EE UU busca alternativas para levantar el bloqueo a Gaza
Antonio Caño, Washongton, El País
Estados Unidos intenta aprovechar la visita mañana a Washington del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, para buscar alternativas al bloqueo de Gaza que resulten satisfactorias tanto para Israel como para los palestinos, de forma que ambas partes inicien las conversaciones que quedaron bloqueadas por el suceso de la flotilla.
Al mismo tiempo, la Administración de Barack Obama ha acelerado sus gestiones diplomáticas con el fin de enfriar la tensión entre Israel y Turquía, dos aliados imprescindibles de Estados Unidos, y tratar de poner fin a una crisis que representa un riesgo para toda la estrategia norteamericana en Oriente Próximo.
Esa estrategia es un auténtico dominó. La tensión persistirá mientras no haya conversaciones de paz entre israelíes y palestinos. Esas conversaciones son hoy imposibles sin una nueva mirada a la situación de Gaza. El conflicto de Gaza es inabordable sin un arreglo aceptable del episodio de la flotilla.
Estados Unidos trabaja en todos esos frentes al mismo tiempo con el deseo de que la visita de Abbas, que debía haber sucedido a la que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tuvo que cancelar la semana pasada por el ataque a los barcos que navegaban a Gaza, pueda ser la ocasión para anunciar algunas novedades.
"Es vital conseguir progresos en las conversaciones indirectas entre israelíes y palestinos para que las dos partes puedan abordar cuando antes las negociaciones directas que servirán para el fin de la ocupación", declaró ayer el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, en El Cairo, donde discutió con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, las salidas a la crisis actual.
Biden admitió que la prioridad en ese sentido es la de encontrar una solución a Gaza. "Estamos discutiendo con Egipto [que tiene frontera con esa franja] y con otros socios nuevos caminos para abordar los aspectos humanitario, económico, de seguridad y político de la situación en Gaza", manifestó. Estados Unidos no ha declarado aún que hay que acabar con el bloqueo que ejerce Israel sobre esa porción del territorio palestino gobernada por Hamás, pero la semana pasada la secretaria de Estado, Hillary Clinton, admitió que la situación era "insostenible".
Una modificación del estatus de Gaza, al que Israel atribuye actualmente el tratamiento de una zona de guerra y, por tanto, susceptible de ser bloqueada, requiere un conjunto de progresos en otros ámbitos para ofrecer medidas de confianza y de seguridad a Israel.
El enfrentamiento actual entre Israel y Turquía, un país musulmán de creciente influencia en el mundo árabe, no ayuda a conseguir esas garantías. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que el lunes recibió a Abbas y presidió una insólita cumbre con Pakistán, Afganistán, Irán, Siria, Rusia y una modesta representación de China, ha tomado súbito protagonismo en Oriente Próximo a raíz del suceso de la flotilla. Ese papel puede verse ratificado mañana en una reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Liga Árabe más Turquía.
Estados Unidos está trabajando a fondo para resolver el asunto de la flotilla y, de esa manera, reconducir una relación con un aliado que sigue siendo uno de los pilares de la OTAN y una prioridad absoluta para Obama, que viajó a Turquía en su primera gira internacional y pronunció allí sus primeras palabras al mundo islámico.
Obama habló la semana pasada por teléfono con Erdogan y con Netanyahu para discutir la situación. "Israel y Turquía son ambos buenos aliados de Estados Unidos y estamos trabajando con los dos para afrontar este trágico incidente", declaró Clinton tras entrevistarse en Washington con el ministro de Relaciones Exteriores turco, Ahmet Davutoglu.
La solución en la que se trabaja es la de la creación de una comisión de investigación satisfactoria para las dos partes. Israel se niega a que sea una comisión internacional, Turquía no quiere que sea israelí, la declaración del Consejo de Seguridad de la ONU pidió una comisión "imparcial". Se pretende el nombramiento de una comisión con representantes israelíes y turcos, más algunas figuras internacionales, y presidida, probablemente, por el ex primer ministro de Nueva Zelanda Geoffrey Palmer.
Estados Unidos intenta aprovechar la visita mañana a Washington del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, para buscar alternativas al bloqueo de Gaza que resulten satisfactorias tanto para Israel como para los palestinos, de forma que ambas partes inicien las conversaciones que quedaron bloqueadas por el suceso de la flotilla.
Al mismo tiempo, la Administración de Barack Obama ha acelerado sus gestiones diplomáticas con el fin de enfriar la tensión entre Israel y Turquía, dos aliados imprescindibles de Estados Unidos, y tratar de poner fin a una crisis que representa un riesgo para toda la estrategia norteamericana en Oriente Próximo.
Esa estrategia es un auténtico dominó. La tensión persistirá mientras no haya conversaciones de paz entre israelíes y palestinos. Esas conversaciones son hoy imposibles sin una nueva mirada a la situación de Gaza. El conflicto de Gaza es inabordable sin un arreglo aceptable del episodio de la flotilla.
Estados Unidos trabaja en todos esos frentes al mismo tiempo con el deseo de que la visita de Abbas, que debía haber sucedido a la que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tuvo que cancelar la semana pasada por el ataque a los barcos que navegaban a Gaza, pueda ser la ocasión para anunciar algunas novedades.
"Es vital conseguir progresos en las conversaciones indirectas entre israelíes y palestinos para que las dos partes puedan abordar cuando antes las negociaciones directas que servirán para el fin de la ocupación", declaró ayer el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, en El Cairo, donde discutió con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, las salidas a la crisis actual.
Biden admitió que la prioridad en ese sentido es la de encontrar una solución a Gaza. "Estamos discutiendo con Egipto [que tiene frontera con esa franja] y con otros socios nuevos caminos para abordar los aspectos humanitario, económico, de seguridad y político de la situación en Gaza", manifestó. Estados Unidos no ha declarado aún que hay que acabar con el bloqueo que ejerce Israel sobre esa porción del territorio palestino gobernada por Hamás, pero la semana pasada la secretaria de Estado, Hillary Clinton, admitió que la situación era "insostenible".
Una modificación del estatus de Gaza, al que Israel atribuye actualmente el tratamiento de una zona de guerra y, por tanto, susceptible de ser bloqueada, requiere un conjunto de progresos en otros ámbitos para ofrecer medidas de confianza y de seguridad a Israel.
El enfrentamiento actual entre Israel y Turquía, un país musulmán de creciente influencia en el mundo árabe, no ayuda a conseguir esas garantías. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que el lunes recibió a Abbas y presidió una insólita cumbre con Pakistán, Afganistán, Irán, Siria, Rusia y una modesta representación de China, ha tomado súbito protagonismo en Oriente Próximo a raíz del suceso de la flotilla. Ese papel puede verse ratificado mañana en una reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Liga Árabe más Turquía.
Estados Unidos está trabajando a fondo para resolver el asunto de la flotilla y, de esa manera, reconducir una relación con un aliado que sigue siendo uno de los pilares de la OTAN y una prioridad absoluta para Obama, que viajó a Turquía en su primera gira internacional y pronunció allí sus primeras palabras al mundo islámico.
Obama habló la semana pasada por teléfono con Erdogan y con Netanyahu para discutir la situación. "Israel y Turquía son ambos buenos aliados de Estados Unidos y estamos trabajando con los dos para afrontar este trágico incidente", declaró Clinton tras entrevistarse en Washington con el ministro de Relaciones Exteriores turco, Ahmet Davutoglu.
La solución en la que se trabaja es la de la creación de una comisión de investigación satisfactoria para las dos partes. Israel se niega a que sea una comisión internacional, Turquía no quiere que sea israelí, la declaración del Consejo de Seguridad de la ONU pidió una comisión "imparcial". Se pretende el nombramiento de una comisión con representantes israelíes y turcos, más algunas figuras internacionales, y presidida, probablemente, por el ex primer ministro de Nueva Zelanda Geoffrey Palmer.