El gol inmortal de Di María para otro cuento de Fontanarrosa
Fideo metió un tiro libre que ya está encuadrado en la eternidad. Este primer triunfo suyo en el clásico rosarino impulsa al Canalla a soñar con el título.
Era un un partido esquivo para Di María. Porque en un minuto le cometieron dos faltas, porque lo tenían controlado y porque a su equipo le costaba cada vez más. Esta nueva versión del clásico rosarino fue muy disputada, muy luchada, con mucha pierna fuerte. Pero el equipo de Holan quiso ganarlo -por el equipo y por Fideo-, tomó más riesgos y apareció esa falta a los 35 minutos. Tal vez alguno pensó que era demasiado lejos, pero era la longitud exacta desde su pie izquierdo hasta el arco. Angelito besó la pelota, la impulsó con su zurda para indicarle la parábola perfecta y se fue a gritarlo con todos cuando vio que la estirada de Espíndola alcanzaba apenas para darle un marco más espectacular a esa obra. Es, sin dudas, uno de los goles más maravillosos de la historia de Di María, uno de esos goles que serán recordados por mucho tiempo, como cada uno de los que marcaron a fuego el clásico rosarino.
Ha sido el partido de la emoción, con la familia celebrando en el palco, con ese recibimiento tremendo que el club le preparó con sus hijas y su beso a la mollera de una de ellas. Di María jugó el partido hostil que le tenían preparado -una característica de nuestro fútbol- y lo ganó con este gol de cuento en el final de su carrera y con la camiseta que siempre amó.
Este reencuentro con Central estaba preparado para este gol y para que el Negro Fontanarrosa escribiera un nuevo cuento sobre él. No es el final, claro. Ahora Ángel se permite un sueño más y es el de salir campeón, como ya lo ha declarado. Sueña él y sueña Rosario Central, volando en las alas de este gol que ya ha pasado a la inmortalidad.