Marcelo Gallardo hizo un mea culpa tras la eliminación de River, pero infló el pecho: “Esto no va a terminar así”
El entrenador de River habló de “momento incómodo” y de “un año totalmente negativo”
Se afirmó a su silla. La de la conferencia, pero también a la de técnico. Sus frases, primero, dejaron un suspenso enorme: “Asumo la responsabilidad de este momento y de este año, como lo vengo advirtiendo. Pero también me tomaré estos días, como lo vengo haciendo en los últimos tiempos, de revisión y reflexión para cambiar”.

Sin embargo, luego le cerró la puerta a cualquier especulación de su salida: “Sé en mi interior que tengo mucho más para dar. Si no lo sintiera así, sería el primero en levantar la mano y decir ‘Muchas gracias, he hecho todo lo que pude y no pude’. Lo tomo como lo que es. ¿Me voy a quedar con todo esto que pasa? Sí, pero para revertirlo, reflexionar, revisar, analizar internamente y volver a dar la cara cuando inicie la nueva temporada", se mostró entero, poniéndole punto final a las dudas que pudieran dar vueltas. “Esa es mi personalidad, yo no le voy a escapar a este momento. Si alguno está esperando que le escape, está totalmente equivocado. Voy a dar la cara como tiene que ser y como me lo he ganado. Como me lo he ganado”.
“Esto no va a terminar así. Termina un año totalmente negativo, pero en mi cabeza empezaré a pensar cómo seguimos. Desde mañana mismo empiezo. Nos volveremos a reunir dentro de dos días y comunicaremos las cosas que haya que comunicar”, detalló, dejando entrever que ya se vendrá el descarte de ciertos futbolistas. “No hemos parado en todo el año: desde lo físico, lo mental y lo futbolístico nos ha costado mantenernos en este trimestre. Las cabezas están muy cargadas y el vaso en la mano cuesta sostenerlo. Entonces, hay que liberar y pensar en lo que viene. Este fue un año en el que fallamos y en lo que viene no debemos fallar”, se planteó.
“No podemos volver a fallar”
“Por cómo inicia y cómo termina el partido, que es difícil de explicar, pareciera que es una consecuencia de lo que fue este último trimestre. Nos ha sido muy difícil sostenernos como equipo. Estoy lógicamente desilusionado. Nos pone en un lugar muy incómodo y hay que hacerse cargo”, se sinceró el técnico, que luego profundizó una de sus sentencias. “Cuando digo ‘incómodo’, es no depender de nosotros. No le tengo miedo a tener que empezar el año en el lugar en el que nos toque, con una cabeza y frescura renovada. Desde ese lugar, esperemos reestructurarnos, refrescarnos y volver a conformar una estructura sólida que nos identifique".

La desconexión entre él y sus dirigidos se palpa y, luego, se comprueba con los rendimientos y, en efecto, los resultados. Cuando parece que la misma desaparece repentinamente y se enciende el ímpetu que no se está viendo hace meses, el propio entrenador no sigue el hilo de lo encontrado y mete mano en un equipo que se acostumbró a caer, recuerda los tropiezos recientes, se atemoriza y cede. Lo anímico, lo actitudinal, lo futbolístico y, finalmente, el resultado.
Sus caras son llamativas, como en el gol de Santiago Solari a los tres minutos: miró a sus colaboradores y esbozó una sonrisa irónica. Antes de los 20, Maximiliano Salas empezó a sacarlo de sus casillas por aparentes mínimas molestias de las que el delantero se quejaba apenas comenzado el encuentro.
Qué dijo de los cambios
“¿Qué le pasa?“, inició preguntándole al médico. Enseguida, el grito al atacante: ”Eu, ¿podés seguir jugando?... ¡Entonces, dale!“, se exasperó. Dos minutos después, insistió. ”¿Estás bien?“, a lo que Salas asintió apenas con la cabeza. Con el 0-1 prolongado hasta el segundo tiempo, el DT se hartó y lo sacó en un triple cambio para cambiar la historia. Dio sus frutos enseguida, porque River lo dio vuelta con los goles de Subiabre y Juanfer Quintero y, de pronto, estaba vivo cuando parecía sepultado.
Hasta que Ignacio Fernández y, sobre todo, Enzo Pérez dejaron el campo faltando un cuarto de hora. El equipo perdió la hombría, la reacción y volvió a ser el del primer tiempo, sobrepasado y soltando la situación, casi dejándola en las manos del azar. Así lo perdió, aunque el técnico no pondría esas modificaciones como eje de la caída. “Entraron Galarza Fonda y Juan Portillo, jugadores jóvenes y frescos para reemplazar a dos que nos vienen dando muchísimo, que estaban sintiendo el partido y pidiendo el cambio. En un partido de tanta intensidad, dinámica y de juego directo, teníamos analizado que les iba a dar para 60 o 70 minutos”, explicó Gallardo ante la consulta de las últimas modificaciones.
Durante sus declaraciones, Gallardo no habló de ser el único culpable y hasta en ciertas sentencias siguió poniendo su pasado por delante. “Seguramente he fallado y soy muy autocrítico conmigo. No vengo a exponer a nadie. El que cree que no los cometió… Yo soy el primero. No tengo ningún tipo de inseguridades en ese sentido. Y cuando las cosas salen, soy responsable también. Las cosas como son. Es un año malo dentro de mi carrera como entrenador, eh. Y lo asumo, pero tuve otros buenos”.
“No hemos sido reconocidos como un equipo fuerte mentalmente, futbolísticamente ni físicamente. No nos hemos sentido identificado y reconocerlo está bien. Hay que volver a generar un equipo que genere emoción y lo represente al hincha como corresponde”, agregó.
“Es un todo: yo no pude generar que el equipo dé ese salto de calidad. Estoy convencido de que ha sido un pésimo trimestre en donde no ganamos los partidos importantes, como en otras épocas sí pudimos. Quedará este año como uno negativo de mi carrera como entrenador, si se quiere individualizar. El 20 de diciembre, cuando volvamos, acá estaré“, cerró firme una jornada (más) para el olvido.


