Kayrat Almaty-Real Madrid El ser superior es Mbappé
Triplete del francés para tranquilizar al Madrid ante el modesto Almaty. Lleva ya trece goles.
Se daba por hecho el triunfo del Madrid en Almaty y eso redujo al mínimo la redención, pero una manita ayuda a sacarse otra. Con mayoría de titulares y tras superar una bajada de tensión inicial, el equipo de Xabi Alonso salió sin más daño de Kazajistán por la ruta habitual: Mbappé, portavoz de la disculpa. Bastaron el ingenio de Arda Güler y la hemorragia goleadora del francés, que lleva trece tantos antes de octubre, más de la mitad del total del Madrid (23). También en términos aritméticos es más de medio equipo. Su hat-trick le sirvió al cuadro de Xabi para aprobar la asignatura del Kairat, una ‘maría’ en términos académicos. Y en la recta final apareció un Rodrygo exultante para resucitar el debate que recurrentemente asoma en la banda izquierda del Madrid.
Descontados los inhábiles por lesión o sanción, Xabi Alonso solo se guardó en Almaty a Valverde y Carreras. Cabe preguntarse si con un resultado favorable en el derbi hubiera comparecido con esta alineación de máxima seguridad. La sospecha es que no. Y es que en el fútbol el contexto lo es casi todo. Repitió el técnico en estos días de luto y penitencia que el equipo anda en construcción, circunstancia que en el Madrid no es eximente ni atenuante: la historia del club dice que se construye sin romper nada, es decir, ganando.

Pinchar hoy en el campo del 151 del ranking UEFA era volar la confianza de la afición y quién sabe si del club. Así que Xabi se ahorró riesgos: nada mejor que ganar para olvidar, más si la herida abierta era de honor, que esas son las que peor cicatrizan. La cosa quedó en que lo mejor es poner a Mbappé, paraguas nuclear, y diez más hasta que amaine, incluso en Almaty, donde vive uno de esos clubes que no cabrían en la Superliga aun virtual y que le vienen estupendamente a Ceferin para su reelección.
Un inicio kazajo
Sin embargo, los jugadores del Kairat entendieron que este era el partido de sus vidas, uno de esos que probablemente no vuelvan, y tuvieron incluso detalles iniciales de cierta grandeza. El equipo kazajo le quitó el balón al Madrid de salida, le ganó los primeros duelos y le remató de cabeza casi a bocajarro, aunque a las manos de Courtois, a los diez segundos, lo que arrojó dos conclusiones: que para cualquier rival del cuadro de Xabi todo lo que vuela va a la cazuela y que el equipo salió tan atocinado como en el Metropolitano.
Al Madrid, insólitamente, le costaba salir de su campo, amansar al Kairat desde la posesión y tenía poca llegada. En la más clara de ese primer tramo se nubló Vinicius, que cruzó demasiado su remate picado en un mano a mano frente a Kalmurza. El partido tardó 15 minutos en regresar a la normalidad, que no era otra que la enorme superioridad del Madrid. A equipos como el Almaty les cuesta un mundo escalar montañas así y basta un segundo para hacerles rodar vertiginosamente por ella. Ese segundo se produjo cuando Sorokin intentó una cesión imprudente de cabeza al meta juvenil Kalmurza que adivinó Mastantuono. Este no necesita ninguna transfusión de actitud y vale incluso como donante. El desenlace fue el esperado: derribo del argentino, penalti señalado por Guida y transformación impecable de Mbappé, esta temporada infalible en el patíbulo de los once metros.

A partir de ahí quedó un partido monocolor allá donde se mirase: el manejo era absoluto de Ceballos y Arda Güler, que estudia para ser ese jugador absorbente que un día fue Modric; Fran García recorría con sentido y profundidad la banda izquierda; Mastantuono apretaba por la derecha y la noche ofrecía muchas oportunidades de prosperar a Vinicius y Mbappé, el verdadero ser superior del equipo (dejó un caño de bellas artes junto a la línea de fondo). Sin embargo, al descanso solo se llevó ese gol de penalti que no permitía a Xabi empezar a pensar en el partido del sábado ante el Villarreal.
La goleada
Le tranquilizó pronto Mbappé en una jugada en que todo fue accidental menos el francés. Fran García le hizo una cesión picante a Courtois, este metió el patadón defensivo a ninguna parte y ahí también estaba el diez para dejar en evidencia en su carrera a Sorokin y picar la pelota con suavidad sobre la salida de Kalmurza. Al Kairat le partía un rayo.
Después fabricó otra jugada cargada de electricidad con Vinicius que estropeó con el remate. Pocas se le habrán ido en su carrera en posición tan ventajosa. El Kairat había decidido salvar su honor con un gol y aquello le exponía a una carnicería. A espaldas de su zaga quedaba una estepa desierta, un jardín para Vinicius y Mbappé. Todo parecía ir cuesta abajo cuando Ceballos le hizo un penalti a Gromyko, que lo pareció en directo y acabó no siéndolo VAR mediante. El bielorruso puso más de su parte y así se vio en la sala de segunda instancia.

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Para evitar más contratiempos, Mbappé se apuntó el triplete tras un buen eslálom de uno de los recién llegados, Rodrygo, que también le dio el cuarto a Camavinga. Está decidido a apretar a Vinicius. Brahim completó la manita en el descuento para no caer en el olvido. Bellingham solo tuvo 12 minutos. Visto el derbi, quizá no esté para mucho más. Endrick, ni eso. Cuando llegó el momento de darle un respiro a Mbappé, Xabi prefirió a Gonzalo, de momento el único que aprovecha las migajas que deja el francés