Dimitió el primer ministro de Japón
Tokio, El País
Ocho meses y medio. Es que lo que ha logrado aguantar como primer ministro de Japón Yukio Hatoyama, que a última hora del martes anunció su dimisión en el seno de una reunión mantenida con senadores de su formación, el Partido Demócrata de Japón (PDJ).
Se espera que Hatoyama realice hoy un comunicado público haciendo oficial su decisión, aunque se desconoce si ofrecerá alguna información sobre su sucesor en el cargo.
La decisión de no trasladar la base estadounidense de Futenma fuera de la isla de Okinawa le ha acabado por costar el puesto a Hatoyama. Su gabinete ha quedado debilitado después de que el domingo el minoritario Partido Social Demócrata (PSD) abandonara la coalición de gobierno. Dos días antes, Hatoyama expulsó de su cargo a la ministra de consumo Mizuho Fukushima, del PSD, tras negarse ésta a dar su visto bueno a la decisión de mantener la base en la isla.
La dimisión del hasta ahora primer ministro, de 63 años, se ha debido principalmente a las presiones de los miembros de su propio partido, que han considerado a Hatoyama un lastre de cara a obtener buenos resultados en las elecciones para la cámara alta del próximo 11 de julio, unos comicios cruciales para el futuro político del PDJ, que debe sacar adelante un complicado paquete de reformas para la reactivación de la avejentada economía nipona.
Tras arrasar en las elecciones legislativas de 2009 y desbancar al derechista Partido Liberal Demócrata, que había copado casi ininterrumpidamente el poder en Japón durante medio siglo, Hatoyama arrancó su mandato el pasado septiembre con un puñado de ambiciosas reformas y promesas electorales bajo el brazo y una aprobación cercana al 90%, una popularidad que hasta ahora sólo había superado el ex primer ministro Junichiro Koizumi.
Sin embargo, Hatoyama ha visto como la popularidad de su gabinete ha ido cayendo en picado mes a mes, hasta contar con un índice de apobación inferior al 20%, según los últimos sondeos llevados a cabo por la agencia de noticias Kyodo y el diario Asahi Shimbun.
En este descalabro han influido tanto los escándalos de financiación que han salpicado al propio Hatoyama y a otro peso pesado de su partido, el secretario general Ichiro Ozawa, como el gran número de promesas electorales incumplidas, hasta el punto de que las continúas rectificaciones del ahora ex primer ministro han acabado por labrarle una imagen de político ingenuo y poco preparado para el cargo.
La promesa incumplida de retirar Futenma de Okinawa ha sido la que más ha desgastado su imagen, poniendo de manifiesto ante la opinión pública su incapacidad para negociar un acuerdo que contentara a todas las partes. Hatoyama optó al final por alcanzar exclusivamente un acuerdo con Washington, que quería mantener la base en la isla, y dejó de lado las exigencias de las autoridades de Okinawa y las del SPD, que exigían el traslado de Futenma fuera de la prefectura. Un error que le ha acabado costando el puesto.
Ocho meses y medio. Es que lo que ha logrado aguantar como primer ministro de Japón Yukio Hatoyama, que a última hora del martes anunció su dimisión en el seno de una reunión mantenida con senadores de su formación, el Partido Demócrata de Japón (PDJ).
Se espera que Hatoyama realice hoy un comunicado público haciendo oficial su decisión, aunque se desconoce si ofrecerá alguna información sobre su sucesor en el cargo.
La decisión de no trasladar la base estadounidense de Futenma fuera de la isla de Okinawa le ha acabado por costar el puesto a Hatoyama. Su gabinete ha quedado debilitado después de que el domingo el minoritario Partido Social Demócrata (PSD) abandonara la coalición de gobierno. Dos días antes, Hatoyama expulsó de su cargo a la ministra de consumo Mizuho Fukushima, del PSD, tras negarse ésta a dar su visto bueno a la decisión de mantener la base en la isla.
La dimisión del hasta ahora primer ministro, de 63 años, se ha debido principalmente a las presiones de los miembros de su propio partido, que han considerado a Hatoyama un lastre de cara a obtener buenos resultados en las elecciones para la cámara alta del próximo 11 de julio, unos comicios cruciales para el futuro político del PDJ, que debe sacar adelante un complicado paquete de reformas para la reactivación de la avejentada economía nipona.
Tras arrasar en las elecciones legislativas de 2009 y desbancar al derechista Partido Liberal Demócrata, que había copado casi ininterrumpidamente el poder en Japón durante medio siglo, Hatoyama arrancó su mandato el pasado septiembre con un puñado de ambiciosas reformas y promesas electorales bajo el brazo y una aprobación cercana al 90%, una popularidad que hasta ahora sólo había superado el ex primer ministro Junichiro Koizumi.
Sin embargo, Hatoyama ha visto como la popularidad de su gabinete ha ido cayendo en picado mes a mes, hasta contar con un índice de apobación inferior al 20%, según los últimos sondeos llevados a cabo por la agencia de noticias Kyodo y el diario Asahi Shimbun.
En este descalabro han influido tanto los escándalos de financiación que han salpicado al propio Hatoyama y a otro peso pesado de su partido, el secretario general Ichiro Ozawa, como el gran número de promesas electorales incumplidas, hasta el punto de que las continúas rectificaciones del ahora ex primer ministro han acabado por labrarle una imagen de político ingenuo y poco preparado para el cargo.
La promesa incumplida de retirar Futenma de Okinawa ha sido la que más ha desgastado su imagen, poniendo de manifiesto ante la opinión pública su incapacidad para negociar un acuerdo que contentara a todas las partes. Hatoyama optó al final por alcanzar exclusivamente un acuerdo con Washington, que quería mantener la base en la isla, y dejó de lado las exigencias de las autoridades de Okinawa y las del SPD, que exigían el traslado de Futenma fuera de la prefectura. Un error que le ha acabado costando el puesto.