Los cielos europeos se abren de nuevo
Ricardo Martínez de Rituerto, El País
Un tráfico aéreo al 80% del habitual en un miércoles cualquiera en los cielos europeos permitió ayer a Eurocontrol vaticinar que este jueves, una semana después del comienzo de la crisis del volcán, "habrá casi un 100% de tráfico aéreo" en Europa.
El retorno a la normalidad da paso a las recriminaciones sobre la desastrosa gestión de la crisis, a la pelea por hacer valer derechos de los viajeros y qué hacer para evitar que vuelva repetirse el marasmo. El oportunismo y el arrimar el ascua a la sardina estará a la orden del día. La propia Comisión Europea aprovechó ayer para decir que con mayor coordinación se hubiese podido tomar el viernes la decisión que los ministros adoptaron el lunes.
Normalidad para Eurocontrol es una valoración puramente cuantitativa de vuelos realizados sobre vuelos programados, que ayer fueron 22.500 sobre los 28.000 esperables. Compañías y viajeros se vieron ayudados por la apertura de los grandes aeropuertos londinenses y de otros en distintos países, si bien el muy concurrido de Francfort operó a la mitad de su capacidad. Air France y KLM anunciaron que ya trabajaban casi con normalidad. Las operaciones transatlánticas se realizaron ya sin novedad: ayer llegaron a Europa 338 vuelos.
Más allá de la fría contabilidad de Eurocontrol, para todos los implicados en esta peripecia, empezando por pasajeros y compañías, se abre ahora un nuevo frente, el de ser recompensados por el perjuicio sufrido. Aunque antes, todos los viajeros deberán volver a sus casas.
La práctica habitual en situaciones de vuelos suspendidos es que los pasajeros con billetes para el día de la fecha tendrán preferencia sobre quienes tenían reserva en vuelos cancelados, que quedarán en lista de espera al acecho de plazas disponibles. En muchos aeropuertos europeos se vieron ayer largas colas y ánimos agotados por una semana de incertidumbre de pasajeros deseosos de dejar recuperar la rutina cotidiana, que a última hora se encontraba con la imposibilidad de subir a bordo.
La Comisión Europea volvió a recordar a las compañías aéreas que tienen una doble obligación ante sus clientes: o reembolsarles la totalidad del billete o buscarles vías alternativas para llegar a su destino. En el primer caso, se rompe la relación contractual y asunto concluido. Si se opta por el redireccionamiento por otros medios de transporte, la compañía debe hacerse cargo de esos costes y de la atención (manutención y alojamiento) del pasajero hasta llegar a su destino final.
Pero la casuística es muy variada y las directrices generales pueden generar interpretaciones. La agresiva Ryanair, que se ha batido varias veces con la Comisión, aseguró en un comunicado que no irá más allá de reembolsar el billete. En el puerto francés de Calais, los pasajeros de dos autocares británicos se amotinaron cuando se les pretendió hacer pagar el transbordador para cruzar el canal de la Mancha. Tuvo que intervenir el Foreign Office, que se hizo cargo de los pasajes.
El Ejecutivo comunitario también aprovechó la ocasión para insistir en la necesidad de la implantación de un régimen de cielo único en Europa. La clave del proyecto es la creación de un gestor central del flujo de tráfico aéreo con mayores poderes que Eurocontrol, que ahora se limita a ejecutar las decisiones de 27 autoridades aéreas nacionales. Según la portavoz de Siim Kallas, Helen Kearns, tal organización y una mayor coordinación europea hubiesen evitado el desbarajuste vivido.
Quizás deslumbrada por la oportunidad de hacer valer las bondades del cielo único, llamado teóricamente a ser una realidad en 2012, la portavoz llegó hasta el extremo de asegurar que se hubiese podido tomar el viernes la decisión adoptada el lunes por los ministros de Transportes de la Unión Europea. El hecho es que los ministros de los Veintisiete actuaron inmediatamente después de tener conocimiento de los datos ofrecidos por las compañías aéreas, cuyos vuelos de prueba, sólo realizados el sábado y el domingo, demostraron empíricamente que el modelo teórico manejado por los vulcanólogos del Centro Asesor sobre Ceniza Volcánica (VAAC) de Londres no producía los daños vaticinados.
La Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI), bajo cuya responsabilidad trabaja y fija los parámetros de riesgo el VAAC, ha anunciado que va a plantear la determinación de un baremo global de concentración de ceniza más allá del cual no se deba volar. La OACI recuerda, no obstante, que la decisión última de cerrar un determinado espacio aéreo seguirá siendo atribución nacional.
Sobre la posibilidad de que se hubiese abierto el tráfico aéreo antes de lo que se ha hecho o incluso de que nunca se hubiera impedido el tráfico, la portavoz de la agencia de la ONU para la reducción de desastres ISDR, Brigitte Leoni, dijo: "Imagine que no se hubiera hecho nada y se produjese un accidente con muchas víctimas mortales. ¿Qué habría dicho la gente?".
Un tráfico aéreo al 80% del habitual en un miércoles cualquiera en los cielos europeos permitió ayer a Eurocontrol vaticinar que este jueves, una semana después del comienzo de la crisis del volcán, "habrá casi un 100% de tráfico aéreo" en Europa.
El retorno a la normalidad da paso a las recriminaciones sobre la desastrosa gestión de la crisis, a la pelea por hacer valer derechos de los viajeros y qué hacer para evitar que vuelva repetirse el marasmo. El oportunismo y el arrimar el ascua a la sardina estará a la orden del día. La propia Comisión Europea aprovechó ayer para decir que con mayor coordinación se hubiese podido tomar el viernes la decisión que los ministros adoptaron el lunes.
Normalidad para Eurocontrol es una valoración puramente cuantitativa de vuelos realizados sobre vuelos programados, que ayer fueron 22.500 sobre los 28.000 esperables. Compañías y viajeros se vieron ayudados por la apertura de los grandes aeropuertos londinenses y de otros en distintos países, si bien el muy concurrido de Francfort operó a la mitad de su capacidad. Air France y KLM anunciaron que ya trabajaban casi con normalidad. Las operaciones transatlánticas se realizaron ya sin novedad: ayer llegaron a Europa 338 vuelos.
Más allá de la fría contabilidad de Eurocontrol, para todos los implicados en esta peripecia, empezando por pasajeros y compañías, se abre ahora un nuevo frente, el de ser recompensados por el perjuicio sufrido. Aunque antes, todos los viajeros deberán volver a sus casas.
La práctica habitual en situaciones de vuelos suspendidos es que los pasajeros con billetes para el día de la fecha tendrán preferencia sobre quienes tenían reserva en vuelos cancelados, que quedarán en lista de espera al acecho de plazas disponibles. En muchos aeropuertos europeos se vieron ayer largas colas y ánimos agotados por una semana de incertidumbre de pasajeros deseosos de dejar recuperar la rutina cotidiana, que a última hora se encontraba con la imposibilidad de subir a bordo.
La Comisión Europea volvió a recordar a las compañías aéreas que tienen una doble obligación ante sus clientes: o reembolsarles la totalidad del billete o buscarles vías alternativas para llegar a su destino. En el primer caso, se rompe la relación contractual y asunto concluido. Si se opta por el redireccionamiento por otros medios de transporte, la compañía debe hacerse cargo de esos costes y de la atención (manutención y alojamiento) del pasajero hasta llegar a su destino final.
Pero la casuística es muy variada y las directrices generales pueden generar interpretaciones. La agresiva Ryanair, que se ha batido varias veces con la Comisión, aseguró en un comunicado que no irá más allá de reembolsar el billete. En el puerto francés de Calais, los pasajeros de dos autocares británicos se amotinaron cuando se les pretendió hacer pagar el transbordador para cruzar el canal de la Mancha. Tuvo que intervenir el Foreign Office, que se hizo cargo de los pasajes.
El Ejecutivo comunitario también aprovechó la ocasión para insistir en la necesidad de la implantación de un régimen de cielo único en Europa. La clave del proyecto es la creación de un gestor central del flujo de tráfico aéreo con mayores poderes que Eurocontrol, que ahora se limita a ejecutar las decisiones de 27 autoridades aéreas nacionales. Según la portavoz de Siim Kallas, Helen Kearns, tal organización y una mayor coordinación europea hubiesen evitado el desbarajuste vivido.
Quizás deslumbrada por la oportunidad de hacer valer las bondades del cielo único, llamado teóricamente a ser una realidad en 2012, la portavoz llegó hasta el extremo de asegurar que se hubiese podido tomar el viernes la decisión adoptada el lunes por los ministros de Transportes de la Unión Europea. El hecho es que los ministros de los Veintisiete actuaron inmediatamente después de tener conocimiento de los datos ofrecidos por las compañías aéreas, cuyos vuelos de prueba, sólo realizados el sábado y el domingo, demostraron empíricamente que el modelo teórico manejado por los vulcanólogos del Centro Asesor sobre Ceniza Volcánica (VAAC) de Londres no producía los daños vaticinados.
La Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI), bajo cuya responsabilidad trabaja y fija los parámetros de riesgo el VAAC, ha anunciado que va a plantear la determinación de un baremo global de concentración de ceniza más allá del cual no se deba volar. La OACI recuerda, no obstante, que la decisión última de cerrar un determinado espacio aéreo seguirá siendo atribución nacional.
Sobre la posibilidad de que se hubiese abierto el tráfico aéreo antes de lo que se ha hecho o incluso de que nunca se hubiera impedido el tráfico, la portavoz de la agencia de la ONU para la reducción de desastres ISDR, Brigitte Leoni, dijo: "Imagine que no se hubiera hecho nada y se produjese un accidente con muchas víctimas mortales. ¿Qué habría dicho la gente?".