Obama flexibilizará las visitas de norteamericanos a Cuba
David Alandete, Washington, El País
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, está preparando una nueva serie de modificaciones sobre la política migratoria norteamericana en relación a Cuba, para facilitar y flexibilizar las visitas a la isla y el envío de dinero a sus residentes, aun sin levantar formalmente el embargo que pesa sobre el régimen comunista de La Habana desde los años 60.
Obama ha adelantado a diversos líderes del Congreso su intención de permitir que personal docente e investigador y que grupos religiosos, deportivos y culturales viajen con más facilidad a Cuba, revirtiendo una serie de duras medidas migratorias impuestas por su predecesor. Las relaciones de EE UU con el Gobierno de los hermanos Castro durante la presidencia de George W. Bush se caracterizaron por una serie de encontronazos, fomentados en parte por el decidido apoyo de Washington a la disidencia prodemocrática en la isla.
Según fuentes del Congreso, la intención de la Casa Blanca es volver a la política vigente durante los años de Gobierno de Bill Clinton: fomentar el contacto persona a persona, de ciudadano cubano a ciudadano norteamericano, facilitando las visitas de intercambio, sea este educativo, deportivo, cultural u organizado por congregaciones religiosas. El diario The New York Times ha sido el primero en informar de estos cambios, en su edición de hoy. Fuentes del Departamento de Estado han anunciado que la Casa Blanca no dará detalles específicos de las nuevas reglas de viaje hasta dentro de unas semanas.
En 2003, Bush restringió los intercambios estudiantiles vigentes hasta la fecha, el segundo motivo más frecuente de viaje a la isla desde EE UU, según el Departamento de Estado. Al año siguiente endureció todavía más las condiciones de viajes de familiares a Cuba. Sólo podrían efectuar un viaje cada tres años, de 14 días de duración como máximo, y para visitar a familiares directos: esposos, hijos, hermanos, padres, abuelos o nietos. El gasto diario que podían hacer en la isla se redujo a menos de la mitad, de 130 a 40 euros, aproximadamente.
Bush eliminó, además, los permisos de viaje concedidos a deportistas aficionados para tomar parte en competiciones y las licencias de visita a instituciones educativas secundarias. Redujo el máximo de estancia en Cuba a miembros de organizaciones institucionales, de 24 a 12 meses. Y, como medida última para evitar que los turistas viajaran a Cuba con la excusa falsa de un intercambio educativo universitario, obligó a que ese tipo de viajes duraran, como mínimo, 10 semanas.
Como candidato, Barack Obama se comprometió a buscar nuevas vías de diálogo con el Gobierno de la isla. En abril del año pasado, cuatro meses después de acceder a la presidencia, sometió a la política impuesta por Bush a una primera e importante revisión: permitió que personas de hasta tercer grado de consanguinidad, como primos segundos, viajen a la isla tantas veces y por tantos días como deseen y que lleven con ellos hasta 3.000 dólares (2.300 euros) en metálico.
El presidente puede efectuar cambiosen la política migratoria por decreto y sin tener que someterlos a la votación del Congreso. Pero cuenta, de antemano, con la oposición de buena parte de la comunidad cubano americana, con un peso considerable en Miami y en Washington.
El único senador hispano en el Capitolio, el cubano americano y demócrata por Nueva Jersey Robert Menéndez, ha dicho en un comunicado: "Este no es el tiempo adecuado para reducir la presión sobre el régimen de Castro. Facilitar los viajes y el envío de dinero le ofrecerá al régimen una inyección de dinero que necesita para extender el reinado de opresión y violación de los derechos humanos de los Castro".
El pasado 30 de junio, el Comité de Asuntos Agrícolas de la Cámara de Representantes votó mayoritariamente a favor de levantar la prohibición de que los ciudadanos estadounidenses viajen a la isla. La medida debe pasar todavía por el pleno de la Cámara para ser posteriormente enviada al Senado. Es un largo proceso pendiente para una medida que bien podría quedar en el olvido en un año de elecciones como este.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, está preparando una nueva serie de modificaciones sobre la política migratoria norteamericana en relación a Cuba, para facilitar y flexibilizar las visitas a la isla y el envío de dinero a sus residentes, aun sin levantar formalmente el embargo que pesa sobre el régimen comunista de La Habana desde los años 60.
Obama ha adelantado a diversos líderes del Congreso su intención de permitir que personal docente e investigador y que grupos religiosos, deportivos y culturales viajen con más facilidad a Cuba, revirtiendo una serie de duras medidas migratorias impuestas por su predecesor. Las relaciones de EE UU con el Gobierno de los hermanos Castro durante la presidencia de George W. Bush se caracterizaron por una serie de encontronazos, fomentados en parte por el decidido apoyo de Washington a la disidencia prodemocrática en la isla.
Según fuentes del Congreso, la intención de la Casa Blanca es volver a la política vigente durante los años de Gobierno de Bill Clinton: fomentar el contacto persona a persona, de ciudadano cubano a ciudadano norteamericano, facilitando las visitas de intercambio, sea este educativo, deportivo, cultural u organizado por congregaciones religiosas. El diario The New York Times ha sido el primero en informar de estos cambios, en su edición de hoy. Fuentes del Departamento de Estado han anunciado que la Casa Blanca no dará detalles específicos de las nuevas reglas de viaje hasta dentro de unas semanas.
En 2003, Bush restringió los intercambios estudiantiles vigentes hasta la fecha, el segundo motivo más frecuente de viaje a la isla desde EE UU, según el Departamento de Estado. Al año siguiente endureció todavía más las condiciones de viajes de familiares a Cuba. Sólo podrían efectuar un viaje cada tres años, de 14 días de duración como máximo, y para visitar a familiares directos: esposos, hijos, hermanos, padres, abuelos o nietos. El gasto diario que podían hacer en la isla se redujo a menos de la mitad, de 130 a 40 euros, aproximadamente.
Bush eliminó, además, los permisos de viaje concedidos a deportistas aficionados para tomar parte en competiciones y las licencias de visita a instituciones educativas secundarias. Redujo el máximo de estancia en Cuba a miembros de organizaciones institucionales, de 24 a 12 meses. Y, como medida última para evitar que los turistas viajaran a Cuba con la excusa falsa de un intercambio educativo universitario, obligó a que ese tipo de viajes duraran, como mínimo, 10 semanas.
Como candidato, Barack Obama se comprometió a buscar nuevas vías de diálogo con el Gobierno de la isla. En abril del año pasado, cuatro meses después de acceder a la presidencia, sometió a la política impuesta por Bush a una primera e importante revisión: permitió que personas de hasta tercer grado de consanguinidad, como primos segundos, viajen a la isla tantas veces y por tantos días como deseen y que lleven con ellos hasta 3.000 dólares (2.300 euros) en metálico.
El presidente puede efectuar cambiosen la política migratoria por decreto y sin tener que someterlos a la votación del Congreso. Pero cuenta, de antemano, con la oposición de buena parte de la comunidad cubano americana, con un peso considerable en Miami y en Washington.
El único senador hispano en el Capitolio, el cubano americano y demócrata por Nueva Jersey Robert Menéndez, ha dicho en un comunicado: "Este no es el tiempo adecuado para reducir la presión sobre el régimen de Castro. Facilitar los viajes y el envío de dinero le ofrecerá al régimen una inyección de dinero que necesita para extender el reinado de opresión y violación de los derechos humanos de los Castro".
El pasado 30 de junio, el Comité de Asuntos Agrícolas de la Cámara de Representantes votó mayoritariamente a favor de levantar la prohibición de que los ciudadanos estadounidenses viajen a la isla. La medida debe pasar todavía por el pleno de la Cámara para ser posteriormente enviada al Senado. Es un largo proceso pendiente para una medida que bien podría quedar en el olvido en un año de elecciones como este.