Benfica 6 - Auckland City 0 Goleada después de la tormenta

Victoria agridulce de las ‘Águilas’ ante un débil Auckland. La ‘pelea’ entre Bruno Lage y Kokcu enturbió el ambiente del partido. Crisis en el equipo.

Eduardo Burgos Rodríguez, As

Hay partidos donde, a pesar de golear, dejan un sabor agridulce. El Benfica lo hizo, y de qué manera. La soberbia actuación de Di María, con doblete incluido, quedó opacada por una acción fuera del campo. El agarrón entre Kokcu y Bruno Lage, técnico de las ‘Águilas’, marcó para mal el encuentro. Para más inri, Álvaro Carreras volvió a ‘borrarse’ de otro partido.


Mucho se jugaba Carreras. Ante Boca pasó sin pena ni gloria. Más de lo primero que de lo segundo. Ante Auckland, casi más de lo mismo. Tímido, la banda izquierda no supuso casi peligro para los neozelandeses. Donde tuvo que aparecer el zurdo lo hizo otro, pero en la otra banda. Di María, el de siempre. El argentino mantiene su esencia de potrero. Es único.

El Benfica tenía en frente un ‘caramelo’ para disipar cualquier duda. Ganar no solo era necesario, sino vital para seguir con vida. Los extremos destacaron por encima del resto. Mientras Aktürkoğlu actuaba las veces de segundo punta para dejarle el carril zurdo a Carreras -sin dar señales de vida-, por la derecha Ángel Di María se divertía con sus diabluras. Sirvió una asistencia cantada que Pavlidis no supo aprovechar.

Las ‘Águilas’, más que jugar, deambulaba por el campo. Dominaban, pero no eran incisivos. Sea por el calor o directamente por las ganas, el Benfica no era el Benfica. La reválida de Carreras fue más un show de Di María. Solo había un problema, Garrow era imbatible. Al filo del descanso, el ‘Fideo’ rompió el muro. Pase fino al espacio para que Prestiani cayera en el área. El propio Di María finiquitó con maestría desde el punto fatídico. “Yo me lo guiso, yo me lo como”, debió pensar.

Diluvio y bronca

Cuando mejor parecía estar el Benfica, el clima volvió a ser insolente. El tiempo de la península de Florida volvió a hacer de las suyas. Esta vez para marcar un récord. Casi dos horas de interrupción porque, hasta donde llega el reglamento, todo es ley.

Con la reanudación llegó la sorpresa. Por decisión técnica, Bruno Lage decidió prescindir de Álvaro Carreras. Puede que por tener la cabeza más en Madrid que en Lisboa, el lateral tuvo un partido como el clima, pasado por agua, soso. El cambio dio aire a las ‘Águilas’. Dahl fue todo lo que el español no. De su flanco llegó el segundo, una obra de arte de Pavlidis.

Pero el gol quedó en segundo plano poco después. Kokcu recriminó de mala manera a Bruno Lage su cambio. La tensión traspasaba la pantalla, casi se palpaba. El gol de Renato Sánches, no apaciguó la ira del técnico, todo lo contrario. Se dirigió al turco para darle la réplica. Respuesta: una rabia incontrolable y amago de marcharse rumbo al vestuario. El sentimiento en Orlando era casi unánime. Lo que debería haber sido una fiesta, parecía más un funeral. Ni el doblete de Barreiro o el penalti de Di María pudieron hacer olvidar la polémica. El Benfica goleó, pero a qué costo.

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