BARCELONA / A Flick le cogen la matrícula

Después de Luis Enrique, Almeyda también le sorprendió con el planteamiento. La presión ya no es el acordeón de antes, la línea flaquea y con Pedri maniatado, faltan soluciones en ataque ante la ausencia de Lamine y con Balde, lejos de su mejor forma, por la izquierda.

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Fue difícil interpretar a Hansi Flick después del partido contra el Sevilla. Cuando uno podía esperar, en un entrenador brutalmente honesto, una llamada de atención al nivel del “los egos matan el éxito” de Vallecas, lo que encontró fue un técnico disgustado con la primera parte del equipo, pero constructivo con el segundo tiempo y la rabia contenida y la autocrítica del vestuario. “Me gusta lo que he visto”, dijo Flick. Pero para saber que sus futbolistas habrán aprendido, y como él mismo admitió cuando le preguntaron si el parón les venía mejor en el plano físico o mental, habrá que esperar al 18 de octubre.


Lo que se ha visto en los últimos días, de momento, no ha resultado especialmente alentador para el Barça. Luis Enrique y Almeyda han abierto grietas en el plan de Flick. El asturiano, cuando el partido avanzó y sincronizó al PSG, que dominó posicionalmente en la segunda parte y terminó reventando físicamente a los azulgranas. El argentino, desde el principio. “Llevo años estudiando al Barça”, dijo antes del inicio del partido. Y con un centrocampista más y una presión uno contra uno para asfixiar a Pedri y De Jong, sacó al Barça del partido.

Pero empecemos por el principio. El celebrado gran Barça de Flick de la pasada temporada fue un espectáculo defensivo. Un equipo audaz que fue con todo a por el rival y que, más allá de llevarse reveses como el de Milán, resultó admirable en sus planteamientos. Los inicios de la temporada 2025-26 están siendo más duros. Pedri admitió después del partido contra el Sevilla que falta coordinación: “Cuando no teníamos que tirar la línea, la adelantábamos”. Y Cubarsí, viendo que le empiezan a echar el muerto a la defensa, avisó: “Todo eso empieza arriba”.

Es cierto que el Barça echa de menos las bajas de sus avanzados más intensos (Gavi, Fermín, Raphinha), pero también hay mecanismos que no funcionan tan bien como hace un año. El acordeón que se encogía y desplegaba falla demasiado a menudo; y una pieza como Iñigo Martínez parece irremplazable. Cubarsí no es el mismo sin el vasco, Koundé ha bajado su nivel y Araújo es casi siempre el señalado, aunque empieza a resultar algo injusta la etiqueta de sospechoso habitual porque fallan más cosas. A los problemas defensivos se han unido los de creación, especialmente en los dos últimos partidos. Lo de Pedri resultaba tan abrumador que los entrenadores rivales han ido a atajar el asunto directamente con marcajes al hombre que requieren de un esfuerzo extra de los compañeros para encontrar vías de escape en el juego de posesión del Barça. Flick intentó solucionarlo con las cabalgadas en conducción de Eric Garcia en Sevilla, pero no pareció suficiente. La ausencia de Lamine, otra de las vías de escape, gracias a su desequilibrio, contra equipos que plantean una defensa hombre a hombre, también pesa. Incluso Balde, que todavía no está al cien por cien y puede generar juego por ese sector por su desequilibrio en conducciones largas.

Es tiempo de reflexión para Flick, que pidió siete victorias en los siete partidos entre parón de selecciones, pero se ha quedado a medio camino. Los azulgrana ganaron al Newcastle en Champions y, en LaLiga, superaron a Valencia, Oviedo, Getafe y Real Sociedad, pero ha fallado en los últimos dos choques. No han perdido nada. Ni siquiera podría hablarse de una profunda crisis. Pero hay síntomas tácticos como para que Flick se tome en serio su trabajo las próximas dos semanas.

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