Tenis | US Open / Alcaraz se venga de Djokovic con una victoria de época
El español, aparta al serbio de su sueño del 25º título de Grand Slam y alimenta el suyo de ganar el sexto. Espera rival para la final: Sinner o Auger-Aliassime.
El partido empezó sin ritmo (a una media de cuatro golpes por intercambio), con predominancia de los errores y un quiebre de salida de Alcaraz, que mantuvo la ventaja con aplomo hasta asegurarse el primer set. Por el camino, Djokovic se tocó el hombro derecho y el cuello cuando solo se habían disputado tres juegos, antes de animarse con un passing tremendo en carrera, que celebró agitando la mano repetidamente. Pero lo cierto es que le costaba restar los saques con ‘kick’ del número dos del mundo y devolver de revés las bolas altas que este le enviaba. Tampoco estaba del todo fino Carlos, que marró un par de dejadas. Pero en el ‘intercambio de canastas’, permítase el símil baloncestístico, tenía las de ganar. Y aunque Novak volvió a excitar a los espectadores con una contradejada maravillosa, se vio por debajo en el marcador. Obligado a remar a contracorriente, como realmente esperaba.
Conclusión
Decíamos que Alcaraz no estaba imperial, ni mucho menos. Por eso, Djokovic, con habilidad (un globo suyo levantó pasiones en la grada) encontró la fisura por la que romperle el servicio y dominó durante algunos minutos. Sin embargo, al contrario que su rival, no supo o no pudo mantener la distancia. Un revés a la red frustró su intento de remontada. Luego levantó un 0-30 tras un intercambio de 27 golpes en el que no le tembló el pulso. Sí lo hizo más tarde, en un desempate en el que jugó siempre con segundos servicios. Así, y pese a hacerle un par de tantos espectaculares, le era muy difícil doblegar a Carlos, que llegó al punto de set con un misil de saque que hizo que el actor Rami Malek (Mr. Robot, Bohemian Rhapsody…) se mesara los cabellos. El parcial no se le escapó. Media final, al bolsillo.
Más aún cuando en la salida de la tercera manga, Djokovic se pegó un tiro en el pie al cometer un par de dobles faltas en el cuarto juego, que le entregaron un quiebre gratuito a Alcaraz. Cabizbajo, el de Belgrado, no es que se rindiera, simplemente no podía evitar la derrota, porque el de El Palmar no iba a dejar escapar tamaña oportunidad. Por eso se centró, minimizó los fallos y, con mano de hierro, avanzó inexorablemente hasta un triunfo generacional, uno de esos que marca el fin de una época y la continuación de otra nueva y, quién sabe, si más poderosa.