Crisis en Grecia: irónica incertidumbre
* Liset Salgado, La Habana, PL
Que la palabra crisis tenga su origen etimológico en el vocablo helénico κρίσις, contrasta irónicamente con el colapso financiero que amenaza hoy a Grecia y mantiene en vilo al resto de Europa.
Coincidencias lingüísticas aparte, el actual déficit fiscal griego lacera a la moneda común (el euro) y hace tambalear los cimientos en que se ha sostenido durante décadas el modelo de la Unión Europea (UE) como bloque regional.
Tras la llegada de los socialistas al poder a finales del año pasado, se desató el escándalo en torno a las cuentas públicas que gobiernos precedentes falsificaron para poder ser admitidos en la eurozona.
El temor al contagio es cada vez mayor y a pesar de los esfuerzos por mantener aislada a esta nación, la reiterada caída del euro frente al dólar y el yen revelan el impacto de la crisis fuera de fronteras.
Un nuevo elemento llamado a condimentar el desaguisado griego involucra a inversores foráneos, fundamentalmente empresas de Estados Unidos, con probados atentados a la economía de este país balcánico.
Esos ataques especulativos, que incluyen complicados acuerdos financieros con Wall Street, ayudaron a enmascarar la deuda local y afectaron la integridad del euro como moneda única de la región.
Si bien la crisis fiscal que golpea a Grecia pone a prueba la proclamada consistencia de la UE, también se convierte en un desafío a la confianza del electorado que cifró sus esperanzas en el gobierno socialista.
Grecia debe llevar su déficit público de un 12,7 por ciento cifra del 2009) a menos de un tres por ciento en 2012 lo que se traduce en desesperados ajustes para recuperar, sobre todo, la confianza de los organismos financieros internacionales.
El carácter impopular de las medidas implementadas por el Poder Ejecutivo a instancias de la UE repercute en un creciente descontento materializado en protestas que han sido duramente reprimidas por las fuerzas del orden.
Pese al convulso panorama, sondeos recientes revelan que un 57,6 por ciento de los griegos estima que el plan de recortes para sacar al país de la crisis va en la dirección correcta.
Una nueva vuelta de tuerca
La meta para 2010 implica reducir el déficit fiscal a cuatro puntos porcentuales y para ello en un principio el gobierno de Atenas decidió subir impuestos, congelar salarios e incrementar la edad de jubilación.
Sin embargo, expertos de la UE determinaron a finales de febrero que el paquete de restricciones era insuficiente, por lo cual sugirieron la implementación de otras iniciativas para cumplir con los plazos fijados.
Grecia se encuentra "en una carrera contra reloj para salvar la economía", justificó el primer ministro Giorgios Papandreou al presentar el plan adicional encaminado a reducir gastos y elevar ingresos.
Papandreou comparó la actual crisis fiscal con una situación de guerra y reconoció que si bien las "duras y posiblemente injustas medidas" provocarían descontento popular, son la única forma de "salvar al país".
La subida del IVA entre un 0,5 y un dos por ciento, la congelación total del importe de las pensiones y la reducción de un 30 por ciento a las pagas extras por vacaciones cuentan entre los nuevos requerimientos.
Al aumento de la presión fiscal se añade una cruzada contra el fraude y la evasión de impuestos, prácticas generalizadas en Grecia, donde la economía sumergida supera el 30 por ciento.
La implementación de las medidas trajo aparejado el anuncio de nuevas y mayores protestas, lo cual aviva las tensiones en la sociedad helena, marcada por antecedentes de convulsiones sociales y saturada por la corrupción.
La parsimonia de la UE
La inacción de la Unión Europea (UE) ha desatado una amplia controversia internacional sobre la disyuntiva que enfrenta el bloque de acudir al auxilio de uno de sus miembros y el temor a un posible contagio.
Por ahora la UE se limita a supervisar el cumplimiento del plan de recortes, mientras el gobierno griego demanda a sus vecinos que sean más específicos en cuanto a la reducción de los altos intereses de los préstamos.
"Ya hicimos lo necesario. Ahora le toca a Europa si la UE no nos da el respaldo político, Grecia podría recurrir a la ayuda del FMI", advirtió recientemente Atenas.
De acuerdo con fuentes oficiales, la economía griega necesita refinanciar unos 53 mil millones de euros este año; sin embargo, la Comisión Europea ha descartado reiteradamente la probabilidad de un préstamo.
"Es necesaria la solidaridad europea", reiteró el primer ministro Papandreou durante una gira que a mediados de marzo le llevó a varias naciones del área, entre ellas, a Alemania, cuyo gobierno es reticente a una ayuda directa.
Papandreou urgió a crear dentro de la zona euro instrumentos que permitan enfrentar las tendencias de especulación del mercado en momentos en que su país da los primeros pasos para salir de la crisis.
Grecia necesita oxígeno para poder implementar los cambios estructurales necesarios que aseguren los logros a largo plazo, reiteró el gobernante.
En tanto, los ministros de Finanzas de los 16 países de la eurozona debatieron un supuesto mecanismo de ayuda a Grecia que sólo entrará en vigor -aclararon- en caso de que "esté en riesgo la estabilidad de la zona euro".
De acuerdo con fuentes oficiales, el citado mecanismo, cuyas particularidades no han sido divulgadas, descarta completamente el otorgamiento de garantías de préstamos a la economía griega.
La polémica en torno a una probable ayuda financiera a Grecia se hace cada vez mayor y queda claro que, de momento, está lejos de ser definida más allá del respaldo político.
En consonancia, la especulación y la incertidumbre trascienden los mercados financieros, al fomentar el temor a un inminente descalabro que, de producirse, alcanzará irremediablemente al resto de Europa.
(*) La autora es periodista de la Redacción Europa de Prensa Latina.
Que la palabra crisis tenga su origen etimológico en el vocablo helénico κρίσις, contrasta irónicamente con el colapso financiero que amenaza hoy a Grecia y mantiene en vilo al resto de Europa.
Coincidencias lingüísticas aparte, el actual déficit fiscal griego lacera a la moneda común (el euro) y hace tambalear los cimientos en que se ha sostenido durante décadas el modelo de la Unión Europea (UE) como bloque regional.
Tras la llegada de los socialistas al poder a finales del año pasado, se desató el escándalo en torno a las cuentas públicas que gobiernos precedentes falsificaron para poder ser admitidos en la eurozona.
El temor al contagio es cada vez mayor y a pesar de los esfuerzos por mantener aislada a esta nación, la reiterada caída del euro frente al dólar y el yen revelan el impacto de la crisis fuera de fronteras.
Un nuevo elemento llamado a condimentar el desaguisado griego involucra a inversores foráneos, fundamentalmente empresas de Estados Unidos, con probados atentados a la economía de este país balcánico.
Esos ataques especulativos, que incluyen complicados acuerdos financieros con Wall Street, ayudaron a enmascarar la deuda local y afectaron la integridad del euro como moneda única de la región.
Si bien la crisis fiscal que golpea a Grecia pone a prueba la proclamada consistencia de la UE, también se convierte en un desafío a la confianza del electorado que cifró sus esperanzas en el gobierno socialista.
Grecia debe llevar su déficit público de un 12,7 por ciento cifra del 2009) a menos de un tres por ciento en 2012 lo que se traduce en desesperados ajustes para recuperar, sobre todo, la confianza de los organismos financieros internacionales.
El carácter impopular de las medidas implementadas por el Poder Ejecutivo a instancias de la UE repercute en un creciente descontento materializado en protestas que han sido duramente reprimidas por las fuerzas del orden.
Pese al convulso panorama, sondeos recientes revelan que un 57,6 por ciento de los griegos estima que el plan de recortes para sacar al país de la crisis va en la dirección correcta.
Una nueva vuelta de tuerca
La meta para 2010 implica reducir el déficit fiscal a cuatro puntos porcentuales y para ello en un principio el gobierno de Atenas decidió subir impuestos, congelar salarios e incrementar la edad de jubilación.
Sin embargo, expertos de la UE determinaron a finales de febrero que el paquete de restricciones era insuficiente, por lo cual sugirieron la implementación de otras iniciativas para cumplir con los plazos fijados.
Grecia se encuentra "en una carrera contra reloj para salvar la economía", justificó el primer ministro Giorgios Papandreou al presentar el plan adicional encaminado a reducir gastos y elevar ingresos.
Papandreou comparó la actual crisis fiscal con una situación de guerra y reconoció que si bien las "duras y posiblemente injustas medidas" provocarían descontento popular, son la única forma de "salvar al país".
La subida del IVA entre un 0,5 y un dos por ciento, la congelación total del importe de las pensiones y la reducción de un 30 por ciento a las pagas extras por vacaciones cuentan entre los nuevos requerimientos.
Al aumento de la presión fiscal se añade una cruzada contra el fraude y la evasión de impuestos, prácticas generalizadas en Grecia, donde la economía sumergida supera el 30 por ciento.
La implementación de las medidas trajo aparejado el anuncio de nuevas y mayores protestas, lo cual aviva las tensiones en la sociedad helena, marcada por antecedentes de convulsiones sociales y saturada por la corrupción.
La parsimonia de la UE
La inacción de la Unión Europea (UE) ha desatado una amplia controversia internacional sobre la disyuntiva que enfrenta el bloque de acudir al auxilio de uno de sus miembros y el temor a un posible contagio.
Por ahora la UE se limita a supervisar el cumplimiento del plan de recortes, mientras el gobierno griego demanda a sus vecinos que sean más específicos en cuanto a la reducción de los altos intereses de los préstamos.
"Ya hicimos lo necesario. Ahora le toca a Europa si la UE no nos da el respaldo político, Grecia podría recurrir a la ayuda del FMI", advirtió recientemente Atenas.
De acuerdo con fuentes oficiales, la economía griega necesita refinanciar unos 53 mil millones de euros este año; sin embargo, la Comisión Europea ha descartado reiteradamente la probabilidad de un préstamo.
"Es necesaria la solidaridad europea", reiteró el primer ministro Papandreou durante una gira que a mediados de marzo le llevó a varias naciones del área, entre ellas, a Alemania, cuyo gobierno es reticente a una ayuda directa.
Papandreou urgió a crear dentro de la zona euro instrumentos que permitan enfrentar las tendencias de especulación del mercado en momentos en que su país da los primeros pasos para salir de la crisis.
Grecia necesita oxígeno para poder implementar los cambios estructurales necesarios que aseguren los logros a largo plazo, reiteró el gobernante.
En tanto, los ministros de Finanzas de los 16 países de la eurozona debatieron un supuesto mecanismo de ayuda a Grecia que sólo entrará en vigor -aclararon- en caso de que "esté en riesgo la estabilidad de la zona euro".
De acuerdo con fuentes oficiales, el citado mecanismo, cuyas particularidades no han sido divulgadas, descarta completamente el otorgamiento de garantías de préstamos a la economía griega.
La polémica en torno a una probable ayuda financiera a Grecia se hace cada vez mayor y queda claro que, de momento, está lejos de ser definida más allá del respaldo político.
En consonancia, la especulación y la incertidumbre trascienden los mercados financieros, al fomentar el temor a un inminente descalabro que, de producirse, alcanzará irremediablemente al resto de Europa.
(*) La autora es periodista de la Redacción Europa de Prensa Latina.