Obama critica el "vergonzoso fracaso" de Bush en la gestión del Katrina
David Alandete, Washington, El País
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, rindió ayer homenaje en Nueva Orleans a las 1.800 víctimas del Katrina, cinco años después de que ese huracán tocara tierra en la costa del golfo de México. Obama viajó con su familia hasta Luisiana, una zona afectada ahora por el vertido de crudo de British Petroleum, y visitó la Universidad de Xavier, que en su día quedó sumergida por la marea que hundió un 80% de la ciudad, cuando las lluvias torrenciales hicieron ceder los diques del lago Ponchartrain. Allí se comprometió a no dejar que una catástrofe natural provoque de nuevo la devastación que Nueva Orleans sufrió en aquellos duros días de 2005.
En ese sentido, Obama tuvo duras palabras para el Gobierno de su predecesor, el presidente George W. Bush, cuya gestión en los días posteriores al huracán fue ampliamente criticada por muchos de los familiares de las víctimas y por los ciudadanos afectados. "Fue un desastre natural, pero también lo provocó el ser humano", dijo Obama en su discurso. "Un vergonzoso fracaso del Gobierno que dejó a un incontable número de hombres, mujeres y niños abandonados, solos. Poco después de la tormenta visité Houston, para pasar un tiempo con los que se refugiaron allí. Nunca olvidaré lo que una mujer me dijo: 'No teníamos nada antes del huracán. Ahora tenemos menos que nada".
Cinco años después de que el huracán Katrina tocara tierra en Luisiana, muchas heridas provocadas por la inundación de Nueva Orleans todavía siguen abiertas. En el barrio Nueve, totalmente sumergido en 2005 por el agua, el 80% de las casas siguen vacías. En muchas, aún son visibles los números que la policía pintó con tiza en su búsqueda de víctimas: el número de desaparecidos, el número de muertos.
Junto a esas viviendas olvidadas, sin embargo, nuevas casas, de colores vivos, se erigen donde en su día solo hubo barro y cadáveres. De hecho, según nuevos informes gubernamentales, la ciudad, poco a poco, se recupera: los desplazados han ido retornando y la población roza el 80% de la que había antes del huracán.
En la reconstrucción de la ciudad hubo y está habiendo, de hecho, un debate racial. Según diversos estudios, efectuados meses después del paso del huracán, una mayoría de los afectados y de las personas que perdieron sus viviendas eran de raza negra. Meses después del hundimiento de Nueva Orleans, las agrupaciones de víctimas culpaban al Gobierno de Bush de haber organizado la evacuación por razas, dejando a los afroamericanos atrás, en una oscura temporada de vandalismo y ley del más fuerte. El Gobierno siempre lo negó.
Bush visitó el Golfo días después del paso del huracán. Habían muerto, según los cálculos actuales, unas 1.800 personas, 1.500 de ellas solo en Nueva Orleans. El entonces presidente dijo una de las frases que han quedado ya asociadas de por vida a su presidencia, cuando felicitó al director de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias, Michael Brown: "Brownie, ¡qué buen trabajo estás haciendo!". Aún quedaba el éxodo que dejó Nueva Orleans casi vacía. Se marcharon la mayoría de sus casi 500.000 habitantes, acogidos en poblados de tráilers y por familiares y organizaciones caritativas en los Estados circundantes.
Hoy la ciudad quiere renacer. A pesar de las 50.000 casas vacías. A pesar del vertido de crudo en el golfo de México, que amenaza al turismo. Los Saints, el equipo local de fútbol americano, que durante años tuvo que jugar de prestado en otros estadios por la destrucción del célebre Super Dome, ganó este año la Super Bowl. El comercio se recupera y el turismo se dispara.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, rindió ayer homenaje en Nueva Orleans a las 1.800 víctimas del Katrina, cinco años después de que ese huracán tocara tierra en la costa del golfo de México. Obama viajó con su familia hasta Luisiana, una zona afectada ahora por el vertido de crudo de British Petroleum, y visitó la Universidad de Xavier, que en su día quedó sumergida por la marea que hundió un 80% de la ciudad, cuando las lluvias torrenciales hicieron ceder los diques del lago Ponchartrain. Allí se comprometió a no dejar que una catástrofe natural provoque de nuevo la devastación que Nueva Orleans sufrió en aquellos duros días de 2005.
En ese sentido, Obama tuvo duras palabras para el Gobierno de su predecesor, el presidente George W. Bush, cuya gestión en los días posteriores al huracán fue ampliamente criticada por muchos de los familiares de las víctimas y por los ciudadanos afectados. "Fue un desastre natural, pero también lo provocó el ser humano", dijo Obama en su discurso. "Un vergonzoso fracaso del Gobierno que dejó a un incontable número de hombres, mujeres y niños abandonados, solos. Poco después de la tormenta visité Houston, para pasar un tiempo con los que se refugiaron allí. Nunca olvidaré lo que una mujer me dijo: 'No teníamos nada antes del huracán. Ahora tenemos menos que nada".
Cinco años después de que el huracán Katrina tocara tierra en Luisiana, muchas heridas provocadas por la inundación de Nueva Orleans todavía siguen abiertas. En el barrio Nueve, totalmente sumergido en 2005 por el agua, el 80% de las casas siguen vacías. En muchas, aún son visibles los números que la policía pintó con tiza en su búsqueda de víctimas: el número de desaparecidos, el número de muertos.
Junto a esas viviendas olvidadas, sin embargo, nuevas casas, de colores vivos, se erigen donde en su día solo hubo barro y cadáveres. De hecho, según nuevos informes gubernamentales, la ciudad, poco a poco, se recupera: los desplazados han ido retornando y la población roza el 80% de la que había antes del huracán.
En la reconstrucción de la ciudad hubo y está habiendo, de hecho, un debate racial. Según diversos estudios, efectuados meses después del paso del huracán, una mayoría de los afectados y de las personas que perdieron sus viviendas eran de raza negra. Meses después del hundimiento de Nueva Orleans, las agrupaciones de víctimas culpaban al Gobierno de Bush de haber organizado la evacuación por razas, dejando a los afroamericanos atrás, en una oscura temporada de vandalismo y ley del más fuerte. El Gobierno siempre lo negó.
Bush visitó el Golfo días después del paso del huracán. Habían muerto, según los cálculos actuales, unas 1.800 personas, 1.500 de ellas solo en Nueva Orleans. El entonces presidente dijo una de las frases que han quedado ya asociadas de por vida a su presidencia, cuando felicitó al director de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias, Michael Brown: "Brownie, ¡qué buen trabajo estás haciendo!". Aún quedaba el éxodo que dejó Nueva Orleans casi vacía. Se marcharon la mayoría de sus casi 500.000 habitantes, acogidos en poblados de tráilers y por familiares y organizaciones caritativas en los Estados circundantes.
Hoy la ciudad quiere renacer. A pesar de las 50.000 casas vacías. A pesar del vertido de crudo en el golfo de México, que amenaza al turismo. Los Saints, el equipo local de fútbol americano, que durante años tuvo que jugar de prestado en otros estadios por la destrucción del célebre Super Dome, ganó este año la Super Bowl. El comercio se recupera y el turismo se dispara.