Mazazo a la aviación europea
LARA OTERO, Madrid, El País
Cuando el sector de la aviación comercial empezaba a levantar cabeza tras los peores resultados económicos en su medio siglo de historia llegó el volcán. Una situación sin precedentes en todo el mundo por la cantidad de aerolíneas y viajeros afectados. El 11-S cambió (y encareció) para siempre el negocio por las medidas de seguridad que se implementaron a partir de los atentados, pero la erupción del volcán del glaciar islandés Eyjafjalla lleva camino de convertirse en la mayor alteración en el tráfico aéreo jamás vista.
El cierre simultáneo de Londres-Heathrow, París-Charles de Gaulle, Frankfurt y Amsterdam (cuatro de los ocho mayores centros de conexión del mundo o hubs) implica que la nube sobre Europa está dando al traste con los planes de las compañías también al otro lado del planeta, como Singapore Airlines o la australiana Qantas. Ryanair, la mayor aerolínea de bajo coste de Europa, ya ha decidido de forma expeditiva cancelar todos sus vuelos hasta mediodía del lunes. Por si acaso.
Las pérdidas de la industria en los dos años de recesión mundial sumaron unos 25.300 millones de dólares (18.650 millones de euros), mil millones más que el bienio negro tras los atentados del 11-S, según los datos de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, en inglés).
Sólo las pérdidas de ingresos por el bloqueo de la mayor parte del espacio aéreo de Europa suponen más de 200 millones de dólares (150 millones de euros) diarios para todo el sector de aerolíneas, en una primera y “conservadora” estimación de la IATA. Y a eso hay que sumar los costes de los desvíos de aviones y de la atención a los pasajeros, de los que no se sugiere ninguna cifra de momento.
Un analista de transporte citado por Reuters, Douglas McNeill, calcula que para las aerolíneas grandes como British Airways o Lufthansa supondrá un coste de unos 16 millones de dólares (11,8 millones de euros) diarios, frente a los 10 millones de pérdidas que sufrió British por cada jornada de la reciente huelga de auxiliares de vuelo.
Sería mucho peor que además les afectase la ceniza. Las aerolíneas tendrían que gastarse ingentes cantidades de dinero en poner a punto los aviones. Una inspección técnica cuesta unos 25.000 euros por aparato pero tener el avión parado son otros 200.000 diarios. Si además hay que hacer revisión de motores, la broma asciende a 2,2 millones de euros. Cada uno.
Y aunque el menor consumo de queroseno por el bloqueo aliviará un poco la cuenta, los analistas consideran que el impacto a la baja en el precio del combustible (que había aumentado un 6,5% en el último mes por la recuperación de la demanda) será mínimo una vez que se reanuden los vuelos.
Tampoco los seguros ayudarán a paliar la sangría dado que es raro que las pólizas que contratan las compañías aéreas incluyan los riesgos por cancelaciones, y menos por sucesos como una erupción volcánica.
El impacto en el resto de la economía europea es de momento dudoso. Aunque las bolsas europeas registraron ayer perdidas de entorno al 1,5%, se atribuyen más al efecto sobre los bancos de las investigaciones sobre Goldman Sachs que a las dudas que pueda arrojar la erupción en Islandia sobre la recuperación de la economía europea.
Obviamente muchas reuniones de negocios y políticas han tenido que ser aplazadas pero los expertos no consideran de momento la posibilidad de que el bloqueo aéreo afecte a las cadenas de producción por falta de suministros.
Eso sí, el transporte aéreo de mercancías, sobre todo perecederas de alto valor como las flores, sufrirá pérdidas importantes, pero la mayoría de los productos que se suelen transportar por avión como el correo o los microchips, pueden pasar sin demasiado problema a la carretera o el barco.
De momento no se ha dado la situación más grave: que la ceniza del volcán se precipitase masivamente sobre la tierra (hasta ahora se ha mantenido en las capas altas de la atmósfera), si bien los expertos consideran que los gases y partículas de esta erupción en concreto son poco tóxicas. Las alertas sanitarias se dispararían para evitar graves daños a la salud de las personas con problemas respiratiorios.
Cuando el sector de la aviación comercial empezaba a levantar cabeza tras los peores resultados económicos en su medio siglo de historia llegó el volcán. Una situación sin precedentes en todo el mundo por la cantidad de aerolíneas y viajeros afectados. El 11-S cambió (y encareció) para siempre el negocio por las medidas de seguridad que se implementaron a partir de los atentados, pero la erupción del volcán del glaciar islandés Eyjafjalla lleva camino de convertirse en la mayor alteración en el tráfico aéreo jamás vista.
El cierre simultáneo de Londres-Heathrow, París-Charles de Gaulle, Frankfurt y Amsterdam (cuatro de los ocho mayores centros de conexión del mundo o hubs) implica que la nube sobre Europa está dando al traste con los planes de las compañías también al otro lado del planeta, como Singapore Airlines o la australiana Qantas. Ryanair, la mayor aerolínea de bajo coste de Europa, ya ha decidido de forma expeditiva cancelar todos sus vuelos hasta mediodía del lunes. Por si acaso.
Las pérdidas de la industria en los dos años de recesión mundial sumaron unos 25.300 millones de dólares (18.650 millones de euros), mil millones más que el bienio negro tras los atentados del 11-S, según los datos de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, en inglés).
Sólo las pérdidas de ingresos por el bloqueo de la mayor parte del espacio aéreo de Europa suponen más de 200 millones de dólares (150 millones de euros) diarios para todo el sector de aerolíneas, en una primera y “conservadora” estimación de la IATA. Y a eso hay que sumar los costes de los desvíos de aviones y de la atención a los pasajeros, de los que no se sugiere ninguna cifra de momento.
Un analista de transporte citado por Reuters, Douglas McNeill, calcula que para las aerolíneas grandes como British Airways o Lufthansa supondrá un coste de unos 16 millones de dólares (11,8 millones de euros) diarios, frente a los 10 millones de pérdidas que sufrió British por cada jornada de la reciente huelga de auxiliares de vuelo.
Sería mucho peor que además les afectase la ceniza. Las aerolíneas tendrían que gastarse ingentes cantidades de dinero en poner a punto los aviones. Una inspección técnica cuesta unos 25.000 euros por aparato pero tener el avión parado son otros 200.000 diarios. Si además hay que hacer revisión de motores, la broma asciende a 2,2 millones de euros. Cada uno.
Y aunque el menor consumo de queroseno por el bloqueo aliviará un poco la cuenta, los analistas consideran que el impacto a la baja en el precio del combustible (que había aumentado un 6,5% en el último mes por la recuperación de la demanda) será mínimo una vez que se reanuden los vuelos.
Tampoco los seguros ayudarán a paliar la sangría dado que es raro que las pólizas que contratan las compañías aéreas incluyan los riesgos por cancelaciones, y menos por sucesos como una erupción volcánica.
El impacto en el resto de la economía europea es de momento dudoso. Aunque las bolsas europeas registraron ayer perdidas de entorno al 1,5%, se atribuyen más al efecto sobre los bancos de las investigaciones sobre Goldman Sachs que a las dudas que pueda arrojar la erupción en Islandia sobre la recuperación de la economía europea.
Obviamente muchas reuniones de negocios y políticas han tenido que ser aplazadas pero los expertos no consideran de momento la posibilidad de que el bloqueo aéreo afecte a las cadenas de producción por falta de suministros.
Eso sí, el transporte aéreo de mercancías, sobre todo perecederas de alto valor como las flores, sufrirá pérdidas importantes, pero la mayoría de los productos que se suelen transportar por avión como el correo o los microchips, pueden pasar sin demasiado problema a la carretera o el barco.
De momento no se ha dado la situación más grave: que la ceniza del volcán se precipitase masivamente sobre la tierra (hasta ahora se ha mantenido en las capas altas de la atmósfera), si bien los expertos consideran que los gases y partículas de esta erupción en concreto son poco tóxicas. Las alertas sanitarias se dispararían para evitar graves daños a la salud de las personas con problemas respiratiorios.