Las lluvias incesantes amenazan con una crecida de las aguas en el sur de Pakistán
Ángeles Espinosa, El País
Al menos medio millón de personas están amenazadas por una eventual crecida de las aguas en el sur de Pakistán durante los próximos tres días, según ha advertido el servicio meteorológico nacional. El presidente Asif Ali Zardari ha estimado que el país va a necesitar "al menos tres años" para recuperarse de las riadas que desde hace un mes han afectado a 20 millones de paquistaníes . "Si el Gobierno no les da esperanza, existe el riesgo de un estallido social", asegura a EL PAÍS la activista social Farzana Bari.
"Las áreas afectadas coinciden con las comarcas más pobres; era gente que tenía muy poco, pero ahora lo ha perdido todo y una vez que pase la emergencia, va a lanzarse a una batalla por la supervivencia. De hecho, ya ha habido algunas protestas", señala Bari preocupada por el vacío que ha dejado el Gobierno con su tardía y descoordinada respuesta. "Es cierto que lo ocurrido no tiene precedentes, pero el nivel de preparación [de las autoridades] era prácticamente nulo, de ahí que les haya resultado tan difícil", añade.
Bari sabe de lo que habla. Además de prestigiosa profesora universitaria y activista de los derechos humanos, es una de las impulsoras de Pattan, una ONG dedicada a la prevención de desastres naturales que se fundó tras las inundaciones de 1992. "Si la gente no se está muriendo de hambre es porque la sociedad civil les está ayudando", resume.
Discrepa de quienes afirman que en esta ocasión el movimiento de solidaridad está siendo menor que tras el terremoto de 2005 o las operaciones militares en Swat el año pasado . "Lo que ocurre es que entonces fue algo repentino y en un área pequeña; ahora son 74 distritos repartidos por todo el país y el desastre se ha ido desarrollando poco a poco. Lo mismo ha sucedido con la ayuda que se está facilitando de forma local en vez de nacional", explica.
En su última etapa antes de desembocar en el Mar de Arabia, el Indo todavía puede causar estragos en Sind. El parte meteorológico anunciaba este martes nuevas lluvias torrenciales en esa provincia y la de Khyber Pakhtunkwa, con el consiguiente riesgo de desbordamientos. Las televisiones locales mostraban como miles de trabajadores locales, soldados y voluntarios se afanaban en reforzar los diques y terraplenes levantados en las orillas río al norte de Hyderabad, la sexta ciudad del país con 2,5 millones de habitantes. Al menos medio millón de ellos estaban en alerta de evacuación.
"El nivel del Indo se mantendrá excepcionalmente alto en la presa de Kotri durante los próximos tres o cuatro días antes de descender", declaró el jefe del servicio nacional de meteorología, Arif Mehmud, citado por la agencia France Presse. Pero en cuanto pase la alarma, Pakistán tendrá que hacer frente a la mayor crisis humana de su historia, con millones de personas sin hogar ni agua potable, un grave riesgo de epidemias y una creciente insatisfacción social. Los afectados difícilmente van a poder esperar los tres años que les augura Zardari para ver una solución.
Al menos medio millón de personas están amenazadas por una eventual crecida de las aguas en el sur de Pakistán durante los próximos tres días, según ha advertido el servicio meteorológico nacional. El presidente Asif Ali Zardari ha estimado que el país va a necesitar "al menos tres años" para recuperarse de las riadas que desde hace un mes han afectado a 20 millones de paquistaníes . "Si el Gobierno no les da esperanza, existe el riesgo de un estallido social", asegura a EL PAÍS la activista social Farzana Bari.
"Las áreas afectadas coinciden con las comarcas más pobres; era gente que tenía muy poco, pero ahora lo ha perdido todo y una vez que pase la emergencia, va a lanzarse a una batalla por la supervivencia. De hecho, ya ha habido algunas protestas", señala Bari preocupada por el vacío que ha dejado el Gobierno con su tardía y descoordinada respuesta. "Es cierto que lo ocurrido no tiene precedentes, pero el nivel de preparación [de las autoridades] era prácticamente nulo, de ahí que les haya resultado tan difícil", añade.
Bari sabe de lo que habla. Además de prestigiosa profesora universitaria y activista de los derechos humanos, es una de las impulsoras de Pattan, una ONG dedicada a la prevención de desastres naturales que se fundó tras las inundaciones de 1992. "Si la gente no se está muriendo de hambre es porque la sociedad civil les está ayudando", resume.
Discrepa de quienes afirman que en esta ocasión el movimiento de solidaridad está siendo menor que tras el terremoto de 2005 o las operaciones militares en Swat el año pasado . "Lo que ocurre es que entonces fue algo repentino y en un área pequeña; ahora son 74 distritos repartidos por todo el país y el desastre se ha ido desarrollando poco a poco. Lo mismo ha sucedido con la ayuda que se está facilitando de forma local en vez de nacional", explica.
En su última etapa antes de desembocar en el Mar de Arabia, el Indo todavía puede causar estragos en Sind. El parte meteorológico anunciaba este martes nuevas lluvias torrenciales en esa provincia y la de Khyber Pakhtunkwa, con el consiguiente riesgo de desbordamientos. Las televisiones locales mostraban como miles de trabajadores locales, soldados y voluntarios se afanaban en reforzar los diques y terraplenes levantados en las orillas río al norte de Hyderabad, la sexta ciudad del país con 2,5 millones de habitantes. Al menos medio millón de ellos estaban en alerta de evacuación.
"El nivel del Indo se mantendrá excepcionalmente alto en la presa de Kotri durante los próximos tres o cuatro días antes de descender", declaró el jefe del servicio nacional de meteorología, Arif Mehmud, citado por la agencia France Presse. Pero en cuanto pase la alarma, Pakistán tendrá que hacer frente a la mayor crisis humana de su historia, con millones de personas sin hogar ni agua potable, un grave riesgo de epidemias y una creciente insatisfacción social. Los afectados difícilmente van a poder esperar los tres años que les augura Zardari para ver una solución.