Las conclusiones de Independiente tras el clásico con Racing
El Rojo mejoró notablemente en el 0-0 contra la Academia: Cabral volvió a ser figura, el equipo mostró intensidad y los jugadores cambiaron el chip. Sin embargo, sigue en deuda con el gol.
TyCEl clásico de Avellaneda no fue solo un empate sin goles para Independiente, significó una bocanada de aire en medio de semanas difíciles. El equipo venía golpeado, pero en el Cilindro, de la mano de Gustavo Quinteros, cambió el chip: se plantó mejor, reaccionó desde lo colectivo y dejó una imagen más sólida que la que venía mostrando.
El gran salto lo dio Luciano Cabral en el segundo tiempo, cuando se convirtió en la manija del equipo. Con pelota y determinación, condujo al Rojo y hasta generó una jugada que terminó en tanto invalidado tras la buena acción previa de Matías Abaldo. Fue un cambio de actitud claro: un equipo que no se resignó, que buscó y que mostró otra mentalidad.
Sin embargo, el clásico también dejó una bronca difícil de disimular. En la última jugada, Pablo Galdames tuvo la chance de darle un triunfo histórico a la vereda roja de Avellaneda y erró un gol que pudo ser el batacazo de la fecha. Esa acción eclipsó en parte lo bueno, porque pudo significar mucho más que un punto.
En definitiva, Independiente se fue del Cilindro con un balance en el que pesan más los aspectos positivos que los negativos. Reaccionó, cambió el chip y mostró otra postura. Aunque la puntería sigue siendo una deuda, el equipo dio señales de que puede volver a competir en serio y salir del último puesto de la zona B del Clausura.


