La cuarta huelga general en Grecia desde febrero se cobra tres muertos
M. A. S.-VALLEJO, Agencias
La inestabilidad que vive Grecia desde hace meses por culpa de la crisis financiera dio ayer un salto cualitativo tras los violentos incidentes que siguieron a la manifestación convocada en Atenas con motivo de la huelga general, la cuarta desde febrero. Al término de la marcha, en la que participaron unas 100.000 personas según los sindicatos y 25.000 en cálculos de la policía, un grupo de desconocidos arrojó un cóctel molotov contra una sucursal del banco Marfin Egnatia en el centro de Atenas, que permanecía abierta pese a la convocatoria de huelga.
El local fue pasto de las llamas en pocos minutos, y tres empleados que intentaron refugiarse en el tercer piso del inmueble murieron por asfixia. Además de las víctimas mortales (dos mujeres -una intentó saltar por el balcón- y un hombre), en el ataque al banco se registraron 10 heridos, dos de ellos muy graves por inhalación de humo.
Varios edificios públicos, entre ellos una oficina de Hacienda y otra municipal, fueron atacados con artefactos incendiarios, mientras en numerosos puntos de la ciudad se producían enfrentamientos entre antidisturbios y encapuchados. La violencia fue tal que las autoridades declararon en "estado de alerta general" a la policía, medida rara vez empleada; todos los agentes, tanto activos como de permiso o baja, fueron movilizados para sofocar los numerosos episodios de guerrilla urbana. Los antidisturbios sellaron el barrio de Exarjia, bastión de radicales y antisistema, en busca de los autores del ataque al banco.
El primer ministro griego, Yorgos Papandreu, denunció ante el Parlamento, en una alocución televisada, "el brutal acto asesino". "Tres familias viven hoy un drama sin razón alguna. La violencia sólo lleva a la violencia", señaló el jefe del Gobierno, que justificó de nuevo los impopulares recortes previstos en el plan de ajuste. "Es necesario que todas las fuerzas políticas envíen un mensaje de responsabilidad", añadió, apelando a la unidad nacional ante la crisis. En el momento del ataque, la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento examinaba el plan de austeridad adoptado el domingo por el Gobierno.
Los acontecimientos distrajeron la atención de los datos sobre el seguimiento de la huelga. El paro fue prácticamente total en los medios de transporte públicos; el tráfico aéreo, marítimo y ferroviario quedó paralizado. Salvo las televisiones, los medios de comunicación secundaron también masivamente la convocatoria, y sólo dos diarios interrumpieron el paro para informar de los sucesos en su edición digital. Mientras, la Bolsa de Atenas cerró la sesión con una caída del 3,9%.
La inestabilidad que vive Grecia desde hace meses por culpa de la crisis financiera dio ayer un salto cualitativo tras los violentos incidentes que siguieron a la manifestación convocada en Atenas con motivo de la huelga general, la cuarta desde febrero. Al término de la marcha, en la que participaron unas 100.000 personas según los sindicatos y 25.000 en cálculos de la policía, un grupo de desconocidos arrojó un cóctel molotov contra una sucursal del banco Marfin Egnatia en el centro de Atenas, que permanecía abierta pese a la convocatoria de huelga.
El local fue pasto de las llamas en pocos minutos, y tres empleados que intentaron refugiarse en el tercer piso del inmueble murieron por asfixia. Además de las víctimas mortales (dos mujeres -una intentó saltar por el balcón- y un hombre), en el ataque al banco se registraron 10 heridos, dos de ellos muy graves por inhalación de humo.
Varios edificios públicos, entre ellos una oficina de Hacienda y otra municipal, fueron atacados con artefactos incendiarios, mientras en numerosos puntos de la ciudad se producían enfrentamientos entre antidisturbios y encapuchados. La violencia fue tal que las autoridades declararon en "estado de alerta general" a la policía, medida rara vez empleada; todos los agentes, tanto activos como de permiso o baja, fueron movilizados para sofocar los numerosos episodios de guerrilla urbana. Los antidisturbios sellaron el barrio de Exarjia, bastión de radicales y antisistema, en busca de los autores del ataque al banco.
El primer ministro griego, Yorgos Papandreu, denunció ante el Parlamento, en una alocución televisada, "el brutal acto asesino". "Tres familias viven hoy un drama sin razón alguna. La violencia sólo lleva a la violencia", señaló el jefe del Gobierno, que justificó de nuevo los impopulares recortes previstos en el plan de ajuste. "Es necesario que todas las fuerzas políticas envíen un mensaje de responsabilidad", añadió, apelando a la unidad nacional ante la crisis. En el momento del ataque, la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento examinaba el plan de austeridad adoptado el domingo por el Gobierno.
Los acontecimientos distrajeron la atención de los datos sobre el seguimiento de la huelga. El paro fue prácticamente total en los medios de transporte públicos; el tráfico aéreo, marítimo y ferroviario quedó paralizado. Salvo las televisiones, los medios de comunicación secundaron también masivamente la convocatoria, y sólo dos diarios interrumpieron el paro para informar de los sucesos en su edición digital. Mientras, la Bolsa de Atenas cerró la sesión con una caída del 3,9%.