de la Casa Blanca, el departamento de Estado o el de Defensa, haría que cancelara sus planes. Una posible explicación es que Jones salva la cara ante lo que se había convertido en un problema que amenazaba la seguridad nacional.
El anuncio del pastor llegó ayer por la tarde después de que diversas personalidades le suplicaran que no llevara a cabo la quema de los coranes. El último en hacer público su descontento ante las consecuencias que podría acarrear la quema del libro sagrado de los musulmanes fue el presidente Obama.
"Lo que se puede provocar son graves hechos de violencia en lugares como Pakistán o Afganistán", dijo Obama en una entrevista emitida ayer en el programa Good Morning America de la cadena ABC. "Se incrementará el número de individuos que están dispuestos a inmolarse en ciudades estadounidenses o europeas". No llamó Obama pero si el hombre al frente del Ejército más poderoso del mundo.
Entre medias, en una jornada cargada de declaraciones sobre el tema, apareció la propuesta de Donald Trump. En medio de los rumores promovidos por el pastor Jones sobre el cambio de la futura mezquita de la zona cero a otro lugar, el multimillonario hizo una oferta de compra por el terreno. "Lo hago para acabar con una situación altamente conflictiva que solo está llamada a empeorar", aseguró Trump en un escrito remitido a uno de los promotores.
Terry Jones, conocido globalmente y no a su pesar como el pastor que pretendía una quema masiva de copias del Corán el 11-S en Gainesville (Florida), ha reculado, aunque no del todo. En las últimas horas, el jefe de la pequeña iglesia cristiana Dove Outreach Center ha comparecido dos veces para anular y luego dejar en suspenso su polémica demostración de rechazo al islamismo. Primero anunció la cancelación tras recibir una visita de agentes del FBI, tras las presiones del presidente estadounidense, Barack Obama, y la llamada del secretario de Defensa, Robert Gates.
Sin embargo, esa no fue la razón esgrimida por Jones para justificar su decisión. Acompañado de Muhammad Musri, el imán de la Sociedad Islámica de Florida que ha servido de intermediario, Jones apareció ante los medios para explicar que ha cancelado la hoguera porque ha alcanzado un acuerdo con el imán al frente del proyecto de construcción de un centro islámico en la zona cero de Nueva York, el corazón de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Esa es solo la versión de Jones; anoche el imán de Nueva York, Faisal Abdul Rauf, aseguró en un comunicado no haber cruzado una sola palabra con el pastor de Florida.
Jones insistía, sin embargo, en que renunciaba a su idea de quemar ejemplares del Corán porque se entrevistaría mañana sábado con el imán en Nueva York. Pero la credibilidad de Jones es mínima: el hombre porta un revólver del calibre 40 al cinto para exponer sus argumentos; alimenta el fanatismo con más fanatismo; no ha logrado tener más de 50 feligreses en 30 años de vida pastoral y su idea más original ha sido organizar una quema de libros. Las informaciones que no llegaban desde Jones hablaban de otro escenario. Los dueños del terreno y promotores de donde se planea construir el polémico centro islámico negaron que exista una cancelación del proyecto.
Todo ello empujó a Jones a realizar una segunda declaración. "Definitivamente, tenemos que reflexionar y reconsiderar" la cancelación, dijo a la cadena CBS. "Ahora estamos en una situación de limbo, y tenemos que reconsiderar por supuesto nuestra posición", insistió.
Jornada trepidante
Como en toda esta enloquecida crisis, la actitud de Jones carece de sentido. ¿Por qué no declarar ante la prensa que da marcha atrás en su quema de copias del Corán porque le ha llamado el mismísimo secretario de Defensa de EE UU? Al fin y al cabo él mismo solicitó ayer por la mañana que una llamada de la Casa Blanca, el departamento de Estado o el de Defensa, haría que cancelara sus planes. Una posible explicación es que Jones salva la cara ante lo que se había convertido en un problema que amenazaba la seguridad nacional.
El anuncio del pastor llegó ayer por la tarde después de que diversas personalidades le suplicaran que no llevara a cabo la quema de los coranes. El último en hacer público su descontento ante las consecuencias que podría acarrear la quema del libro sagrado de los musulmanes fue el presidente Obama.
"Lo que se puede provocar son graves hechos de violencia en lugares como Pakistán o Afganistán", dijo Obama en una entrevista emitida ayer en el programa Good Morning America de la cadena ABC. "Se incrementará el número de individuos que están dispuestos a inmolarse en ciudades estadounidenses o europeas". No llamó Obama pero si el hombre al frente del Ejército más poderoso del mundo.
Entre medias, en una jornada cargada de declaraciones sobre el tema, apareció la propuesta de Donald Trump. En medio de los rumores promovidos por el pastor Jones sobre el cambio de la futura mezquita de la zona cero a otro lugar, el multimillonario hizo una oferta de compra por el terreno. "Lo hago para acabar con una situación altamente conflictiva que solo está llamada a empeorar", aseguró Trump en un escrito remitido a uno de los promotores.