Los talibanes rompen el plan a Karzai
Kabul, Agencias
El intento de tres terroristas suicidas de atacar a los líderes tribales, autoridades religiosas, políticos y legisladores reunidos en Kabul en una jirga (asamblea) de paz, deslució el plan del presidente afgano, Hamid Karzai, de impulsar el diálogo con los insurgentes moderados. El objetivo de los terroristas eran los 1.600 delegados participantes en la jirga, en representación de amplios sectores de la sociedad afgana.
El abortado ataque suicida, que iban a perpetrar tres terroristas ocultos bajo burkas, y el impacto de dos proyectiles de mortero en el recinto donde se celebraba la reunión, durante el discurso inaugural de Karzai, provocaron una interrupción de la sesión. Fue el propio Karzai, superviviente de varios atentados, quien quitó hierro a los ataques: "Siéntense, no va a pasar nada; estamos acostumbrados a esto, hasta mi hijo de tres años lo está". Los ataques fueron reivindicados por los talibanes.
A la carpa donde se celebra la asamblea no acudieron ni la insurgencia talibán ni buena parte de la oposición. Abdulá Abdulá, principal rival de Karzai en las elecciones presidenciales del pasado agosto, justificó su ausencia en que la mayoría de los delegados presentes respaldan al Gobierno.
La misión de la asamblea, que se prolongará hasta mañana, es diseñar una hoja de ruta para pacificar Afganistán atrayendo hacia posiciones de diálogo a los talibanes más moderados. La celebración de esta jirga fue la principal propuesta que hizo Hamid Karzai en su discurso de investidura, en noviembre de 2009, pero las decisiones de la misma serán solo de carácter consultivo y deberán ser aprobadas por el Parlamento. A la reunión asisten 300 observadores, entre ellos diplomáticos extranjeros.
"Creo que esta jirga es un paso muy importante, pero no el último, para que los afganos se hagan una idea acerca de qué paz quieren y con quién", dijo Shukria Barazkai, parlamentario independiente.
El Gobierno de Karzai ha elaborado un documento de recomendaciones que espera asuma la asamblea, entre ellas, medidas para estimular la confianza de aquellos insurgentes más proclives a un acuerdo de paz. Dos de las medidas son borrar a algunos talibanes destacados de una lista de sanciones de la ONU y asegurar "acomodo político" a los combatientes que corten sus lazos con Al Qaeda, según una copia del documento a la que tuvo acceso The Wall Street Journal.
"Queremos que los talibanes que escaparon del país a causa del maltrato del Gobierno o de los extranjeros vuelvan, tenemos que encontrar métodos en esta jirga para traerlos de vuelta", manifestó el presidente Karzai al inaugurar la asamblea. La oferta de reconciliación, subrayó el mandatario, no incluye a "aquellos que matan a niños, estudiantes. Con ellos no hablaremos".
El presidente afgano resumió la situación que vive el país de manera muy gráfica: "Los talibanes quieren a los extranjeros [las tropas de la coalición internacional de la ISAF] fuera de aquí, y los extranjeros quieren a los talibanes fuera de aquí".
Burhanudin Rabbani, que fue presidente de Afganistán tras la caída del régimen comunista, dirigirá los trabajos de la jirga, constituidos en unos 40 grupos. "Esto es el principio del proceso de paz. Pasará tiempo y habrá más debate antes de que haya algún resultado", dijo Rabbani.
El intento de tres terroristas suicidas de atacar a los líderes tribales, autoridades religiosas, políticos y legisladores reunidos en Kabul en una jirga (asamblea) de paz, deslució el plan del presidente afgano, Hamid Karzai, de impulsar el diálogo con los insurgentes moderados. El objetivo de los terroristas eran los 1.600 delegados participantes en la jirga, en representación de amplios sectores de la sociedad afgana.
El abortado ataque suicida, que iban a perpetrar tres terroristas ocultos bajo burkas, y el impacto de dos proyectiles de mortero en el recinto donde se celebraba la reunión, durante el discurso inaugural de Karzai, provocaron una interrupción de la sesión. Fue el propio Karzai, superviviente de varios atentados, quien quitó hierro a los ataques: "Siéntense, no va a pasar nada; estamos acostumbrados a esto, hasta mi hijo de tres años lo está". Los ataques fueron reivindicados por los talibanes.
A la carpa donde se celebra la asamblea no acudieron ni la insurgencia talibán ni buena parte de la oposición. Abdulá Abdulá, principal rival de Karzai en las elecciones presidenciales del pasado agosto, justificó su ausencia en que la mayoría de los delegados presentes respaldan al Gobierno.
La misión de la asamblea, que se prolongará hasta mañana, es diseñar una hoja de ruta para pacificar Afganistán atrayendo hacia posiciones de diálogo a los talibanes más moderados. La celebración de esta jirga fue la principal propuesta que hizo Hamid Karzai en su discurso de investidura, en noviembre de 2009, pero las decisiones de la misma serán solo de carácter consultivo y deberán ser aprobadas por el Parlamento. A la reunión asisten 300 observadores, entre ellos diplomáticos extranjeros.
"Creo que esta jirga es un paso muy importante, pero no el último, para que los afganos se hagan una idea acerca de qué paz quieren y con quién", dijo Shukria Barazkai, parlamentario independiente.
El Gobierno de Karzai ha elaborado un documento de recomendaciones que espera asuma la asamblea, entre ellas, medidas para estimular la confianza de aquellos insurgentes más proclives a un acuerdo de paz. Dos de las medidas son borrar a algunos talibanes destacados de una lista de sanciones de la ONU y asegurar "acomodo político" a los combatientes que corten sus lazos con Al Qaeda, según una copia del documento a la que tuvo acceso The Wall Street Journal.
"Queremos que los talibanes que escaparon del país a causa del maltrato del Gobierno o de los extranjeros vuelvan, tenemos que encontrar métodos en esta jirga para traerlos de vuelta", manifestó el presidente Karzai al inaugurar la asamblea. La oferta de reconciliación, subrayó el mandatario, no incluye a "aquellos que matan a niños, estudiantes. Con ellos no hablaremos".
El presidente afgano resumió la situación que vive el país de manera muy gráfica: "Los talibanes quieren a los extranjeros [las tropas de la coalición internacional de la ISAF] fuera de aquí, y los extranjeros quieren a los talibanes fuera de aquí".
Burhanudin Rabbani, que fue presidente de Afganistán tras la caída del régimen comunista, dirigirá los trabajos de la jirga, constituidos en unos 40 grupos. "Esto es el principio del proceso de paz. Pasará tiempo y habrá más debate antes de que haya algún resultado", dijo Rabbani.