Griezmann, mucho más que 200 goles con el Atleti

El vestuario celebra con emoción la cifra del futbolista francés. Giuliano, el Cholo, Koke... todos alabaron el récord de Antoine Griezmann.

Patricia Cazón
As
“Soy un agradecido a Antoine (Griezmann) y su tiempo en el Atlético. Ni que hablar de sus 200 goles”. Así, con estas palabras, hablaba Simeone tras el Atlético-Eintracht de Champions que suponía al fin ese Everest coronado: dos centenas de goles celebrados de Griezmann, un futbolista sin el que la historia del propio Simeone en el Atlético no sería la misma. Le faltaría su mejor jugador. Ese Griezmann que llegó en el verano de 2014, después de que el técnico hubiera ganado su primera Liga “como un extremo bajito que jugaba a la izquierda”, que recordaba el Cholo. Entonces ya era un jugador importante (53 goles y 13 asistencias en 202 partidos con la Real), en el Atleti se hizo estrella.

“Lo invitamos a explotar sus mejores características, velocidad, cabezazo, zurda”, relataba el entrenador. Y, como cuando alguien cruzaba la puerta de aquel viejo programa de talento, Lluvia de Estrellas, el jugador que brotó fue el que comía en la mesa de los mejores, un campeón del mundo, Balón de Plata en 2018 que debió ser de Oro. Pero hay algo más de los números con Griezmann. Su calado e influencia en el vestuario. Lo dijo también Simeone. “Lo que genera con su alegría al grupo”. Por eso cuando el sábado ante el Madrid hacía su gol 199 con la rojiblanca, uno en Liga ocho meses después del último (2 de febrero), se abrazaron a él no solo los jugadores en el campo. También todos los demás. Un tropel de gente entre suplentes y personas del cuerpo técnico que corrieron al córner donde ya le abrazaban para sumarse, celebrándole, porque a veces esa es la mejor manera de decir gracias. Abrazar fuerte. Y Grizi es un estandarte no solo por sus números (primer gol en el Metropolitano, máximo de la historia) sino también por lo que inspira y ayuda a los nuevos, como un espejo de su rendimiento siempre en el campo, con el mono de trabajo siempre por debajo del frac. “Me alegro mucho por él. Sé la cabeza que tiene, la constancia con la que trabaja. Nos ayuda mucho, sobre todo a los jóvenes”, confesaba Giuliano. El capitán Koke iba más allá.

“¡Mi Antoñito! Enhorabuena por esos 200 goles. Soy afortunado de cantarlos y disfrutarlos a tu lado”, escribía el futbolista que es su mayor familia en el vestuario. Con el que hace cada ejercicio, con el que siempre está como en su primera etapa con Godín. Les unen diez años juntos, la edad propia (33 y 34 de cada uno) y tantas cosas iguales, como ese camino que ambos recorren ahora juntos, papeles de secundario para los que siempre eran actores principales. Y cómo lo ejecutan. Con qué humildad y amor por lo rojiblanco. Algo muy valorado en la caseta. Por eso su gol 200 se celebró tan alto. Porque todos sabían qué importante era para él. Para su Grizi. El de todos.

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