Dinero de EEUU acaba en manos de señores de la guerra y talibanes
Kabul, Agencias
La situación en Afganistán parece cada vez más catastrófica. El máximo jefe militar de Estados Unidos y la OTAN en ese país, general Stanley McChristal, se encuentra de camino a Washington donde sus jefes (Casa Blanca, Pentágono) van a preguntarle por sus críticas publicadas en una revista al embajador de EEUU en Kabul y al vicepresidente Joe Biden, y por elevación a la política de Barack Obama. Paralelamente, un informe del Congreso hecho público el lunes revela que los contribuyentes norteamericanos están financiando a los señores de la guerra e indirectamente a los talibanes.
Según informa el diario The New York Times, el dinero de los contribuyentes estadounidense está sirviendo, sin su conocimiento, para pagar a una red de señores de la guerra en Afganistán que gana millones de dólares escoltando convoyes de la OTAN.
La investigación, iniciada el año pasado por subcomité para la Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, ha descubierto que el dinero entregado a esos señores de la guerra está más cerca del cobro mafioso, ya que algunos de los convoyes que se negaron a pagar fueron posteriormente atacados por los mismos hombres que exigían dinero para darles seguridad.
El subcomité, dirigido por John F. Tierney, demócrata por Massachusetts, también encontró evidencias de que parte del dinero de los contribuyentes ha ido a parar a los talibanes, informa The New York Times. Varios supervisores de las empresas de transporte indicaron a los investigadores del Congreso que estaban convencidos de que una parte del dinero pagado por la escolta ha servido para sobornar a los talibanes para que no atacaran. +
Los señores de la guerra que reciben dinero estadounidense erosionan la autoridad del gobierno legítimo de Afganistán, que tanto los soldados como los marines estadounidenses están tratando de construir, y representan a largo plazo una amenaza para dicho gobierno cuando las tropas de EEUU y la OTAN dejen el país, prosigue el informe según el diario.
El dinero del contribuyente se va, entre otros, en un contrato llamado Host Nation Trucking, de 2.100 millones de dólares, que sirve para abonar el movimiento de comida y provisiones entre las 200 bases estadounidenses a través de esta árido y montañoso país que carece en muchos lugares de carreteras asfaltadas.
El informe de 79 páginas si titula Warlord Inc (empresa señores de la guerra) que dibuja un panorama anárquico en actual Afganistán, en el que las principales carreteras están controladas por grupos armados que trabajan al mejor postor y que no están sometidos a autoridad alguna y que son pagados por Estados Unidos.
Afganistán es el anfitrión de cientos de empresas privadas de seguridad no registradas que emplean a más de 70.000 personas armadas y sin supervisión. Ese mundo, llamado en Kabul, el Cuatro Ejército, detrás del estadounidense, los de la OTAN y los talibanes, está involucrado en numerosos casos de abusos y violaciones de los derechos humanos que nadie denuncia.
"Los principales subcontratistas de las empresas de seguridad son los señores de la Guerra, los hombres fuertes, los comandantes y los líderes de la milicia que compiten con el Gobierno central por el poder y la autoridad", se dice en el informe del Congreso.
"El florecimiento de señores actúa como aspiradora de la autoridad gubernamental, y sus intereses son en conflicto fundamental con los objetivos de EEUU de construir un Gobierno afgano fuerte", prosigue.
En el centro del problema, según la investigación, es que los militares estadounidenses pagan a empresas de transporte privadas el abastecimiento de sus tropas y deja a esas compañías la labor de protegerse a sí mismas. Las empresas tienen a contratar a señores de la guerra y comandantes para que les garantice su seguridad. Esta subcontratación se realiza sin control alguno del Departamento Defensa, pese a las claras instrucciones dadas desde el Congreso para el Pentágono efectúe esa comprobación. El informe establece que los militares destinados en Kabul no tenían conocimiento que las empresas de seguridad estaban pagando por esa protección ni cuánto, y que rara vez inspeccionan un convoy para investigar estos procedimientos.
El informe recomienda que los militares establezcan una clara separación entre la elección de la compañía transportista y su seguridad.
También nombra algunos de los señores de la guerra que controlan parte de las carreteras de Afganistán: Ruhullah, al que se le conoce como a muchos afganos por un nombre, tiene la reputación de ser un hombre sin piedad con los aldeanos de las zonas bajo su control. Matiullah Khan, cuyos 2.000 milicianos controlan la carretera entre Kandahar y Tirinkot, y Abdul Razziq, comandante de la policía de fronteras en Spin Boldak, una de las principales rutas para camiones en Kandahar.
Los 600 hombres de la milicia de Ruhullah trabajan para Watan Risk Management, una compañía de seguridad dirigida por Rashid y Rateb Popal, que son primos del presidente Hamid Karzai. En una entrevista realizada hace un mes, Popal negó que su empresa pague o haya pagado dinero a los talibanes. El informe del Congreso sostiene que Watan Risk Management y Ruhullah han recibido "varias decenas de millones de dólares" por escoltar convoyes de la OTAN.
"Mucho después de que EEUU deje Afganistán, y cierre la industria del negocio de la seguridad, estos señores de la guerra continuarán representado un papel mayor como centros autónomo de poder político, militar y económico" asegura el subcomité.
La situación en Afganistán parece cada vez más catastrófica. El máximo jefe militar de Estados Unidos y la OTAN en ese país, general Stanley McChristal, se encuentra de camino a Washington donde sus jefes (Casa Blanca, Pentágono) van a preguntarle por sus críticas publicadas en una revista al embajador de EEUU en Kabul y al vicepresidente Joe Biden, y por elevación a la política de Barack Obama. Paralelamente, un informe del Congreso hecho público el lunes revela que los contribuyentes norteamericanos están financiando a los señores de la guerra e indirectamente a los talibanes.
Según informa el diario The New York Times, el dinero de los contribuyentes estadounidense está sirviendo, sin su conocimiento, para pagar a una red de señores de la guerra en Afganistán que gana millones de dólares escoltando convoyes de la OTAN.
La investigación, iniciada el año pasado por subcomité para la Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, ha descubierto que el dinero entregado a esos señores de la guerra está más cerca del cobro mafioso, ya que algunos de los convoyes que se negaron a pagar fueron posteriormente atacados por los mismos hombres que exigían dinero para darles seguridad.
El subcomité, dirigido por John F. Tierney, demócrata por Massachusetts, también encontró evidencias de que parte del dinero de los contribuyentes ha ido a parar a los talibanes, informa The New York Times. Varios supervisores de las empresas de transporte indicaron a los investigadores del Congreso que estaban convencidos de que una parte del dinero pagado por la escolta ha servido para sobornar a los talibanes para que no atacaran. +
Los señores de la guerra que reciben dinero estadounidense erosionan la autoridad del gobierno legítimo de Afganistán, que tanto los soldados como los marines estadounidenses están tratando de construir, y representan a largo plazo una amenaza para dicho gobierno cuando las tropas de EEUU y la OTAN dejen el país, prosigue el informe según el diario.
El dinero del contribuyente se va, entre otros, en un contrato llamado Host Nation Trucking, de 2.100 millones de dólares, que sirve para abonar el movimiento de comida y provisiones entre las 200 bases estadounidenses a través de esta árido y montañoso país que carece en muchos lugares de carreteras asfaltadas.
El informe de 79 páginas si titula Warlord Inc (empresa señores de la guerra) que dibuja un panorama anárquico en actual Afganistán, en el que las principales carreteras están controladas por grupos armados que trabajan al mejor postor y que no están sometidos a autoridad alguna y que son pagados por Estados Unidos.
Afganistán es el anfitrión de cientos de empresas privadas de seguridad no registradas que emplean a más de 70.000 personas armadas y sin supervisión. Ese mundo, llamado en Kabul, el Cuatro Ejército, detrás del estadounidense, los de la OTAN y los talibanes, está involucrado en numerosos casos de abusos y violaciones de los derechos humanos que nadie denuncia.
"Los principales subcontratistas de las empresas de seguridad son los señores de la Guerra, los hombres fuertes, los comandantes y los líderes de la milicia que compiten con el Gobierno central por el poder y la autoridad", se dice en el informe del Congreso.
"El florecimiento de señores actúa como aspiradora de la autoridad gubernamental, y sus intereses son en conflicto fundamental con los objetivos de EEUU de construir un Gobierno afgano fuerte", prosigue.
En el centro del problema, según la investigación, es que los militares estadounidenses pagan a empresas de transporte privadas el abastecimiento de sus tropas y deja a esas compañías la labor de protegerse a sí mismas. Las empresas tienen a contratar a señores de la guerra y comandantes para que les garantice su seguridad. Esta subcontratación se realiza sin control alguno del Departamento Defensa, pese a las claras instrucciones dadas desde el Congreso para el Pentágono efectúe esa comprobación. El informe establece que los militares destinados en Kabul no tenían conocimiento que las empresas de seguridad estaban pagando por esa protección ni cuánto, y que rara vez inspeccionan un convoy para investigar estos procedimientos.
El informe recomienda que los militares establezcan una clara separación entre la elección de la compañía transportista y su seguridad.
También nombra algunos de los señores de la guerra que controlan parte de las carreteras de Afganistán: Ruhullah, al que se le conoce como a muchos afganos por un nombre, tiene la reputación de ser un hombre sin piedad con los aldeanos de las zonas bajo su control. Matiullah Khan, cuyos 2.000 milicianos controlan la carretera entre Kandahar y Tirinkot, y Abdul Razziq, comandante de la policía de fronteras en Spin Boldak, una de las principales rutas para camiones en Kandahar.
Los 600 hombres de la milicia de Ruhullah trabajan para Watan Risk Management, una compañía de seguridad dirigida por Rashid y Rateb Popal, que son primos del presidente Hamid Karzai. En una entrevista realizada hace un mes, Popal negó que su empresa pague o haya pagado dinero a los talibanes. El informe del Congreso sostiene que Watan Risk Management y Ruhullah han recibido "varias decenas de millones de dólares" por escoltar convoyes de la OTAN.
"Mucho después de que EEUU deje Afganistán, y cierre la industria del negocio de la seguridad, estos señores de la guerra continuarán representado un papel mayor como centros autónomo de poder político, militar y económico" asegura el subcomité.