Atlético 5-Eintracht 1 / Una fiesta para los 200 de Griezmann
El francés logró la cifra en el 3-0 del Atlético al Eintrancht en otra manita rojiblanca. También marcaron Raspadori, Le Normand, Giuliano y Julián, de penalti.
Había salido el Atleti sin Sorloth, lesionado, ni Nico de inicio, con fiebre pero en el banquillo, y todos los delanteros disponibles titulares: Raspadori, Griezmann y Julián. El primero a la izquierda, el segundo, por detrás del último ante un Eintracht que quiso salir con balón y mando. Pero poco le duró. Minuto 3 podía leerse en el anillo luminoso que desde esta temporada corona el estadio y es a la vez marcador: era el primer acercamiento de los de Simeone al área de Kauã subido a las piernas del que sería el héroe del principio de la noche. Inesperado. Como su propio fichaje en verano. Busco a Jack, dijo el Atleti. Y apareció Raspadori. Simeone desde el principio le ha tenido fe. Ayer la afición descubrió por qué.
Todo comenzó en Giuliano, quien rescató un centro pasado de Ruggeri, le quebró la cintura a Brown y envió un centro que Theate, con un roce, convirtió en balón suelto para que el delantero italiano llegase y lo patease, de primeras y con furia al corazón de la red. El Atleti ya tenía su gol por delante del Eintracht. Simeone, que veía y organizaba desde un palco, la sanción por la roja que vio en Anfield, apretó los puños, celebrando. Su plan de inicio, con Llorente y Gallagher como sombras de Can Uzun para negarle metros y espacio para pensar, no podía haberle salido mejor. En los siguientes minutos trató de ampliarlo.
Lo intentó Giuliano con un remate acrobático y con una conducción. Lo intentó por dos veces Julián. Y otras dos un Griezmann de vuelta a las andadas. Ese que se sentaba a la mesa. Rápido, vertical y bien mezclado. Nadie como él conoce su lugar en el campo y la pizarra del Cholo. Al francés, perfecto en todo, solo le faltaba tino para hacer la herida más grande. Brotar ya brotaba desde el inicio sangre alemana. Como el sábado, blanca. Los de Toppmöller atorados, superados, triturados e insignificantes. Bajo el pie de este Atleti que se ha dejado de pasos atrás para hacer fútbol aquel grito de Chiquito de la Calzada. Al ataquerrr. Y hacia arriba que se iban todos. La defensa, muy lejos del área propia, donde Lenglet enmendaba los errores de un Le Normand que, si atrás tiembla, en ataque saca aguijón. Un año después de aquel choque de cabeza con Tchouameni que le introdujo en las tinieblas sale gol a gol. Marcó en el derbi y de nuevo ayer rematando a placer el rechace de Kauã a un remate de escorzo de Grizi tras un córner de Julián. El Eintracht había pisado el Metropolitano sin ataque ni tampoco defensa. Un drama en el que Griezmann coló su fiesta respaldado por un impacable Giuliano y un buen Ruggeri. Su gol 200 como dos centenas de cartas de amor al equipo de su vida.
Pero si algo le había contado Toppmöller al Cholo con sus partidos es que el suyo es un equipo al que es mejor no dar por muerto. Por si acaso. Que enseguida se levanta. Que solo necesita un poco de balón para pasar de Clark Kent a Superman. Imprevisible es su adjetivo y Burkardt recibió con el 3-1 el primer cambio del Cholo (Koke por Raspadori). La segunda parte el Eintracht la había comenzado con algo que no había sucedido en la primera: su primera ocasión, también de Burkardt.
Simeone sufría en el palco mientras su homólogo hacía un triple cambio para nada: Griezmann enseguida ampliaba la ventaja y sus 200 después de una jugada rapidísima de Giuliano que el francés llevó a la red tras picarla ante el portero y que le pelota le diera en la mano. Anulado. El siguiente sí valió. De Giuliano, de cabeza. El cierre lo puso Julián, de penalti por una mano del Eintracht, que tiró a lo Panenka y Kauã adivinó y casi detiene. Pero no. El Atleti sumaba sus primeros puntos en Champions con otra manita como bofetón al mal inicio. Ya atrás. Porque ya rueda, ya vuela. Como 200 veces la capa de ese jugador que esta afición podrá decir que vio jugar. A Griezmann. Oh lá lá.