En el Misisipi ya huele a petróleo
David Alandete, El País
En el delta del río Misisipi, en los embarcaderos en los que la mayoría de barcos llevan atracados desde hace una semana por la imposibilidad de faenar, ya se nota el olor dulzón del petróleo derramado tras la explosión de la plataforma Deepwater horizon de la petrolera británica BP, en la que murieron 11 personas el pasado 20 de abril. La mancha ha cubierto la parte norte de las islas Chandeleur, a unos 40 kilómetros de aquí, y según las autoridades estatales, que tienen imágenes captadas vía satélite, el crudo se acerca, con su color anaranjado y verdoso, inexorablemente hacia los pantanos y marismas de la margen oriental del río.
No se puede pescar en aguas federales y el Gobierno de Luisiana ha prohibido faenar en diversos puntos de las costas estatales, afectando eminentemente a la recolección de ostras. La última prohibición llegó el pasado jueves por la noche. El Departamento de Pesca cerró las marismas al este del río a la captura de gamba, justo cuando comienza su temporada. "Estamos controlando constantemente las aguas para cerrar las que puedan quedar contaminadas para la pesca", aseguró su responsable.
Eso significa más inactividad y más frustración para unos pescadores que han pasado de la incredulidad al nerviosismo. La semana pasada, muchos confiaban en que la corriente del golfo de México se llevara la mancha de crudo hacia el sur de Florida. Hoy, ante las previsiones del Gobierno, parece más un deseo que una previsión creíble. Según las estimaciones de las autoridades medioambientales, el petróleo podría llegar a manchar mañana diversas marismas del río.
En esta pequeña comunidad de pescadores aún se ven los efectos que tuvo hace cinco años el huracán Katrina: casas destrozadas, remolques ocupados por familias enteras, cementerios con tumbas recientes. Antes de Katrina, aquí vivían 67.200 personas. Hoy, aguantan menos de la mitad. El presidente de la parroquia de St. Bernard, Craig Taffaro, reunió el jueves a los pescadores para darles una mala noticia: la zona puede tener la dudosa distinción de ser el primer punto en tierra firme manchado por el crudo.
Según Taffaro, BP se ha preocupado de dispersar disolventes contra el crudo, pero no de proteger a los humildes pescadores: "Nuestra pesca y nuestro sustento en St. Bernard dependen de ello. Tienen medios desplegados de aquí a Florida, pero ninguno en St. Bernard". Muchos de los puntos donde se espera o se ha producido ya el impacto, incluidas las islas Chandeleur, son hábitat de diversas especies de aves.
El jueves, el Departamento de Agricultura envió 3.000 jaulas a la zona de Plaquemines, al sur de Nueva Orleans, para evacuar pájaros para su limpieza. De momento, ya han aparecido en las islas de Grand Gosier, cerca de la costa, dos alcatraces muertos, cubiertos de petróleo.
El olor se nota en distintos puntos del golfo de México. Se percibía anteayer por la noche en Nueva Orleans y se nota constantemente en esta pequeña localidad. El Departamento de Sanidad y Hospitales del Gobierno estatal ha recibido ya, al menos, una docena de quejas por ráfagas de hedor que recorren las costas y que provocan dolor de cabeza, irritación de los ojos y náuseas.
"A corto plazo es más probable que padezcan estos efectos los trabajadores que están participando en la retirada del crudo", explica Jonathan Ward, profesor de toxicología ambiental en la Universidad de Tejas. "A largo plazo, si la exposición es reiterada, podrían desarrollar enfermedades crónicas. Es muy importante que tomen las medidas de protección adecuadas, o podría suceder algo similar a lo que les ocurrió a los trabajadores que tomaron parte en la limpieza tras los atentados contra las torres en Nueva York, en 2001".
En la madrugada del jueves, BP, empresa responsable de la plataforma hundida, inició la colocación de una campana de acero y cemento de 12 metros de altura y 100 toneladas de peso sobre una de las dos fugas de petróleo que quedan abiertas, a 1.500 metros de profundidad, en el lecho marino. "Esto es algo muy complejo que nunca hemos probado antes", dijo un portavoz de BP, David Nichols. "No podemos garantizar que vaya a tener éxito".
En el delta del río Misisipi, en los embarcaderos en los que la mayoría de barcos llevan atracados desde hace una semana por la imposibilidad de faenar, ya se nota el olor dulzón del petróleo derramado tras la explosión de la plataforma Deepwater horizon de la petrolera británica BP, en la que murieron 11 personas el pasado 20 de abril. La mancha ha cubierto la parte norte de las islas Chandeleur, a unos 40 kilómetros de aquí, y según las autoridades estatales, que tienen imágenes captadas vía satélite, el crudo se acerca, con su color anaranjado y verdoso, inexorablemente hacia los pantanos y marismas de la margen oriental del río.
No se puede pescar en aguas federales y el Gobierno de Luisiana ha prohibido faenar en diversos puntos de las costas estatales, afectando eminentemente a la recolección de ostras. La última prohibición llegó el pasado jueves por la noche. El Departamento de Pesca cerró las marismas al este del río a la captura de gamba, justo cuando comienza su temporada. "Estamos controlando constantemente las aguas para cerrar las que puedan quedar contaminadas para la pesca", aseguró su responsable.
Eso significa más inactividad y más frustración para unos pescadores que han pasado de la incredulidad al nerviosismo. La semana pasada, muchos confiaban en que la corriente del golfo de México se llevara la mancha de crudo hacia el sur de Florida. Hoy, ante las previsiones del Gobierno, parece más un deseo que una previsión creíble. Según las estimaciones de las autoridades medioambientales, el petróleo podría llegar a manchar mañana diversas marismas del río.
En esta pequeña comunidad de pescadores aún se ven los efectos que tuvo hace cinco años el huracán Katrina: casas destrozadas, remolques ocupados por familias enteras, cementerios con tumbas recientes. Antes de Katrina, aquí vivían 67.200 personas. Hoy, aguantan menos de la mitad. El presidente de la parroquia de St. Bernard, Craig Taffaro, reunió el jueves a los pescadores para darles una mala noticia: la zona puede tener la dudosa distinción de ser el primer punto en tierra firme manchado por el crudo.
Según Taffaro, BP se ha preocupado de dispersar disolventes contra el crudo, pero no de proteger a los humildes pescadores: "Nuestra pesca y nuestro sustento en St. Bernard dependen de ello. Tienen medios desplegados de aquí a Florida, pero ninguno en St. Bernard". Muchos de los puntos donde se espera o se ha producido ya el impacto, incluidas las islas Chandeleur, son hábitat de diversas especies de aves.
El jueves, el Departamento de Agricultura envió 3.000 jaulas a la zona de Plaquemines, al sur de Nueva Orleans, para evacuar pájaros para su limpieza. De momento, ya han aparecido en las islas de Grand Gosier, cerca de la costa, dos alcatraces muertos, cubiertos de petróleo.
El olor se nota en distintos puntos del golfo de México. Se percibía anteayer por la noche en Nueva Orleans y se nota constantemente en esta pequeña localidad. El Departamento de Sanidad y Hospitales del Gobierno estatal ha recibido ya, al menos, una docena de quejas por ráfagas de hedor que recorren las costas y que provocan dolor de cabeza, irritación de los ojos y náuseas.
"A corto plazo es más probable que padezcan estos efectos los trabajadores que están participando en la retirada del crudo", explica Jonathan Ward, profesor de toxicología ambiental en la Universidad de Tejas. "A largo plazo, si la exposición es reiterada, podrían desarrollar enfermedades crónicas. Es muy importante que tomen las medidas de protección adecuadas, o podría suceder algo similar a lo que les ocurrió a los trabajadores que tomaron parte en la limpieza tras los atentados contra las torres en Nueva York, en 2001".
En la madrugada del jueves, BP, empresa responsable de la plataforma hundida, inició la colocación de una campana de acero y cemento de 12 metros de altura y 100 toneladas de peso sobre una de las dos fugas de petróleo que quedan abiertas, a 1.500 metros de profundidad, en el lecho marino. "Esto es algo muy complejo que nunca hemos probado antes", dijo un portavoz de BP, David Nichols. "No podemos garantizar que vaya a tener éxito".