Las lluvias complican el auxilio a las víctimas de las riadas en Pakistán
Ana Gabriela Rojas, Nueva Dehli, El País
Las fuertes lluvias que azotan Pakistán están dificultando las operaciones de auxilio a los afectados por las inundaciones, que superan ya los seis millones de personas. En algunas zonas los helicópteros no han podido despegar. Los daños a carreteras y puentes y la inseguridad generada por los talibanes también impiden la atención a las víctimas. Muchos de los evacuados están durmiendo al raso y escasean la comida y el agua potable. Se trata de una tragedia sin precedentes. "Es un desastre que afecta al doble de personas que el terremoto de 2005", afirma Maurizio Giuliano, portavoz de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU en Pakistán. La cifra de los afectados es de 6,1 millones, sin contar todavía los de la sureña provincia de Sindh, adonde el problema está llegando. El Gobierno habla de hasta 14 millones de damnificados.
Las lluvias torrenciales de las dos últimas semanas han causado inundaciones y riadas en grandes áreas del país. Han muerto más de 1.600 personas. "La ayuda ha sido la mejor posible, pero insuficiente por la magnitud de la tragedia. Debemos aumentarla urgentemente", dice Giuliano. Por si fuera poco, se espera que la devastación continúe, porque los pronósticos auguran más lluvia.
Por el momento no hay casos confirmados de cólera, pero sí de diarrea aguda. "Este entorno, con agua estancada y sin agua potable, es muy propicio para los brotes de cólera, por lo que tememos que aparezca", dice por teléfono Ahmed Shadul, representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha establecido un sistema de control para prevenir las enfermedades transmisibles por el agua, como sarampión, malaria o infecciones en la piel y ojos. Las tareas en el área de la salud también han sufrido un golpe: el agua ha destruido totalmente 47 instalaciones médicas.
La primera zona devastada, y hasta ahora la peor, ha sido el noroeste del país, que es también la más castigada por la insurgencia talibán. Las inundaciones llegaron después a la céntrica provincia de Punjab, el granero del país, donde al menos medio millón de hectáreas de cultivo han sido arrasadas. Ahora están afectando al sur, a la provincia de Sindh. "Los niveles del agua son muy altos y el riesgo de serias inundaciones está aumentando rápidamente", afirma Andro Shilakadze, jefe de la oficina de campo de la Unicef en Sindh. Solo en esta provincia más de 150.000 personas han sido evacuadas, según cifras oficiales.
Las operaciones de ayuda deben "aumentar de forma masiva", según el coordinador humanitario de Pakistán, Martin Mogwanja. "Refugios, revestimientos de plástico y utensilios domésticos es lo que más se necesita. Todo este material debe ser transportado por aire a las zonas afectadas. Confiamos en que los países donantes nos ayuden". También se precisan con urgencia agua potable y alimentos.
Cada uno de los millones de víctimas tiene una historia dramática. Como la de Zinat Bibi, una mujer de una aldea cercana a Peshawar. Cuando el caudal del agua iba creciendo, su marido, Aman ul Haq, le pidió que huyera a una zona más alta con sus cuatro hijos, que él se quedaría a asegurar sus pertenencias y los alcanzaría después. De eso hace ya una semana y Aman no ha aparecido. "Estoy destrozada. Mi marido era el sustento de mi familia y no sé si encontraremos algo en pie cuando podamos volver a nuestra casa", dice a EL PAÍS por teléfono y con ayuda de un traductor.
"Nuestro país se ha retrasado varios años", ha declarado el primer ministro paquistaní, Yusuf Raza Gilani, en una visita a los afectados en Sindh. Gilani ha pedido también a la gente que evacue las zonas de peligro y a la comunidad internacional que envíe ayuda. La ONU ha recibido casi 23 millones euros y se esperan otros 50 ya comprometidos por los países donantes. Pero esto no es suficiente. El recuento de los daños sigue en marcha y aún no hay una estimación de cuánto se necesitará, pero "serán cientos de millones de euros sin contar los daños a largo plazo", dice Giuliano. España hasta ahora ha contribuido con unas 15 toneladas de material de ayuda.
Las fuertes lluvias que azotan Pakistán están dificultando las operaciones de auxilio a los afectados por las inundaciones, que superan ya los seis millones de personas. En algunas zonas los helicópteros no han podido despegar. Los daños a carreteras y puentes y la inseguridad generada por los talibanes también impiden la atención a las víctimas. Muchos de los evacuados están durmiendo al raso y escasean la comida y el agua potable. Se trata de una tragedia sin precedentes. "Es un desastre que afecta al doble de personas que el terremoto de 2005", afirma Maurizio Giuliano, portavoz de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU en Pakistán. La cifra de los afectados es de 6,1 millones, sin contar todavía los de la sureña provincia de Sindh, adonde el problema está llegando. El Gobierno habla de hasta 14 millones de damnificados.
Las lluvias torrenciales de las dos últimas semanas han causado inundaciones y riadas en grandes áreas del país. Han muerto más de 1.600 personas. "La ayuda ha sido la mejor posible, pero insuficiente por la magnitud de la tragedia. Debemos aumentarla urgentemente", dice Giuliano. Por si fuera poco, se espera que la devastación continúe, porque los pronósticos auguran más lluvia.
Por el momento no hay casos confirmados de cólera, pero sí de diarrea aguda. "Este entorno, con agua estancada y sin agua potable, es muy propicio para los brotes de cólera, por lo que tememos que aparezca", dice por teléfono Ahmed Shadul, representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha establecido un sistema de control para prevenir las enfermedades transmisibles por el agua, como sarampión, malaria o infecciones en la piel y ojos. Las tareas en el área de la salud también han sufrido un golpe: el agua ha destruido totalmente 47 instalaciones médicas.
La primera zona devastada, y hasta ahora la peor, ha sido el noroeste del país, que es también la más castigada por la insurgencia talibán. Las inundaciones llegaron después a la céntrica provincia de Punjab, el granero del país, donde al menos medio millón de hectáreas de cultivo han sido arrasadas. Ahora están afectando al sur, a la provincia de Sindh. "Los niveles del agua son muy altos y el riesgo de serias inundaciones está aumentando rápidamente", afirma Andro Shilakadze, jefe de la oficina de campo de la Unicef en Sindh. Solo en esta provincia más de 150.000 personas han sido evacuadas, según cifras oficiales.
Las operaciones de ayuda deben "aumentar de forma masiva", según el coordinador humanitario de Pakistán, Martin Mogwanja. "Refugios, revestimientos de plástico y utensilios domésticos es lo que más se necesita. Todo este material debe ser transportado por aire a las zonas afectadas. Confiamos en que los países donantes nos ayuden". También se precisan con urgencia agua potable y alimentos.
Cada uno de los millones de víctimas tiene una historia dramática. Como la de Zinat Bibi, una mujer de una aldea cercana a Peshawar. Cuando el caudal del agua iba creciendo, su marido, Aman ul Haq, le pidió que huyera a una zona más alta con sus cuatro hijos, que él se quedaría a asegurar sus pertenencias y los alcanzaría después. De eso hace ya una semana y Aman no ha aparecido. "Estoy destrozada. Mi marido era el sustento de mi familia y no sé si encontraremos algo en pie cuando podamos volver a nuestra casa", dice a EL PAÍS por teléfono y con ayuda de un traductor.
"Nuestro país se ha retrasado varios años", ha declarado el primer ministro paquistaní, Yusuf Raza Gilani, en una visita a los afectados en Sindh. Gilani ha pedido también a la gente que evacue las zonas de peligro y a la comunidad internacional que envíe ayuda. La ONU ha recibido casi 23 millones euros y se esperan otros 50 ya comprometidos por los países donantes. Pero esto no es suficiente. El recuento de los daños sigue en marcha y aún no hay una estimación de cuánto se necesitará, pero "serán cientos de millones de euros sin contar los daños a largo plazo", dice Giuliano. España hasta ahora ha contribuido con unas 15 toneladas de material de ayuda.