Una revolución llamada Pacers
Los Pacers remontan 19 puntos, juegan mejor los ataques decisivos y eliminan a unos Cavs que habían ganado 64 partidos de fase regular.
Darius Garland se perdió el inicio de la eliminatoria y después volvió sin volver, ha estado sin estar. Evan Mobley y De’Andre Hunter también han tenido problemas y Donovan Mitchell acabó jugando el quinto partido con un tobillo hecho polvo. Incluso así, fue el mejor (35 puntos) en un ejercicio incompleto de resistencia, la caída a los infiernos de un equipo que se quedó sin aliento con mucha ventaja (44-25) pero también con mucho partido por delante (a 8 minutos del descanso). Ahí, en ese punto de quiebra, Tyrese Haliburton (acosado por las faltas en el primer cuarto) anotó su primer triple. Y otros cuatro hasta el descanso. El marcador en el ecuador estaba igualado (56-52) pero las sensaciones ya habían dado la vuelta y a los Cavaliers no les quedaba tinta para reescribir el guion. El tercer cuarto (20-33) empujó a la tumba a un equipo que, sin brillo ni nada parecido a su versión premium, cayó peleando: 103-106 a 1:27 del final.
Ahora, y con un obvio ventajismo, resulta irónico que a estos Cavs les acompañara toda la temporada el debate sobre cómo de capaces serían de convertirse en némesis de Boston Celtics, el campeón, en una serie a siete partidos. Unos están eliminados y los otros contra las cuerdas (1-3) y abiertos en canal por la grave lesión de Jayson Tatum. 28 equipos han ganado 64 partidos o más en regular season. Estos Cavaliers son el cuarto que no llega ni a la final de Conferencia: los Mavericks de 2007 (67-15), los Spurs de 2016 (67-15), los Suns de 2022 (64-18) y ahora este grupo de jugadores que firmó el segundo mejor rating ofensivo de la historia, ha tenido al Entrenador del Año (Kenny Atkinson) y al Defensor del Año (Evan Mobley) y tres all star (Mobley, Garland, Mitchell). Que empezó la temporada 15-0 y llegó a estar, en números históricos, 33-4, 56-10… La segunda mejor versión de siempre de los Cavaliers, la mejor sin LeBron James, ni siquiera ha llegado a la final de Conferencia. No pudo ni ganar un partido (0-3) en su pista en segunda ronda. Es curioso: en casa y en toda la temporada, 36-5 contra los otros 28 equipos… y 0-5 contra Indiana Pacers. Punto y final: cuando abran los ojos descubrirán que no ha sido un mal sueño, que el naufragio fue real y que ya no hay más oportunidades.
Un gran equipo, ya con galones
Indiana Pacers regresa a la final del Este con la obvia certeza, la constatación, de que nada de lo que le sucede es casualidad: este es uno de los mejores equipos de la NBA. De los que más disparan la adrenalina, un estilo frenético y divertido, pero también de los más competitivos. El primer punto de partido bastó para eliminar a un rival teóricamente superior pero que no tuvo ni su colmillo ni su espíritu. De las personales de Haliburton y los triples fallados en el primer cuarto al control absoluto del tramo central del partido y de ahí a una impecable capacidad de supervivencia. Los Pacers ganaron cuando el partido fue una cuestión de precisión pero también en la improvisación y la guerra de nervios. Así son los playoffs.
Ganaron porque Haliburton encontró su mejor versión (31 puntos, 6 rebotes, 8 asistencias, 6/10 en triples), Pascal Siakam (21+8+5) resistió hasta el final, extenuado, Myles Turner cambió mil jugadas con su protección del aro, Aaron Nesmith abrió puertas a base de pura energía y Andrew Nembhard (18 puntos, 6 asistencias) volvió a elevarse en esos tramos de los playoffs en los que hacen falta héroes. Los Pacers fueron mejores y volvieron a convertir en puntos débiles lo que podrían haber sido montañas por escalar: 18 puntos más en triples (15/35 por 9/35) contra un equipo sin ritmo ni confianza, que basó en el tiro exterior gran parte de su brillantez durante todo el curso pero que, cuando más falta hacía, se ha quedado cuatro veces por debajo del 30% en los cinco partidos de esta serie. Puede que no haya dato que explique mejor por qué los Pacers están ya en la final del Este y los Cavaliers, en el rincón de pensar.
A los Cavs les han ido las suficientes cosas mal, han apilado los suficientes problemas físicos como para encontrar, si quieren, coartada. Pueden pensar, con optimismo o pesimismo, que esta eliminatoria ha sido una anomalía o que realmente hay un techo para este equipo, en este formato más de estilo que de fuerza, cuando llegan los playoffs, los partidos de barro y artillería pesada. En todo caso, sus esperanzas de ser campeones (legítimas) murieron en una eliminatoria en la que nada fue realmente bien más allá del espejismo del tercer partido. Todo, el billete para la final de Conferencia y las trazas de aspirante outsider, se lo ha quitado Indiana Pacers. Un gran equipo. Fuerte, rápido, cargado de confianza y con jugadores que parecen mejores cuanto más lo requiere la ocasión. Con eso, y con mucho talento, se ganan partidos y eliminatorias. Una más y regresará a las Finales de la NBA. A partir de aquí, se le puede dar como más o menos favorito, por supuesto, pero no tiene ningún sentido dudar de él. Contra quien sea.