El ‘Diablo’ Etcheverry despide a Azkargorta: “Para mí fue un segundo padre”
Marco Antonio Etcheverry, uno de los mayores referentes del fútbol boliviano, recordó entre lágrimas la relación especial que mantenía con el Bigotón. Sus palabras revelan el profundo lazo humano que unió al entrenador y a su máxima figura rumbo al Mundial 1994.
La muerte de Xabier Azkargorta ha provocado una ola de emociones en el fútbol boliviano, pero pocas tan profundas como las de Marco Antonio el ‘Diablo’ Etcheverry. El emblema de la Verde confesó que su vínculo con el técnico español trascendía lo profesional. “Es un momento difícil y duro. Para mí fue un segundo padre. Fue una persona muy importante en mi vida. Nos llevábamos de maravilla; el sentimiento era muy especial”, declaró visiblemente conmovido.
Etcheverry recordó uno de los gestos más decisivos de su carrera: la confianza absoluta que el Bigotón depositó en él antes del Mundial de 1994. “Nunca me voy a olvidar: me hizo ir a un Mundial cuando yo no estaba en condiciones. Él ordenó que yo vaya. Me hizo debutar incluso en la Copa del Mundo”, relató el histórico jugador, destacando la convicción y el respaldo que recibió en un momento clave.
El ex ’10’ de la selección aseguró que esa confianza no era un acto aislado, sino parte de una relación construida desde la sinceridad y el afecto. “Teníamos muchas charlas, de padre a hijo. Tengo la tranquilidad y la conciencia de saber la relación que teníamos”, expresó.
Para Etcheverry, la conexión con Azkargorta iba mucho más allá de lo habitual entre un jugador y su entrenador. Había un lazo humano que perduró incluso después del retiro. “Tengo los mejores recuerdos de él. Mi amistad con él no era de jugador con director técnico; era una relación muy humana. Compartíamos mucho y existía un cariño único”, afirmó.
El ‘Diablo’ definió al Bigotón como un líder que sabía llegar a las personas, que entendía a los futbolistas más allá de la cancha y que dejaba una huella emocional en quienes tuvieron el privilegio de trabajar con él. Para el ídolo nacional, su partida deja un vacío enorme, pero también un legado imborrable.
Entre el dolor, Etcheverry se aferra a la gratitud. Agradece la guía, la confianza, las charlas y el cariño. Y despide al hombre que, como él mismo dice, fue una figura paternal en su vida deportiva y personal. Azkargorta se fue, pero el lazo con su ’10’ quedará para siempre grabado en la memoria del fútbol boliviano.


