Ahmadineyad reta con proseguir su programa nuclear
Antonio Caño, Nueva York, El País
Sin concesiones ni gestos conciliadores, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, ha ocupado personalmente la tribuna de Naciones Unidas para advertirle al mundo de que no va a detener la investigación de energía nuclear y que no va a aceptar el control de la ONU, a la que considera un mero instrumento al servicio de Estados Unidos. Con su desafío, el líder iraní pone en primer plano una crisis que puede amenazar la estabilidad internacional y potencia el riesgo de una carrera armamentista en Oriente Próximo.
En la apertura de la conferencia para la revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), en Nueva York, Ahmadineyad, el único jefe de Estado que ha tomado la palabra, ha desmentido las sospechas de que su país esté intentando fabricar armas nucleares y ha asegurado que está siendo víctima de una campaña de intoxicación de parte de Estados Unidos y de sus aliados sin que exista "ni una sola prueba" que respalde sus acusaciones.
Las palabras del presidente iraní, que provocaron que Estados Unidos y otras delegaciones, entre ellas la de Francia, abandonaran el salón de la Asamblea General, han decepcionado a la Administración norteamericana y al propio secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que unos minutos antes se había dirigido al mismo foro para afirmar que "Irán tiene la responsabilidad de clarificar las dudas y las preocupaciones sobre su programa nuclear".
Estados Unidos, que debía responder en la ONU por medio de un discurso de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, ve frustrada así cualquier posibilidad de resolver este conflicto a través del diálogo. El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, ha declarado que Ahmadineyad había "perdido la oportunidad de aceptar sus obligaciones con la comunidad internacional".
Basado en el principio de "energía nuclear para todos y armas nucleares para nadie", el presidente iraní ha defendido su derecho a desarrollar un programa nuclear y le ha negado a Estados Unidos o a cualquiera la autoridad para inspeccionar ese programa. Tampoco a la ONU o a su Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), de las que ha dicho que están siendo "explotadas" por el Gobierno norteamericano para satisfacer su estrategia.
"El OIEA presiona a países que no tenemos armas nucleares bajo la excusa de la no proliferación mientras que es complaciente con los países que sí tienen armas nucleares y que quieren conservarlas para mantener su superioridad sobre los demás", ha manifestado. "Su único propósito", ha afirmado, "es asegurarse que se mantiene el actual monopolio".
Según Ahmadineyad, su país "no necesita armas nucleares" ni representa ningún peligro para el mundo. "La única amenaza procede", ha dicho, "del único país que ha usado hasta ahora el arma nuclear y que sigue amenazando con utilizarlas contra mi nación y otras".
Sin expectativas
Aunque el Gobierno norteamericano no había depositado grandes expectativas en este discurso, quedaba un hilo de esperanza de que Ahmadineyad llegara a Nueva York con algún tipo de oferta para negociar. No ha sido así. Su única propuesta, aunque largamente expuesta en un plan de 11 puntos, fue la de la completa destrucción de los arsenales nucleares de Estados Unidos.
No parece quedar ya más salida que la del enfrentamiento. Primero, con sanciones económicas. Después, si estas no funcionan, como creen muchos, la Administración norteamericana mantiene sobre la mesa todas las opciones posibles para asegurarse de que Irán, cuyo Gobierno aboga por la destrucción de Israel, no se hace con armamento atómico.
Esta conferencia va a ser una buena oportunidad para que Estados Unidos genere consenso internacional sobre esa causa. Varios países influyentes implicados en el desarrollo nuclear con fines pacíficos, como Brasil, Egipto o Turquía, no están muy convencidos de presionar a Irán mientras se evitan medidas contra Israel, que no es firmante del TNP y posee, aunque no de forma reconocida, armamento atómico.
Francia es actualmente el principal impulsor en el Consejo de Seguridad de una resolución con nuevas sanciones económicas para aislar al régimen iraní. Rusia y China, otros dos países con derecho a veto, han evolucionado en las últimas semanas en dirección favorable a esas sanciones, pero pretenden eliminar aquellas que puedan perjudicar a los ciudadanos iraníes. Estados Unidos, por su parte, intenta un equilibrio entre unas sanciones lo suficientemente duras como para ser eficaces y un respaldo mayoritario -unánime, a ser posible- en el Consejo de Seguridad.
Con el fin de dar la mayor legitimidad posible a su posición, Hillary Clinton tenía previsto anunciar en su discurso las cifras exactas de su arsenal nuclear, mantenido hasta ahora en secreto -excepto las que están incluidas en los acuerdos con Rusia-, así como nuevos fondos para la misión de la OIEA. Fuentes diplomáticas en la ONU estiman que la votación de esas sanciones se producirá, probablemente, tras la clausura de esta conferencia, el 28 de mayo.
Sin concesiones ni gestos conciliadores, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, ha ocupado personalmente la tribuna de Naciones Unidas para advertirle al mundo de que no va a detener la investigación de energía nuclear y que no va a aceptar el control de la ONU, a la que considera un mero instrumento al servicio de Estados Unidos. Con su desafío, el líder iraní pone en primer plano una crisis que puede amenazar la estabilidad internacional y potencia el riesgo de una carrera armamentista en Oriente Próximo.
En la apertura de la conferencia para la revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), en Nueva York, Ahmadineyad, el único jefe de Estado que ha tomado la palabra, ha desmentido las sospechas de que su país esté intentando fabricar armas nucleares y ha asegurado que está siendo víctima de una campaña de intoxicación de parte de Estados Unidos y de sus aliados sin que exista "ni una sola prueba" que respalde sus acusaciones.
Las palabras del presidente iraní, que provocaron que Estados Unidos y otras delegaciones, entre ellas la de Francia, abandonaran el salón de la Asamblea General, han decepcionado a la Administración norteamericana y al propio secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que unos minutos antes se había dirigido al mismo foro para afirmar que "Irán tiene la responsabilidad de clarificar las dudas y las preocupaciones sobre su programa nuclear".
Estados Unidos, que debía responder en la ONU por medio de un discurso de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, ve frustrada así cualquier posibilidad de resolver este conflicto a través del diálogo. El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, ha declarado que Ahmadineyad había "perdido la oportunidad de aceptar sus obligaciones con la comunidad internacional".
Basado en el principio de "energía nuclear para todos y armas nucleares para nadie", el presidente iraní ha defendido su derecho a desarrollar un programa nuclear y le ha negado a Estados Unidos o a cualquiera la autoridad para inspeccionar ese programa. Tampoco a la ONU o a su Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), de las que ha dicho que están siendo "explotadas" por el Gobierno norteamericano para satisfacer su estrategia.
"El OIEA presiona a países que no tenemos armas nucleares bajo la excusa de la no proliferación mientras que es complaciente con los países que sí tienen armas nucleares y que quieren conservarlas para mantener su superioridad sobre los demás", ha manifestado. "Su único propósito", ha afirmado, "es asegurarse que se mantiene el actual monopolio".
Según Ahmadineyad, su país "no necesita armas nucleares" ni representa ningún peligro para el mundo. "La única amenaza procede", ha dicho, "del único país que ha usado hasta ahora el arma nuclear y que sigue amenazando con utilizarlas contra mi nación y otras".
Sin expectativas
Aunque el Gobierno norteamericano no había depositado grandes expectativas en este discurso, quedaba un hilo de esperanza de que Ahmadineyad llegara a Nueva York con algún tipo de oferta para negociar. No ha sido así. Su única propuesta, aunque largamente expuesta en un plan de 11 puntos, fue la de la completa destrucción de los arsenales nucleares de Estados Unidos.
No parece quedar ya más salida que la del enfrentamiento. Primero, con sanciones económicas. Después, si estas no funcionan, como creen muchos, la Administración norteamericana mantiene sobre la mesa todas las opciones posibles para asegurarse de que Irán, cuyo Gobierno aboga por la destrucción de Israel, no se hace con armamento atómico.
Esta conferencia va a ser una buena oportunidad para que Estados Unidos genere consenso internacional sobre esa causa. Varios países influyentes implicados en el desarrollo nuclear con fines pacíficos, como Brasil, Egipto o Turquía, no están muy convencidos de presionar a Irán mientras se evitan medidas contra Israel, que no es firmante del TNP y posee, aunque no de forma reconocida, armamento atómico.
Francia es actualmente el principal impulsor en el Consejo de Seguridad de una resolución con nuevas sanciones económicas para aislar al régimen iraní. Rusia y China, otros dos países con derecho a veto, han evolucionado en las últimas semanas en dirección favorable a esas sanciones, pero pretenden eliminar aquellas que puedan perjudicar a los ciudadanos iraníes. Estados Unidos, por su parte, intenta un equilibrio entre unas sanciones lo suficientemente duras como para ser eficaces y un respaldo mayoritario -unánime, a ser posible- en el Consejo de Seguridad.
Con el fin de dar la mayor legitimidad posible a su posición, Hillary Clinton tenía previsto anunciar en su discurso las cifras exactas de su arsenal nuclear, mantenido hasta ahora en secreto -excepto las que están incluidas en los acuerdos con Rusia-, así como nuevos fondos para la misión de la OIEA. Fuentes diplomáticas en la ONU estiman que la votación de esas sanciones se producirá, probablemente, tras la clausura de esta conferencia, el 28 de mayo.