El terror amenaza la transición en Irak

Stephen Farrel, Bagdad, El País
Un suicida provocó ayer a primera hora de la mañana, en un centro de reclutamiento de Bagdad, una matanza en la que perecieron al menos 57 civiles y aspirantes a ingresar en el Ejército iraquí. A solo dos semanas de que las tropas de EE UU se retiren a los cuarteles, poniendo fin a sus operaciones militares, el atentado es el más grave en lo que va de año. Durante el mes de Ramadán, que comenzó hace una semana, los ataques suelen recrudecerse en Irak. Y a ello se suma la inestabilidad política -más de cinco meses después de las elecciones generales, los líderes políticos han sido incapaces de formar Gobierno-, que no hace sino alentar a insurgentes y terroristas.

A partir del 1 de septiembre, los militares de Estados Unidos se limitarán, en principio, a instruir y entrenar a las fuerzas de seguridad iraquíes. Permanecerán en el país árabe 50.000 uniformados estadounidenses. En el periodo más culminante de la guerra civil entre suníes y chiíes, en 2007, llegó a haber desplegados en suelo iraquí 166.000 soldados de Estados Unidos.

"Todos los reclutas estaban sentados en el suelo. Cuando el oficial apareció, les ordenaron ponerse en pie. Inmediatamente después, el suicida se hizo estallar", comentaba el soldado Younes Ali. Un portavoz del Ejército apuntó a Reuters que tal vez hubiera dos terroristas suicidas. "Esta es una seña de identidad de Al Qaeda y sus aliados locales", añadió.

El portavoz del centro de operaciones de Bagdad, general Qasem Ata, reconoció que las medidas de seguridad en el centro de reclutamiento no eran suficientes. "Las medidas de seguridad adoptadas, en comparación con el número de voluntarios que se habían presentado, no eran suficientes", dijo Ata a la agencia Efe. El general puntualizó que no se había tenido en cuenta la multitud de reclutas que iba a presentarse a las pruebas de ingreso y agregó que el lugar en el que habían sido convocados los aspirantes no era adecuado como "centro de voluntariado y de agrupación de ciudadanos".

El Ejército y la policía son instituciones que ofrecen numerosos empleos con sueldos -alrededor de 400 euros mensuales- más que aceptables para Irak. Cientos de esos jóvenes suelen hacer cola en los centros de reclutamiento, uno de los objetivos preferidos desde hace años por insurgentes y terroristas. Desde comienzos de año, varios atentados han sacudido Irak. Alguna jornada se vio salpicada por ataques a lo largo de todo el país que dejaron más de 100 muertos.

Mandos de las Fuerzas Armadas están convencidos de que Al Qaeda intentará explotar las divergencias políticas entre los partidos chiíes y el partido triunfador en las elecciones del 7 de marzo -el grupo laico bautizado como Iraquiya-, que consiguió dos escaños más (91) que el partido en el Gobierno, el Estado de la Ley del primer ministro, Nuri al Maliki. Los gobernantes se esfuerzan por convencer a los iraquíes de que la situación de seguridad está mejorando paulatinamente. No está nada claro. Lo que no es aventurado presagiar es que los rebeldes y Al Qaeda se van a esforzar por dejar en mal lugar a los responsables políticos de Irak.

Y lo que es una evidencia es que las bajas entre los soldados de la coalición internacional han caído en picado, seguramente porque todos los países están ya embarcados desde hace meses en la retirada de sus tropas. En 2007, fallecieron 961 militares de los países que han enviado soldados. Este año han muerto 45.

Nadie está a salvo de la mala fortuna de perecer en un atentado. Pero hay colectivos, además de los policías y soldados, que son perseguidos con especial saña. Ocho jueces fueron atacados ayer en varias ciudades iraquíes. Dos de ellos -en Bagdad y en la provincia de Diyala- murieron. "Estos ataques están bien orquestados. Persiguen al sistema judicial al completo", aseguró un portavoz militar.

Irak es un país cuya Administración y Ejército fueron literalmente desmantelados hace siete años, tras la disolución del Ejército y del Partido Baaz, dominados a sangre y fuego por el dictador Sadam Husein durante un cuarto de siglo. Reconstruir esas Fuerzas Armadas, en medio de las profundas divisiones sectarias que aquejan al país, es una tarea enorme. Incluso antiguos prebostes del régimen de Sadam Husein -como el ex ministro de Asuntos Exteriores, Tarek Aziz- piden ahora que el Ejército estadounidense permanezca al menos una década más en el país.

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