Gustavo Costas contra todos, en otra noche mágica de Racing y con la revancha soñada ante River
Se vivió una noche especial en el Cilindro, con reacciones de los hinchas contra Salas, Acuña y Juanfer Quintero y deudas pendientes del DT académico, que ni se saludó con Gallardo
Matías Ruffet, La Nación
En el Cilindro, Racing sumó otra noche mágica al libro escrito en este ciclo conducido por Gustavo Costas. Con la electrizante y agónica definición del partido, con un gol convertido por Gastón Martirena a los 48 minutos del segundo tiempo para el 3-2 definitivo, el plantel, el cuerpo técnico y la multitud que copó el estadio Presidente Perón también se tomaron revancha ante River.
Con el antecedente fresco de lo que había ocurrido el 2 de octubre, cuando el Millonario eliminó a la Academia por la Copa Argentina, en Rosario, la nueva edición del clásico más antiguo del fútbol argentino tenía múltiples connotaciones especiales y tensiones entre algunos de los protagonistas. El duelo significaba, además, la vuelta de Maximiliano Salas a la casa albiceleste, donde pasó de muy querido a repudiado. Con el correntino también salieron a hacer la entrada en calor otros dos ex Racing: Marcos Acuña y Juan Fernando Quintero.
“Borombombón, borombombón/ ¡El que no salta es un traidor!”, bramó la hinchada racinguista a las 18.32, cuando el plantel visitante pisó el césped para realizar los movimientos precompetitivos. En simultáneo a ese grito, el que saltó al campo de juego fue el conjunto de Costas, cuya puesta a punto tuvo como banda sonora una estruendosa ovación para Santiago Sosa.
El ex River jugó con una máscara especial para ponerlo a resguardo tras ser operado por una fractura de malar derecho, producto del codazo que le había dado Marcos Rojo ante Flamengo, por la Copa Libertadores. El líbero-mediocampista, que brillaría un rato después para confirmar su estatus de insustituible, pasó por el quirófano el 27 de octubre, volvió antes de lo esperado (su lesión fue el 22 del mes pasado) y el público se lo retribuyó con reiterados “olé, olé, olé, olé, Sosaaa, Sosaaa”.

Pero inmediatamente después de romperse la voz por primera vez en señal de admiración y gratitud al compromiso de uno de los capitanes del plantel, la hinchada de Racing volvió a poner el foco en los ex que ahora visten la banda roja. “Acuña, hijo de p…/ La p… que te parió”, fue la sentencia de más de 50.000 fanáticos que tenían atragantado un gesto del neuquino: en la Copa Argentina, cuando River ya ganaba 1-0, el campeón del mundo hizo jueguitos con la pelota en la cabeza a metros de la tribuna académica.
“A todos los traidores los vamos a matar”, otro de los cánticos que se escuchó desde los cuatro costados del Cilindro, también acompañó la previa al inicio de un duelo en el que se mantendría la tensión constante con huéspedes que no eran bienvenidos. Los repudios a Salas y Acuña se intensificaron nuevamente cuando la voz del estadio dio las formaciones para el duelo que comenzaría a las 19.15.
“En los clásicos estamos arriba”
Cinco minutos antes del puntapié inicial, Marcelo Gallardo también recibió insultos al aproximarse al banco de los suplentes. Ahí también afloró una de las broncas que había quedado latente del cruce por la Copa Argentina: Gustavo Costas ni el entrenador del Millonario amagaron a aproximarse al sector de los relevos del rival para saludarse. No se estrecharon la mano ni se saludaron siquiera a la distancia. Gonzalo, uno de los hijos de Costas y ayudante de campo del plantel de Racing, había tenido un cruce con el Muñeco en Rosario.
Los que sí intercambiaron saludos con los jugadores de Racing fueron Salas y Juanfer Quintero: el primero se dirigió a la zona del banco local, mientras que el colombiano –que arrancó como suplente- recibió a varios de sus ex compañeros para abrazarse. Cuando Quintero se marchó de Racing, tras ganar la Copa Sudamericana 2024, desde la gestión que Diego Milito acababa de asumir acordaron que el enganche sería liberado siempre y cuando no recalara en River.
Lo mejor del partido
Un semestre después, con Juanfer otra vez en Núñez, desde la dirigencia académica hubo malestar. Con la partida de Salas en ese mercado de pases de invierno, con la controversia que generó incluso entre las comisiones directivas de ambos clubes, la posibilidad de que los ex jugadores campeones con Racing recibieran algún tipo de reconocimiento quedó descartada. Lo mismo corría para Acuña, fundamentalmente tras aquel gesto que rompió cualquier tipo de posibilidad de imaginar un futuro en Avellaneda.
En el partido, cada intervención de Acuña y Salas fue acompañada de silbidos y abucheos. La figura de “traidor” aparecía otra vez en los cánticos de los racinguistas, que durante los 90 minutos transitaron una montaña rusa de emociones. La euforia desatada con el gol tempranero de Santiago Solari viró a desconcierto e impacto con los dos goles en un par de minutos que River anotó en la segunda parte.
Justamente Quintero, que había reemplazado a Salas a los 10 minutos de la segunda etapa, marcó el 2-1 transitorio y se llevó los silbidos de la multitud. Juanfer no gritó el gol, pero sus intervenciones continuaron bajo una cortina de silbidos.
Pero la noche volvería a ser de ensueño. Adrián Fernández, que otra vez ingresó muy bien en la Academia, forzó el 2-2 que terminó con el gol en contra de Martínez Quarta y revitalizó al equipo de Costas. Con el mismo ímpetu que el entrenador trasmitía desde afuera, Racing fue con el corazón en la mano y lo ganó sobre la hora con el gol de un predestinado: Gastón Martirena.
A un año y un día de la consagración de Racing en la Copa Sudamericana, en la que el uruguayo anotó el 1-0 transitorio (fue victoria 3-1 ante Cruzeiro), Martirena fue titular debido a que Facundo Mura resultó baja de último momento, por una contractura. Pese a transitar un momento de nivel más bajo del que supo mostrar, el charrúa arremetió hasta empujar la pelota sobre la línea y convertir el 3-2 que desató el desahogo de todo Racing. Fue una noche recargada de emociones. Y con aires de revancha. El equipo de Costas borró al River de Gallardo, sigue y sueña con más.


