Netanyahu responsabiliza al ministro de Defensa del asalto a la flotilla
Enric Gonzalez, Jerusalén, El País
Cabía suponer que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, fuera la persona mejor informada sobre el asalto naval que el 31 de mayo dejó nueve muertos sobre la cubierta del buque turco Mavi Marmara. Pero, según el propio Netanyahu, no es exactamente así. Netanyahu ha comparecido ante la comisión israelí que, con observadores internacionales, investiga el ataque a la flotilla de activistas que se dirigía a Gaza, y trasladó la responsabilidad al ministro de Defensa, Ehud Barak, y al Ejército. Dijo que él no se había ocupado de los detalles de la operación.
Había expectación ante la apertura de la llamada Comisión Turkel y ante el interrogatorio al primer testigo. No surgió ninguna gran novedad. Lo sorprendente fue que Netanyahu señalara a su gran aliado laborista y ministro de Defensa, Ehud Barak, como máximo supervisor del violento abordaje en aguas internacionales. De acuerdo con la versión del primer ministro, él se limitó a establecer las directrices políticas, básicamente dos: ningún barco de la flotilla debía llegar a Gaza, y la intercepción debía realizarse con la menor violencia posible. El resto del Gobierno tampoco dedicó mucho tiempo al asunto, pese a ser consciente de las potenciales repercusiones del abordaje: el único debate en el Consejo de Ministros se centró en las operaciones de relaciones públicas que deberían acometerse para paliar la mala imagen internacional de Israel tras el asalto.
Es decir, todos eran conscientes de que la intercepción iba a tener consecuencias negativas. Pero no se preocuparon por cómo realizarla, sino sólo por cómo explicarla posteriormente.
Preguntado por los miembros de la comisión dirigida por el juez retirado Jacob Turkel, Netanyahu afirmó que su gran preocupación esos días era una reunión con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, prevista para el mismo día 31 de mayo. Las relaciones con la Casa Blanca eran tensas debido a la aprobación de nuevas colonias israelíes en los territorios palestinos ocupados. Por lo tanto, Netanyahu viajó a Washington. ¿Dejó a alguien expresamente encargado de ocuparse de la flotilla?, le preguntaron. "Sí, Ehud Barak", respondió.
El primer ministro indicó que antes del asalto se habían realizado contactos a distintos niveles con los países que financiaban o apoyaban el viaje de la flotilla, especialmente Turquía, para conseguir que el cargamento humanitario fuera depositado en un puerto israelí y se evitara el choque. No hubo éxito, y el Gobierno de Israel se convenció de que tanto los organizadores de la flotilla como el Gobierno turco deseaban que hubiera violencia para obtener un éxito propagandístico.
Netanyahu ordenó entonces al Ejército que estudiara "opciones" para el asalto. Y hasta ahí llegó su intervención. "El papel de los políticos consiste en establecer la política, y el de los militares consiste en aplicarla", ha dicho. Para hoy está prevista la comparecencia de Barak, señalado por Netanyahu como responsable directo del asalto.
Cabía suponer que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, fuera la persona mejor informada sobre el asalto naval que el 31 de mayo dejó nueve muertos sobre la cubierta del buque turco Mavi Marmara. Pero, según el propio Netanyahu, no es exactamente así. Netanyahu ha comparecido ante la comisión israelí que, con observadores internacionales, investiga el ataque a la flotilla de activistas que se dirigía a Gaza, y trasladó la responsabilidad al ministro de Defensa, Ehud Barak, y al Ejército. Dijo que él no se había ocupado de los detalles de la operación.
Había expectación ante la apertura de la llamada Comisión Turkel y ante el interrogatorio al primer testigo. No surgió ninguna gran novedad. Lo sorprendente fue que Netanyahu señalara a su gran aliado laborista y ministro de Defensa, Ehud Barak, como máximo supervisor del violento abordaje en aguas internacionales. De acuerdo con la versión del primer ministro, él se limitó a establecer las directrices políticas, básicamente dos: ningún barco de la flotilla debía llegar a Gaza, y la intercepción debía realizarse con la menor violencia posible. El resto del Gobierno tampoco dedicó mucho tiempo al asunto, pese a ser consciente de las potenciales repercusiones del abordaje: el único debate en el Consejo de Ministros se centró en las operaciones de relaciones públicas que deberían acometerse para paliar la mala imagen internacional de Israel tras el asalto.
Es decir, todos eran conscientes de que la intercepción iba a tener consecuencias negativas. Pero no se preocuparon por cómo realizarla, sino sólo por cómo explicarla posteriormente.
Preguntado por los miembros de la comisión dirigida por el juez retirado Jacob Turkel, Netanyahu afirmó que su gran preocupación esos días era una reunión con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, prevista para el mismo día 31 de mayo. Las relaciones con la Casa Blanca eran tensas debido a la aprobación de nuevas colonias israelíes en los territorios palestinos ocupados. Por lo tanto, Netanyahu viajó a Washington. ¿Dejó a alguien expresamente encargado de ocuparse de la flotilla?, le preguntaron. "Sí, Ehud Barak", respondió.
El primer ministro indicó que antes del asalto se habían realizado contactos a distintos niveles con los países que financiaban o apoyaban el viaje de la flotilla, especialmente Turquía, para conseguir que el cargamento humanitario fuera depositado en un puerto israelí y se evitara el choque. No hubo éxito, y el Gobierno de Israel se convenció de que tanto los organizadores de la flotilla como el Gobierno turco deseaban que hubiera violencia para obtener un éxito propagandístico.
Netanyahu ordenó entonces al Ejército que estudiara "opciones" para el asalto. Y hasta ahí llegó su intervención. "El papel de los políticos consiste en establecer la política, y el de los militares consiste en aplicarla", ha dicho. Para hoy está prevista la comparecencia de Barak, señalado por Netanyahu como responsable directo del asalto.