ATLÉTICO 3 - LEVANTE 1 / Griezmann se come al Coco
Entró en el 61′ y, con un doblete, fue clave para la victoria del Atleti ante el Levante. Dela había hecho el 1-0 en propia y Manu Sánchez, el empate.
Y eso que el Atlético pronto acaparó el juego. Barrios no dejaba de empujar. Koke le cubría por detrás para que pisara una y otra vez el área como Voldemort, cargado solo de malas intenciones. Resulta extraordinaria su madurez futbolística con solo 22 años y tres años en Primera. El Levante ni tiempo había tenido de ponerse el disfraz de Coco: no salía de los pies de Ryan. Barrios era, precisamente, el primero en estrenarle los guantes, obligándole a sacar un manoplazo por bajo en un mano a mano. Más tarde lanzaría Julián un córner, Baena metería el tacón lo justo, y con gusto, para que la pelota viajara de un palo a otro, paralela a la línea de gol, sin que Giuliano y Sorloth acertaran a rematar. A la tercera sería la vencida: el Levante convertido en el Coco para sí mismo.
Ryan repelió un centro tenso de Barrios y Dela enviaba el rechace a la red. Respiraba Simeone. Su equipo rozaba el 80% de posesión y tenía todo el ritmo y dominio. Pero el Coco es el Coco y lo que tiene es que no avisa cuando llega. De pronto lo tienes ahí, ululándote tormentas al oído. Un córner bastó. Porque lo que una vez fue arma del Cholo hoy es condena. El foco vuela al ex.
A ese Manu Sánchez al que Giuliano le reclamó penalti por un empujón en la jugada anterior (que Jesús Gil, con el silbato en el Metropolitano, no consideró) y que marcaría en la siguiente. El primer córner del Levante en el partido. Olasagasti lo botó y Manu lo cabeceó a la red impoluto y solo, solísimo, en una pájara de toda la zaga rojiblanca a estudiar. 1-1. El final de la primera parte llegó con los rojiblancos viviendo en el área de Ryan, lanzados por ese Giuliano incansable, con mucho fútbol y triangulaciones pero sin peligro real. Cuando Jesús Gil pitó el descanso Simeone se iba al túnel mascando la contundensia como piedra. El Levante lo había alcanzado con Toljan pateando potente, aunque fuera, el segundo córner granota. El Atleti había acumulado 13, ¡13 ya!, para nada.
Un Atleti que regresó sin la misma fluidez. Pero antes de que llegaran los nervios, y la presencia del Coco se hiciera insoportable en las piernas y cabeza de su plantel, el Cholo hizo dos cambios claves. El primero fue uno doble desde el propio banquillo, la entrada de Grizi y Almada. El segundo, una modificación en la hierba: Baena a la derecha, lejos de ese Ruggeri al que, a menudo, se le veía haciéndole el gesto de “aparta” con la mano. La consecuencia enseguida subió al marcador. En la primera pelota que tocó Grizi. Segundos llevaba en el campo.
Giuliano filtró un pase al desmarque en carrera de un Llorente que no necesitó gafas para centrar, cirujano, un gran pase a Griezmann, quien solo tuvo que empujar. El doblete lo haría con la zurda después de que Oblak tuviera su primera parada milagro, ante Koyalipou, en otro córner del Levante. Erraron los de Calero en la salida y Antoine se la dio a Julián. Ryan desvió ese primer remate pero ya no el segundo, cuando el francés cazó con la zurda el rechace. Oblak en la jugada siguiente volvería a tirar de milagro para negarle el gol a Morales y que la maldición del Coco muriera bajo la Ley Metropolitano. Y eso que el Levante daría otro susto en el 90’: gol de Carlos Álvarez en (otra) jugada ensayada que Jesús Gil anulaba por el hombro en fuera de juego de Matías. Simeone se quedaría con la victoria y deberes. Espantado un Coco por Grizi, aún falta otro. El propio. Ese balón parado. Con un parón por delante para pensarlo.


