EE UU asegura que China ya no se resiste a castigar a Irán

EEUU, EP
China, el país con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU que más se ha resistido siempre a castigar a Irán por el desarrollo de su programa nuclear, parece dispuesto a cambiar de opinión. Pekín ha aceptado participar en las discusiones -con EE UU, Alemania, Francia, Reino Unido y Rusia- sobre una nueva batería de sanciones al régimen de Teherán por su controvertido programa nuclear, que occidente teme que esté enfocado militarmente pese a que Irán lo defiende como meramente civil.

La embajadora estadounidense ante la ONU, Susan Rice, anunció ayer el cambio de postura de China tras meses de resistencia a nuevas sanciones -Irán es uno de los máximos proveedores de petróleo al gigante asiático- y tras muchas consultas sobre el lenguaje de la futura resolución. "China ha accedido a sentarse y comenzar negociaciones serias en Nueva York [sede de la ONU] como un primer paso para reunir a todo el Consejo de Seguridad en torno a un duro régimen de sanciones contra Irán", dijo Rice a la cadena de televisión CNN. "Eso es un progreso, aunque las negociaciones aún tienen que iniciarse", advirtió, adelantando que las discusiones serán "duras" porque el objetivo es lograr una resolución "lo más fuerte posible".

El portavoz del Ministerio chino de Exteriores, Qin Gang, ha conformado esta mañana que China participará en las discusiones sobre posibles sanciones a Teherán, aunque seguirá buscando una solución pacífica al contencioso con Irán. Mientras, el jefe negociador del programa nuclear iraní, Said Jalilí, ha viajado a Pekín para mantener conversaciones sobre el asunto con el Gobierno chino, según ha informado la agencia iraní IRNA.

Las discusiones se llevarán a cabo entre el llamado Grupo de los Seis, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU -EE UU, Reino Unido, Francia, Rusia y China- más Alemania. El objetivo es elaborar una resolución de la ONU que incluya un nuevo paquete de sanciones a Irán, el cuarto, por no atender las demandas internacionales de detener su programa de enriquecimiento de uranio y abrirlo a los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). En este caso, E UU quiere centrar las sanciones en la Guardia Revolucionaria, el ejército ideológico del país, y en las entidades y grupos que controla.

Tropiezos con Rusia y China

En los últimos meses, EE UU ha estado trabajando intensamente para que el G 5+1, que lidera la negociación nuclear con Irán, apruebe una resolución con sanciones más duras. Pero en su camino se ha tropezado varias veces con Rusia y China, que tradicionalmente se han opuesto a castigar a Irán. Moscú se había ya mostrado últimamente más dispuesto a acorralar a Teherán, considerando que "las sanciones son inevitables", pero Pekín se mantenía frío al respecto, alegando que hay que conceder más tiempo a la negociación. Hace sólo tres semanas, el ministro de Exteriores chino, Yang Jiechi, aseguraba que su Gobierno seguía siendo contrario a acorralar a Irán: "La presión y las sanciones no son fundamentales para resolver el asunto nuclear", subrayó ante el Parlamento de su país.

Sin embargo, ayer Clinton afirmó que las reticencias de Pekín han sido superadas en las últimas negociaciones entre los miembros del G 5+1. En una rueda de prensa conjunta con los representantes del grupo, la secretaria de Estado declaró que todos "están unidos" y que "estamos ante una gran oportunidad no sólo de lograr un acuerdo entre nosotros, sino también de extender este consenso a otros miembros del Consejo de Seguridad y a otros Estados miembros de la ONU durante las próximas semanas". Algo que ninguno de los representantes diplomáticos de los demás países negó.

Washington espera sacar provecho de la presidencia japonesa del Consejo de Seguridad en abril y conseguir una resolución lo antes posible, porque en mayo la presidencia de turno corresponde a Líbano, que es contrario a las sanciones. El presidente Obama avanzó el martes, en una rueda de prensa conjunta con el mandatario francés, Nicolas Sarkozy, que espera que las sanciones estén listas "en pocas semanas".

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