La NASA vuela hacia una encrucijada
El futuro de la agencia espacial estadounidense (NASA) es un tema emotivo y no sólo para los miles de trabajadores del organismo que podrían perder sus empleos de concretarse su anunciada restructuración.
Jonathan Amos
BBC Ciencia
Charlie Bolden, el actual director de la agencia espacial estadounidense, concedió una entrevista a la BBC en donde derramó lágrimas pero en la que también envió un mensaje firme.
En diálogo con la BBC, Bolden reflexiona acerca del fin del programa de transbordadores espaciales y la batalla a ganar sobre los críticos de la nueva estrategia de exploración del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
"Es muy difícil ... es realmente difícil. Es un programa que se ha hecho durante 30 años y ha sido increíble", aseveró el director de la NASA.
"Durante el programa lamentablemente he tenido la oportunidad de ser testigo de la pérdida de dos vehículos espaciales, pero lo más importante, de 14 personas. En la primera tripulación que perdimos en el Challenger, ellos eran muy buenos amigos míos porque había entrenado con ellos. En la tripulación estaba Mike Smith, con quien fui a la escuela. Así que eran amigos cercanos. Era un vuelo tan cerca de mi primer vuelo, había aterrizado sólo diez días antes del Challenger", agregó.
La Casa Blanca quiere cancelar la nave espacial en desarrollo Orion, su lanzamiento de cohetes Ares, así como el resto de su programa lunar Constellation.
En su lugar, existe un compromiso de US$6.000 millones para dar comienzo a un vibrante sector de cohetes comerciales que llevará a los astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI), así como la promesa de participar en un intensivo esfuerzo de investigación y desarrollo con el fin de encontrar "tecnologías de punta" que puedan llevar a la gente más allá de la órbita terrestre.
El gobierno de Obama sostiene que el programa Constellation llevaba un camino insostenible - el logro de sus objetivos cada vez se hacían más lejanos y bajo un costo enorme.
Sin embargo, el Congreso no está de acuerdo con esa visión de reemplazo. Para muchos políticos en Washington, la nueva estrategia carece de una arquitectura identificable, un cronograma e incluso una meta definida.
Es decir, muchos estadounidenses quieren saber hacia dónde se dirigen los astronautas de Estados Unidos, en qué nave espacial y cuándo; y en este momento "la gente no lo entiende".
Este es un mes importante para la NASA, Charlie Bolden y el plan del presidente, indicó Amos.
Es precisamente el trabajo de Charlie Bolden hacerles entender. Usted puede haberlo visto en algunas de sus apariciones en el Congreso y haber escuchado los discursos que ha dado en los últimos tiempos.
Hay quienes piensan que Bolden sólo vende mal la nueva visión, mientras que otros piensan que tiene en sus manos una venta imposible. Pero, el propio Charlie Bolden dice que no estuvo lo suficientemente preparado para explicar el plan del presidente.
Los empleos
Los trabajadores de la agencia estadounidense quizás son los que sentirán principalmente la aplicación de la nueva estrategia. Y Bolden afirma que la mayoría está estrechamente apegada al proyecto espacial.
"La nave se vuelve como una persona para ellos y por eso los astronautas son muy cercanos a ellas. Como cada vehículo enarbola su último vuelo, pasan por un momento muy difícil. A menos que usted haya estado en este programa, la gente no lo entiende y piensa que estamos locos."
Este es un mes importante para la NASA, Charlie Bolden y el plan del presidente.
La próxima semana, el 15 de abril, Barack Obama visitará Space Coast, en Florida, para participar en una conferencia especial.
Muchos esperan que el presidente aproveche la oportunidad para arrojar luces en torno a algún tipo de compromiso, uno que conserve elementos del programa Constellation.
Estos lineamientos podrían incluir una “hoja de ruta” clara para un nuevo cohete grande, o la promesa de continuar con la nave espacial Orión, aunque de una forma menos ambiciosa.
El gobierno de Obama sostiene que el programa Constellation llevaba un camino insostenible.
Algunos políticos en Washington no están en ánimo de esperar y ya han introducido una legislación que obligaría a la NASA a mantener volando a la nave.
A los congresistas no les gusta la idea de que los astronautas de EE.UU. tengan que depender de cohetes rusos Soyuz para llegar a la EEI, mientras Estados Unidos desarrolla su nueva era de lanzadores comerciales y cápsulas espaciales.
Estos congresistas piensan que la brecha debe reducirse extendiendo las operaciones de las naves espaciales más allá del final de este año.
Eso es algo que, con firmeza, Charlie Bolden nos dice no debería ocurrir:
"Es hora de seguir adelante. Es increíblemente importante para la NASA tratar de llegar al punto donde podamos comenzar a explorar de nuevo. [Esto] no quiere decir que lo que hemos hecho en la órbita terrestre baja, no sea exploración. Sí lo es, pero es un tipo diferente de exploración; es la exploración científica, médica, es la investigación biomédica, etc. Hay planetas y otros cuerpos celestes esperando por nosotros y nosotros sólo podemos hacerlo si nos alejamos de las naves espaciales [y] pasamos a un vehículo de lanzamiento de cargas pesadas, así como al tipo de vehículo que nos permitirá salir de la órbita terrestre baja, y nos concentramos en hacer el tipo de cosas que la gente pensaba que íbamos a estar haciendo en la era del Apollo".
Costaría entre US$2.000 y US$3.000 millones al año mantener la nave volando. Se trata de un vehículo muy costoso de mantener y operar y ésa es parte de la razón de querer retirarlo.
Reactivar la producción de los componentes de la nave no sería un proceso sencillo.
Cientos de trabajadores ya han sido despedidos. La ampliación de las operaciones significaría volver a contratar a estas personas, para después despedirlos por segunda vez, cuando los cohetes y cápsulas comerciales sean puestas en servicio a finales de esta década.
Además, si unos US$2.000 o US$3.000 millones al año fueran destinados a la realización de más vuelos de los transbordadores, entonces ese dinero no podría ser invertido en un vehículo de sustitución y en las demás tecnologías necesarias, para llevar a los seres humanos más allá de la órbita terrestre baja - a algún lugar que el transbordador nunca podrá volar.
Jonathan Amos
BBC Ciencia
Charlie Bolden, el actual director de la agencia espacial estadounidense, concedió una entrevista a la BBC en donde derramó lágrimas pero en la que también envió un mensaje firme.
En diálogo con la BBC, Bolden reflexiona acerca del fin del programa de transbordadores espaciales y la batalla a ganar sobre los críticos de la nueva estrategia de exploración del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
"Es muy difícil ... es realmente difícil. Es un programa que se ha hecho durante 30 años y ha sido increíble", aseveró el director de la NASA.
"Durante el programa lamentablemente he tenido la oportunidad de ser testigo de la pérdida de dos vehículos espaciales, pero lo más importante, de 14 personas. En la primera tripulación que perdimos en el Challenger, ellos eran muy buenos amigos míos porque había entrenado con ellos. En la tripulación estaba Mike Smith, con quien fui a la escuela. Así que eran amigos cercanos. Era un vuelo tan cerca de mi primer vuelo, había aterrizado sólo diez días antes del Challenger", agregó.
La Casa Blanca quiere cancelar la nave espacial en desarrollo Orion, su lanzamiento de cohetes Ares, así como el resto de su programa lunar Constellation.
En su lugar, existe un compromiso de US$6.000 millones para dar comienzo a un vibrante sector de cohetes comerciales que llevará a los astronautas a la Estación Espacial Internacional (EEI), así como la promesa de participar en un intensivo esfuerzo de investigación y desarrollo con el fin de encontrar "tecnologías de punta" que puedan llevar a la gente más allá de la órbita terrestre.
El gobierno de Obama sostiene que el programa Constellation llevaba un camino insostenible - el logro de sus objetivos cada vez se hacían más lejanos y bajo un costo enorme.
Sin embargo, el Congreso no está de acuerdo con esa visión de reemplazo. Para muchos políticos en Washington, la nueva estrategia carece de una arquitectura identificable, un cronograma e incluso una meta definida.
Es decir, muchos estadounidenses quieren saber hacia dónde se dirigen los astronautas de Estados Unidos, en qué nave espacial y cuándo; y en este momento "la gente no lo entiende".
Este es un mes importante para la NASA, Charlie Bolden y el plan del presidente, indicó Amos.
Es precisamente el trabajo de Charlie Bolden hacerles entender. Usted puede haberlo visto en algunas de sus apariciones en el Congreso y haber escuchado los discursos que ha dado en los últimos tiempos.
Hay quienes piensan que Bolden sólo vende mal la nueva visión, mientras que otros piensan que tiene en sus manos una venta imposible. Pero, el propio Charlie Bolden dice que no estuvo lo suficientemente preparado para explicar el plan del presidente.
Los empleos
Los trabajadores de la agencia estadounidense quizás son los que sentirán principalmente la aplicación de la nueva estrategia. Y Bolden afirma que la mayoría está estrechamente apegada al proyecto espacial.
"La nave se vuelve como una persona para ellos y por eso los astronautas son muy cercanos a ellas. Como cada vehículo enarbola su último vuelo, pasan por un momento muy difícil. A menos que usted haya estado en este programa, la gente no lo entiende y piensa que estamos locos."
Este es un mes importante para la NASA, Charlie Bolden y el plan del presidente.
La próxima semana, el 15 de abril, Barack Obama visitará Space Coast, en Florida, para participar en una conferencia especial.
Muchos esperan que el presidente aproveche la oportunidad para arrojar luces en torno a algún tipo de compromiso, uno que conserve elementos del programa Constellation.
Estos lineamientos podrían incluir una “hoja de ruta” clara para un nuevo cohete grande, o la promesa de continuar con la nave espacial Orión, aunque de una forma menos ambiciosa.
El gobierno de Obama sostiene que el programa Constellation llevaba un camino insostenible.
Algunos políticos en Washington no están en ánimo de esperar y ya han introducido una legislación que obligaría a la NASA a mantener volando a la nave.
A los congresistas no les gusta la idea de que los astronautas de EE.UU. tengan que depender de cohetes rusos Soyuz para llegar a la EEI, mientras Estados Unidos desarrolla su nueva era de lanzadores comerciales y cápsulas espaciales.
Estos congresistas piensan que la brecha debe reducirse extendiendo las operaciones de las naves espaciales más allá del final de este año.
Eso es algo que, con firmeza, Charlie Bolden nos dice no debería ocurrir:
"Es hora de seguir adelante. Es increíblemente importante para la NASA tratar de llegar al punto donde podamos comenzar a explorar de nuevo. [Esto] no quiere decir que lo que hemos hecho en la órbita terrestre baja, no sea exploración. Sí lo es, pero es un tipo diferente de exploración; es la exploración científica, médica, es la investigación biomédica, etc. Hay planetas y otros cuerpos celestes esperando por nosotros y nosotros sólo podemos hacerlo si nos alejamos de las naves espaciales [y] pasamos a un vehículo de lanzamiento de cargas pesadas, así como al tipo de vehículo que nos permitirá salir de la órbita terrestre baja, y nos concentramos en hacer el tipo de cosas que la gente pensaba que íbamos a estar haciendo en la era del Apollo".
Costaría entre US$2.000 y US$3.000 millones al año mantener la nave volando. Se trata de un vehículo muy costoso de mantener y operar y ésa es parte de la razón de querer retirarlo.
Reactivar la producción de los componentes de la nave no sería un proceso sencillo.
Cientos de trabajadores ya han sido despedidos. La ampliación de las operaciones significaría volver a contratar a estas personas, para después despedirlos por segunda vez, cuando los cohetes y cápsulas comerciales sean puestas en servicio a finales de esta década.
Además, si unos US$2.000 o US$3.000 millones al año fueran destinados a la realización de más vuelos de los transbordadores, entonces ese dinero no podría ser invertido en un vehículo de sustitución y en las demás tecnologías necesarias, para llevar a los seres humanos más allá de la órbita terrestre baja - a algún lugar que el transbordador nunca podrá volar.