Haití: el fantasma de los niños de la calle
Raphael Rowe, BBC Mundo
Seis meses después de que un devastador terremoto azotara Haití, las autoridades todavía están tratando de de lidiar con los miles de niños huérfanos o abandonados por sus padres.
Desde el sismo, unos 500 orfanatos y un pequeño ejército de voluntarios han estado trabajando para acomodar a los niños y reubicarlos con sus familiares.
Cuando un grupo de misioneros estadounidenses trató de sacar del país a 33 niños haitianos, fueron acusados de rapto y hubo protestas en todo el mundo. Los misioneros alegaron que los niños eran huérfanos, pero luego trascendió que algunos de ellos tenían padres vivos.
La historia apunta a un asunto de mayor dimensión. Un viaje reciente para investigar las dificultades de los niños haitianos reveló que muchos se habían caído de la red de protección montada por las agencias de ayuda.
A pesar de los millones de dólares donados y la ayuda que se envió, muchos niños terminaron viviendo en la calle.
Michael Brewer es un enfermero pediatra que ha estado trabajando por doce años con lo que describe como los "espectrales" niños de la calle de Haití.
"Los niños con los que yo trabajo son los más vulnerables de los vulnerables", dice. "Los niños de la calle tienen entre 6 y 10 años, y no tienen a nadie, ningún familiar.
"Son totalmente responsables, en todo sentido, de su propia sobrevivencia, y no tienen lugar alguno dentro del sistema. Son verdaderos fantasmas".
Estos jóvenes dependen de la bondad de los extraños y son vulnerables a los traficantes que pueden llevarlos a la República Dominicana.
A pesar de los esfuerzos por reunir a estos niños con sus familiares, de los 2.000 niños inscritos con UNICEF desde el terremoto, sólo unos 300 han sido reunidos con alguno de sus padres o un familiar.
Muchos son de la opinión de que estos niños huérfanos o abandonados deben ser autorizados a ir a vivir con familias en el extranjero hasta que Haití sea capaz de cuidar de ellos.
John Leininger, voluntario de la "Misión de Rescate de los Niños de Haití" busca familias cristianas en Estados Unidos que estén dispuestas a adoptar.
Leininger defiende la presión de las agencias de ayuda extranjeras para sacar a los niños del país y darles una nueva vida en el extranjero y cree que Haití está a años luz de una fortaleza suficiente como para cuidar de sus propios niños.
"Hasta que eso no ocurra, no se puede poner a los menores en peligro dejándolos en situaciones donde no tienen cuidados de salud alguno, ni alimentos", dice.
"¿Cómo se puede hacer esto cuando hay padres en EE.UU. y otros países que ruegan que los dejen llevarlos a sus casas y cuidar de ellos?"
No hay alternativa
Las políticas internacionales de adopción aceleradas acordadas entre gobiernos habían permitido a más de 5.000 niños que estaban en el proceso de adopción ser trasladados al extranjero. Sin embargo, este acuerdo fue interrumpido.
El primer ministro de Haití, Jean-Max Bellerive, le dijo a la BBC que el gobierno no se encuentra en situación de proteger a todos los niños desamparados.
Sin embargo, Bellerive cree que el proceso de adopción debe llevarse a cabo de manera apropiada, siguiendo los procedimientos legales.
"Esos niños son los que van a reconstruir Haití, a ser responsables por el Haití de mañana. No puedo dejar que cualquiera se vaya del país", dijo.
Pero algunas familias se han empobrecido enormemente y se encuentran incapacitadas de alimentar o cuidar de sus hijos, de modo que los están entregando en adopción o, en otros casos, dándolos a extraños.
La BBC habló con el padre de un par de mellizas de cuatro meses de edad, cuya esposa había muerto, quien, presa de la desesperación, tuvo que darle sus hijas a un extraño que conoció en un campamento.
Al principio, fingió su propia muerte porque creía que sus hijas recibirían mayor atención como huérfanas.
"No tengo alternativa. No puedo cuidarlas", dijo refiriéndose a su decisión.
"En este momento, estoy totalmente imposibilitado. Su madre está muerta y tengo otros seis hijos que cuidar".
Una de las agencias de ayuda investigó su historia y lo reunió con sus niñas, que permanecerán con la familia haitiana que las acogió tras el desastre.
Una vida mejor
Sin embargo, no todos los padres tienen tanta suerte.
Judson, de 6 años, es uno de los 40 niños que esperan ser adoptados en la "Misión de Rescate para los Niños de Haití", luego de que su madre lo entregara voluntariamente porque no podía mantenerlo.
Ella quiere que su hijo tenga una mejor calidad de vida con una familia fuera de Haití.
"No lo puedo enviar a la escuela. A mí me criaron padres que no podían hacerse cargo de mí. Nunca me enviaron a la escuela. No sé leer ni escribir. No quiero que mis hijos terminen como yo", afirma.
Muchos padres haitianos entregan voluntariamente a sus hijos.
El predicador Lelly Laurentus y su esposa Manette también dieron a sus únicos hijos, Leilla, de 6 años, y Soraya, de 4, con la esperanza de que encuentren una vida mejor en el exterior.
Las niñas estaban entre los 33 menores que los misioneros estadounidenses estaban tratando de sacar del país tras el sismo. Su intento fue abortado y ellos fueron detenidos temporalmente mientras las autoridades trataban de establecer las identidades de los niños y a dónde estaban siendo llevados.
El incidente causó un escándalo en la prensa, donde hubo hasta acusaciones de tráfico de menores.
Las niñas Laurentus fueron devueltas a casa al cabo de un tiempo.
Sin embargo, su madre, Manette, defendió su decisión y los misioneros prometieron irse de Haití llevándose las niñas. Nanette piensa que hizo lo mejor para sus hijas.
"No lo lamento, porque si hubiera tenido éxito en lo que estaban tratando de hacer, habría sido una buena cosa para nosotros. Desde el punto de vista de una madre, uno les debe estas cosas a sus hijos", dijo.
Seis meses después de que un devastador terremoto azotara Haití, las autoridades todavía están tratando de de lidiar con los miles de niños huérfanos o abandonados por sus padres.
Desde el sismo, unos 500 orfanatos y un pequeño ejército de voluntarios han estado trabajando para acomodar a los niños y reubicarlos con sus familiares.
Cuando un grupo de misioneros estadounidenses trató de sacar del país a 33 niños haitianos, fueron acusados de rapto y hubo protestas en todo el mundo. Los misioneros alegaron que los niños eran huérfanos, pero luego trascendió que algunos de ellos tenían padres vivos.
La historia apunta a un asunto de mayor dimensión. Un viaje reciente para investigar las dificultades de los niños haitianos reveló que muchos se habían caído de la red de protección montada por las agencias de ayuda.
A pesar de los millones de dólares donados y la ayuda que se envió, muchos niños terminaron viviendo en la calle.
Michael Brewer es un enfermero pediatra que ha estado trabajando por doce años con lo que describe como los "espectrales" niños de la calle de Haití.
"Los niños con los que yo trabajo son los más vulnerables de los vulnerables", dice. "Los niños de la calle tienen entre 6 y 10 años, y no tienen a nadie, ningún familiar.
"Son totalmente responsables, en todo sentido, de su propia sobrevivencia, y no tienen lugar alguno dentro del sistema. Son verdaderos fantasmas".
Estos jóvenes dependen de la bondad de los extraños y son vulnerables a los traficantes que pueden llevarlos a la República Dominicana.
A pesar de los esfuerzos por reunir a estos niños con sus familiares, de los 2.000 niños inscritos con UNICEF desde el terremoto, sólo unos 300 han sido reunidos con alguno de sus padres o un familiar.
Muchos son de la opinión de que estos niños huérfanos o abandonados deben ser autorizados a ir a vivir con familias en el extranjero hasta que Haití sea capaz de cuidar de ellos.
John Leininger, voluntario de la "Misión de Rescate de los Niños de Haití" busca familias cristianas en Estados Unidos que estén dispuestas a adoptar.
Leininger defiende la presión de las agencias de ayuda extranjeras para sacar a los niños del país y darles una nueva vida en el extranjero y cree que Haití está a años luz de una fortaleza suficiente como para cuidar de sus propios niños.
"Hasta que eso no ocurra, no se puede poner a los menores en peligro dejándolos en situaciones donde no tienen cuidados de salud alguno, ni alimentos", dice.
"¿Cómo se puede hacer esto cuando hay padres en EE.UU. y otros países que ruegan que los dejen llevarlos a sus casas y cuidar de ellos?"
No hay alternativa
Las políticas internacionales de adopción aceleradas acordadas entre gobiernos habían permitido a más de 5.000 niños que estaban en el proceso de adopción ser trasladados al extranjero. Sin embargo, este acuerdo fue interrumpido.
El primer ministro de Haití, Jean-Max Bellerive, le dijo a la BBC que el gobierno no se encuentra en situación de proteger a todos los niños desamparados.
Sin embargo, Bellerive cree que el proceso de adopción debe llevarse a cabo de manera apropiada, siguiendo los procedimientos legales.
"Esos niños son los que van a reconstruir Haití, a ser responsables por el Haití de mañana. No puedo dejar que cualquiera se vaya del país", dijo.
Pero algunas familias se han empobrecido enormemente y se encuentran incapacitadas de alimentar o cuidar de sus hijos, de modo que los están entregando en adopción o, en otros casos, dándolos a extraños.
La BBC habló con el padre de un par de mellizas de cuatro meses de edad, cuya esposa había muerto, quien, presa de la desesperación, tuvo que darle sus hijas a un extraño que conoció en un campamento.
Al principio, fingió su propia muerte porque creía que sus hijas recibirían mayor atención como huérfanas.
"No tengo alternativa. No puedo cuidarlas", dijo refiriéndose a su decisión.
"En este momento, estoy totalmente imposibilitado. Su madre está muerta y tengo otros seis hijos que cuidar".
Una de las agencias de ayuda investigó su historia y lo reunió con sus niñas, que permanecerán con la familia haitiana que las acogió tras el desastre.
Una vida mejor
Sin embargo, no todos los padres tienen tanta suerte.
Judson, de 6 años, es uno de los 40 niños que esperan ser adoptados en la "Misión de Rescate para los Niños de Haití", luego de que su madre lo entregara voluntariamente porque no podía mantenerlo.
Ella quiere que su hijo tenga una mejor calidad de vida con una familia fuera de Haití.
"No lo puedo enviar a la escuela. A mí me criaron padres que no podían hacerse cargo de mí. Nunca me enviaron a la escuela. No sé leer ni escribir. No quiero que mis hijos terminen como yo", afirma.
Muchos padres haitianos entregan voluntariamente a sus hijos.
El predicador Lelly Laurentus y su esposa Manette también dieron a sus únicos hijos, Leilla, de 6 años, y Soraya, de 4, con la esperanza de que encuentren una vida mejor en el exterior.
Las niñas estaban entre los 33 menores que los misioneros estadounidenses estaban tratando de sacar del país tras el sismo. Su intento fue abortado y ellos fueron detenidos temporalmente mientras las autoridades trataban de establecer las identidades de los niños y a dónde estaban siendo llevados.
El incidente causó un escándalo en la prensa, donde hubo hasta acusaciones de tráfico de menores.
Las niñas Laurentus fueron devueltas a casa al cabo de un tiempo.
Sin embargo, su madre, Manette, defendió su decisión y los misioneros prometieron irse de Haití llevándose las niñas. Nanette piensa que hizo lo mejor para sus hijas.
"No lo lamento, porque si hubiera tenido éxito en lo que estaban tratando de hacer, habría sido una buena cosa para nosotros. Desde el punto de vista de una madre, uno les debe estas cosas a sus hijos", dijo.