SPORTING 2- MARSELLA 1 / El Marsella se condena a sí mismo
El conjunto marsellés perdió 2-1 en Portugal contra el Sporting, en un partido que tenía controlado a favor antes de la expulsión de Emerson.
No pudo empezar, sin embargo, mejor en Portugal el partido para el Marsella. Contundente en los duelos, derrochando personalidad, los de De Zerbi se adelantaron gracias a una genialidad de Igor Paixao, el fichaje más caro de su historia, que envió a la escuadra un gran pase de Aubameyang, firmando su tercer gol en la Champions League, justificando los 35 millones que desembolsó el club en verano para hacerse con sus servicios.
El partido tenía dos escenarios, pero en todos el Marsella se sentía cómodo. A pesar de varios conatos de reacción del Sporting de Portugal, sobre todo de Trincao, el jugador más peligroso de los lisboetas en el primer tiempo, la sensación en el Jose Alvalade era de superioridad marsellesa. En cada contragolpe, en cada acción con espacios, el OM sembró el pánico en Lisboa, hasta que llegó la acción que cambió el encuentro.
Un jugador de la experiencia de Emerson, con una ingente cantidad de partidos a sus espaldas, cometió una temeridad que le costó muy caro. Con tarjeta amarilla, el italo-brasileño simuló un penalti de Hjulmand. El árbitro, en primera instancia, señaló pena máxima, pero, tras consultarlo con el VAR, no solo anuló la acción punible, sino que le sacó la segunda amarilla al lateral izquierdo y el Marsella se quedó con 10 al borde del descanso.
De Zerbi fue conservador. Preservó defender y no encajar y al final lo acabó pagando. Sacó del terreno de juego a sus dos mayores amenazas, Greenwood y Paixao, ambos letales en la primera mitad, y acabó con dos laterales de carrileros, Murillo y Garcia. El augurio no era halagüeño y se confirmó tras el empate de Catamo, ingresado en la segunda parte, en un gol que tuvo que ratificar el VAR tras haber señalado el árbitro fuera de juego en primera instancia.
El Marsella hizo el harakiri y terminó muriendo en su propia orilla. Ni con diez fue capaz de generar peligro, mientras que el Sporting, tras el 1-1, se creció y arrinconó a un equipo convaleciente. En el 86, obedeciendo a la lógica, un remate de Santos tocó en
Pavard y despistó a Rulli. Fue el 2-1 del Sporting, haciendo valer su superioridad numérica, y logrando un triunfo de enjundia contra un rival que fue de más a menos.


