Rusificación en Ucrania: la estrategia detrás de los territorios anexados por Vladímir Putin
El frágil alto el fuego por 30 días firmado por Moscú y Kiev en Riad da paso a la incógnita de lo que sucederá con el este ucraniano

Una cronología de hostilidades de Rusia
Cuando Vladímir Putin anunció la “operación militar” en Ucrania, esgrimió dos argumentos principales que motivaron su decisión: el acercamiento de Kiev a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la acusación de que militares ucranianos mantenían una actitud hostil contra la población del Donbás, que, según el Kremlin, buscaba pasar a manos rusas.

El Kremlin llevó adelante la invasión a Georgia en 2008 y consiguió la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, regiones que se convirtieron en repúblicas prorrusas, un estatus que continúa hasta la fecha. En ese período, tanto Tiflis como Kiev habían entablado conversaciones para una posible adhesión a la OTAN y a la Unión Europea (UE), un pretexto que el gobierno ruso utilizó para actuar militarmente en los países vecinos.

Los referéndums en los territorios anexados por Rusia
En el pasado, los territorios anexados fueron contundentes respecto de su pertenencia a Ucrania. En distintos referéndums antes de la intervención militar, el sí a la continuidad dentro de la república obtuvo el 90,13 % de parte los habitantes de Kherson; el 86,33 % de parte de Kharkhiv; el 83,38 %, de Lugansk; el 83,90 %, de Donetsk; el 90,66 % de Zaporizhzhia; el 54,19 % de Crimea; y el 85,38 %, de Odessa.
La invasión de 2022 trajo consigo consultas populares organizadas por Rusia, caracterizadas por la ausencia de parte de la población nativa producto de su desplazamiento, su enrolamiento en el ejército ucraniano y la presión de tropas rusas en las calles y los centros de votación para inclinar la balanza en favor de la anexión. Según el Kremlin, el voto positivo promedio fue del 89,23 % y la participación fue del 88,5 % de los habitantes registrados.

Con esta estrategia de guerra, opresión y desplazamiento, Moscú intentó validar aquel sentimiento independentista que aparentemente reinaba en el Donbás y que le sirvió para justificar inicialmente la operación militar. Hoy, Vladímir Putin busca imponer como condiciones de paz que Crimea, Sebastopol, Kherson, Zaporizhzhia, Donetsk y Lugansk son regiones de Rusia, amparados en que están inscritas en la Constitución y que son victorias militares. Una condición que resulta difícil de aceptar para el gobierno de Volodímir Zelenski y que podría causar la continuidad de la guerra.
Por el contrario, si Rusia consigue retener estos territorios, se quedaría con alrededor del 20 % del actual territorio de Ucrania y conseguiría oficializar el control sobre la península de Crimea tras 11 años de ocupación. Además. aumentaría su presencia cerca del mar Negro y dejaría a los ucranianos sin puertos en dicho mar, una clara limitación para su acceso marítimo.

La rusificación en Ucrania antes de Putin y con él
La estrategia sobre Ucrania no es una dinámica nueva para su población, sino que proviene de la época imperial rusa y el período en el que ambos países formaban parte de la Unión Soviética. La rusificación fue un cuerpo de leyes, decretos y otras acciones impuestas a Kiev con el objetivo de instalar una predominancia de Rusia sobre la población ucraniana.
Este accionar comprendía desde la eliminación de las escuelas ucranianas hasta el reemplazo del idioma ucraniano por el ruso como lengua oficial y la eliminación de las principales representaciones culturales. La opresión continuó durante la era soviética y se suprimieron las identidades nacionales de cada república, aún más en Ucrania. Esta conflictividad causó la detención de intelectuales y purgas contra la población en distintos momentos del siglo XX hasta la fragmentación y caída de la URSS.

Como herencia, Ucrania tiene la mayor población de rusófonos que no son rusos étnicos e incluye a aquellos que hablan y escriben en súrzhyk, un dialecto producto de la fusión entre el idioma ucraniano y el ruso. La llegada de Vladímir Putin a las altas esferas del poder de Moscú dio como resultado la restauración de estas políticas a partir de las guerras libradas en 2014 y desde 2022.
Las escuelas del sudeste comenzaron a utilizar programas rusos y a enseñar el idioma, mientras que los militares organizaron quemas de libros escritos por autores ucranianos. La desintegración de los símbolos de Ucrania incluyó el adoctrinamiento de los profesores que integraban el sistema educativo y la destrucción de monumentos a los hetmanes ucranianos, un título asignado al segundo mayor comandante militar, personalidades que tuvieron un rol activo en la historia de Ucrania.