PSG-Real Madrid / Suicidio colectivo del Madrid
Dos graves errores defensivos, de Asencio y Rüdiger, condenan al equipo de Xabi en los primeros 10′. El PSG jugó a placer ante un rival hundido. Volvieron Militao y Carvajal.

Tampoco Luis Enrique, en el momento de la verdad, se contuvo con Dembélé, que apenas había jugado dos ratitos en los dos últimos partidos. Suficientes para meterle en esa posición de delantero centro cohete que tan bien le ha ido. El Barça tenía razón: valía los 140 millones que pagó por él. Una lástima que a esa conclusión se haya llegado ocho años después.
Los regalos
El exazulgrana está en su año, pero además el Madrid se empeñó en defender encendidamente su candidatura al Balón de Oro. En los primeros diez minutos cometió ante él dos errores grotescos que liquidaron el partido. El primero, de Asencio, en su tercera decisión insensata en tres partidos. En el punto de penalti, sin rival en tres metros a la redonda, intentó un control que derivó en asistencia a Dembélé a dos metros de Courtois. El belga apagó el primer incendio. Al remate de Fabián a puerta vacía no llegó. Y con el equipo atónito ante el error, Rüdiger le superó. Un intento de pase de seguridad acabó en patada al aire que dejó a Dembélé de nuevo ante Courtois. No perdonó. No lo ha hecho en todo el año. Dos goles que no fueron producto de la temida presión francesa, sino de la mala cabeza de los centrales del Madrid para dejar claro que el fichaje de Huijsen era cuestión de supervivencia.

Antes de esa comedia en dos actos, el PSG había obligado a Courtois a milagro y medio, a tiros de Fabián y Doué, el de este a quemarropa. Y después, se quedó ya con el partido cómodamente, quitándole el balón al Madrid, sometiéndole con sus centrocampistas y hostigándole con sus extremos.
El gran mérito de Luis Enrique ha sido convertir lo que en tiempos fue un parque temático (Neymar, Messi, Mbappé, entre otros lujos asiáticos) en un equipo vigoroso, solidario, de todos para todos. Ahora es el Madrid el que está por hacer. En cuanto se vio por primera vez por detrás en el marcador en el torneo se deshizo. Con la moral tocada, se abandonó en el repliegue y encajó un tercer gol, también de Fabián, en una contra francesa que solo pilló en su sitio a Valverde. El tridente se había vuelto perezoso. La cosa apuntaba a carnicería.
Sin rebeldía
El Madrid no solo perdió escandalosamente el centro del campo, porque a Arda Güler volvió a pasarle por encima un partido grande, sino también la rebeldía. Al descanso se fue con un 28% de posesión tras asistir a rondos interminables de un PSG táctica, técnica y físicamente muy superior. El nivel de los franceses fue de rondas finales de Champions. El del Madrid, de primer partido de pretemporada.
Xabi Alonso no tocó nada en el descanso, señal de rendición. Así lo entendió también Luis Enrique, que quitó a Dembélé y Kvaratskhelia a más de media hora del final. La diferencia en el campo y en el marcador no llamaba a la cautela.
