Los conservadores ganan las elecciones británicas y se acercan a la mayoría
Walter Oppenheimer, El País
Los conservadores británicos liderados por David Cameron han ganado las elecciones británicas pero sigue en cuestión si conseguirán la mayoría absoluta. Escrutadas 413 de las 650 circunscripciones del país, los tories han ganado 206, los laboristas 154 y los liberal-demócratas 30. A estas alturas, los conservadores han aumentado en 53 su número de diputados respecto a 2005 y los laboristas han perdido 47. Los liberal-demócratas, en una noche decepcionante para ellos, tienen cinco menos que hace cinco años.
La victoria de Cameron fue adelantada nada más cerrarse los colegios electorales por un sondeo a pie de urna elaborado de forma conjunta por las tres grandes cadenas de televisión. Según ese sondeo, los conservadores acabarán logrando 305 escaños, frente a 255 de los laboristas, 61 de los liberal-demócratas y 29 de otros partidos.
De confirmarse esos pronósticos, Cameron estaría probablemente en condiciones de formar Gobierno. Nada más ser reelegido esta madrugada diputado por su circunscripción de Witney, Cameron no ha reclamado para sí el puesto de primer ministro, pero sí ha proclamado que los laboristas "han perdido su mandato para gobernar este país".
El lento recuento va poco a poco confirmando la victoria conservadora, pero los tories no consiguen ganar algunos de los escaños que necesitan para asegurarse la mayoría absoluta. Eso deja abiertas las puertas a laboristas y liberal-demócratas de llegar a sumar los escaños necesarios para intentar formar gobierno, pero esa posibilidad depende completamente del resultado final del reparto de asientos.
Gordon Brown, cuyo lenguaje corporal delataba su decepción por los resultados pese a ser reelegido con un gran incremento de su voto personal, se ha limitado a declarar: "Es mi obligación jugar un papel en la creación de un Gobierno fuerte y estable". Unas palabras que pueden interpretarse lo mismo como una intención de formar una coalición con los liberal-demócratas como un compromiso de dimitir y ceder el paso a David Cameron si concluye que este estñá en mejor posición de formar Gobierno,
Aunque el perdedor inicial de las elecciones es el laborista Gordon Brown, el liberal Nick Clegg parece destinado a ser el más decepcionado. El gran papel jugado durante la campaña no parece que se haya traducido en votos y su partido parece destinado a repetir los resultados de hace cinco años. Los votantes tal vez no se han atrevido a dar el golpe de gracia al bipartidismo, pero la injusticia del sistema electoral ha quedado más viva que nunca.
Sin confirmarse la mayoría absoluta
Aunque tampoco se puede descartar que los conservadores acaben consiguiendo la mayoría absoluta, el escenario electoral proyecta potencialmente cierta inestabilidad política en un momento particularmente delicado. No sólo por la situación económica general del Reino Unido, que debe afrontar un duro recorte del gasto público en los próximos años, sino porque las elecciones han coincidido con la crisis de Grecia, que empieza a contagiarse a las economías globales. Pese a la incógnita del resultado de los liberal-demócratas, la ausencia en principio de mayoría absoluta parece más un argumento a favor de la reforma electoral que en contra.
La noche electoral se ha visto empañada por las largas colas en los colegios electorales, que cerraron a las 22.00 dejando a miles de personas sin poder ejercer el derecho a votar. En otros colegios se decidió prolongar el tiempo de votación, pese a que está prohibido. Esos incidentes son una prueba de que los británicos acudieron en masa a las urnas para votar en las elecciones generales más inciertas desde 1974.
Algunos analistas estiman que la participación podría acabar rompiendo la barrera del 70%, pero parece difícil que acabe alcanzando el 77% registrado en 1992. Los colegios electorales abrieron a las 7.00 de la mañana y cerraron a las 22.00 de la noche (las 23.00 en la España peninsular). Dada la lentitud con que se lleva a cabo el recuento en el Reino Unido.
Casi 44,3 millones de votantes estaban inscritos en el registro electoral en diciembre pasado y más de 500.000 descargaron por Internet los formularios para registrarse durante la campaña electoral, por lo que la cifra final de votantes registrados puede superar fácilmente los 44,5 millones de personas. No sólo los británicos pudieron votar ayer: también los irlandeses y los ciudadanos de países de la Commonwealth residentes legalmente en el Reino Unido y mayores de 18 años tienen derecho a voto.
A las elecciones generales se han presentado en torno a 4.150 candidatos de los que serán elegidos 650. La votación por el escaño de Thirsk and Malton, sin embargo, no se llevará a cabo hasta el 27 de mayo debido al fallecimiento de uno de los candidatos.
Los conservadores británicos liderados por David Cameron han ganado las elecciones británicas pero sigue en cuestión si conseguirán la mayoría absoluta. Escrutadas 413 de las 650 circunscripciones del país, los tories han ganado 206, los laboristas 154 y los liberal-demócratas 30. A estas alturas, los conservadores han aumentado en 53 su número de diputados respecto a 2005 y los laboristas han perdido 47. Los liberal-demócratas, en una noche decepcionante para ellos, tienen cinco menos que hace cinco años.
La victoria de Cameron fue adelantada nada más cerrarse los colegios electorales por un sondeo a pie de urna elaborado de forma conjunta por las tres grandes cadenas de televisión. Según ese sondeo, los conservadores acabarán logrando 305 escaños, frente a 255 de los laboristas, 61 de los liberal-demócratas y 29 de otros partidos.
De confirmarse esos pronósticos, Cameron estaría probablemente en condiciones de formar Gobierno. Nada más ser reelegido esta madrugada diputado por su circunscripción de Witney, Cameron no ha reclamado para sí el puesto de primer ministro, pero sí ha proclamado que los laboristas "han perdido su mandato para gobernar este país".
El lento recuento va poco a poco confirmando la victoria conservadora, pero los tories no consiguen ganar algunos de los escaños que necesitan para asegurarse la mayoría absoluta. Eso deja abiertas las puertas a laboristas y liberal-demócratas de llegar a sumar los escaños necesarios para intentar formar gobierno, pero esa posibilidad depende completamente del resultado final del reparto de asientos.
Gordon Brown, cuyo lenguaje corporal delataba su decepción por los resultados pese a ser reelegido con un gran incremento de su voto personal, se ha limitado a declarar: "Es mi obligación jugar un papel en la creación de un Gobierno fuerte y estable". Unas palabras que pueden interpretarse lo mismo como una intención de formar una coalición con los liberal-demócratas como un compromiso de dimitir y ceder el paso a David Cameron si concluye que este estñá en mejor posición de formar Gobierno,
Aunque el perdedor inicial de las elecciones es el laborista Gordon Brown, el liberal Nick Clegg parece destinado a ser el más decepcionado. El gran papel jugado durante la campaña no parece que se haya traducido en votos y su partido parece destinado a repetir los resultados de hace cinco años. Los votantes tal vez no se han atrevido a dar el golpe de gracia al bipartidismo, pero la injusticia del sistema electoral ha quedado más viva que nunca.
Sin confirmarse la mayoría absoluta
Aunque tampoco se puede descartar que los conservadores acaben consiguiendo la mayoría absoluta, el escenario electoral proyecta potencialmente cierta inestabilidad política en un momento particularmente delicado. No sólo por la situación económica general del Reino Unido, que debe afrontar un duro recorte del gasto público en los próximos años, sino porque las elecciones han coincidido con la crisis de Grecia, que empieza a contagiarse a las economías globales. Pese a la incógnita del resultado de los liberal-demócratas, la ausencia en principio de mayoría absoluta parece más un argumento a favor de la reforma electoral que en contra.
La noche electoral se ha visto empañada por las largas colas en los colegios electorales, que cerraron a las 22.00 dejando a miles de personas sin poder ejercer el derecho a votar. En otros colegios se decidió prolongar el tiempo de votación, pese a que está prohibido. Esos incidentes son una prueba de que los británicos acudieron en masa a las urnas para votar en las elecciones generales más inciertas desde 1974.
Algunos analistas estiman que la participación podría acabar rompiendo la barrera del 70%, pero parece difícil que acabe alcanzando el 77% registrado en 1992. Los colegios electorales abrieron a las 7.00 de la mañana y cerraron a las 22.00 de la noche (las 23.00 en la España peninsular). Dada la lentitud con que se lleva a cabo el recuento en el Reino Unido.
Casi 44,3 millones de votantes estaban inscritos en el registro electoral en diciembre pasado y más de 500.000 descargaron por Internet los formularios para registrarse durante la campaña electoral, por lo que la cifra final de votantes registrados puede superar fácilmente los 44,5 millones de personas. No sólo los británicos pudieron votar ayer: también los irlandeses y los ciudadanos de países de la Commonwealth residentes legalmente en el Reino Unido y mayores de 18 años tienen derecho a voto.
A las elecciones generales se han presentado en torno a 4.150 candidatos de los que serán elegidos 650. La votación por el escaño de Thirsk and Malton, sin embargo, no se llevará a cabo hasta el 27 de mayo debido al fallecimiento de uno de los candidatos.