¿Existe una “Doctrina Trump”?
El presidente entiende o cree entender que EEUU ya no es el centro del mundo, o al menos ya no está en condiciones de seguir subsidiando a sus aliados, sea en comercio o en defensa. Y para seguir siendo “la” superpotencia debe mejorar la disuasión militar
InfobaePensé que su intervención ante el Congreso Pleno iba a permitir aclararlo, porque era la oportunidad para una intervención medular y de fondo. Sin embargo, no lo fue, pareció un acto más de campaña, describiendo sus prioridades. Sin embargo, tuvo razón, ya que, según una encuesta de la CBS, el 76% aprobó lo que dijo.
Me cuento entre quienes están convencidos que estamos viviendo un momento de cambio, de esos que al menos pueden durar décadas, sobre todo, que no se ve que los demócratas estén ofreciendo alguna alternativa.
En lo personal, en el pasado, enfrentado a este tipo de ocasiones, que son más comunes de lo que se supone, con frecuencia he recurrido a una imagen de gran fuerza y que me ayuda mucho, al preguntarme ¿cómo estudiará lo que hoy presenciamos un historiador del futuro, alguien que, dentro de 10, 50 o 100 años mira hacia atrás, intentando separar lo urgente de lo importante, lo espectacular de lo trascendente?
Sin duda, lo que hoy presenciamos llama la atención, por lo que recuerdo a uno de mis abuelos que combatió y fue prisionero de los rusos en la primera guerra mundial, quien acostumbraba a decirme que los ejemplos por mi utilizados no tenían comparación con el año 1918, que presenció el fin de nada menos que cuatro imperios: el ruso zarista, el del Kaiser alemán, el austro- húngaro y el turco otomano, a lo que se puede agregar que en 1945 aparecieron dos superpotencias, la URSS y EEUU además que dos grandes imperios coloniales como Francia y el Reino Unido, desde entonces son solo potencias medianas, declinación que ha continuado en este siglo.
Estoy convencido que, a ese historiador del futuro, el cambio político no le va a llamar tanto la atención como lo hace con nosotros. Creo que más le va a interesar el cambio tecnológico y cultural que estamos presenciando, por ejemplo, con la Inteligencia Artificial, ya que un cambio político de magnitud sea nacional o internacional, ocurre prácticamente en cada generación.
Para muchos, el último importante ocurrió en el breve lapso que media entre la caída del Muro de Berlín (9-XI-1989) y la disolución de la URSS (26-XII-91), cuyas consecuencias inmediatas difieren de lo que hoy presenciamos, ya que los fundamentos del orden que surgió después de la segunda guerra mundial no fueron cuestionados, sino que por el contrario, los derrotados buscaron integrarse al sistema político y económico que de allí surgió, tal como lo reflejan varios países que hoy son parte de Europa y la OTAN, lo que por cierto no ocurrió con Rusia, ya que después de Yeltsin, tomo el camino opuesto.
También hay casos de anuncios que simplemente no produjeron el resultado esperado, siendo ejemplos a nivel regional, la llamada “primavera árabe” o la invasión a Irak que terminó en términos geopolíticos con Irán controlando a su ex enemigo.
Por lo tanto, a mi juicio ¿en qué consiste lo que Trump está intentando?

Lo primero es MAGA o el Make America Great Again, el principio que surgió junto con el gobierno de Reagan, hay parte del activo común de conservadores y liberales en EEUU, pero que en el momento de su triunfo presidencial en 1979 fue (casi) tan criticado como lo es hoy Trump, quien, lo que hizo fue agregarle la idea de America First, o Estados Unidos Primero. Lo segundo, es la Doctrina Monroe rejuvenecida, ahora no se dirige contra los viejos imperios coloniales europeos, sino contra la China actual. Destaca la reaparición de las líneas rojas que tan prominentemente figuraron en la guerra fría, es decir, claridad en torno a lo que EEUU está dispuesto a hacer como aquello que no va a hacer, para que sea impuesto, hasta con dureza, tanto contra los adversarios, como, y he aquí una novedad, contra los que se suponían que eran los amigos. Lo tercero es otra idea de Reagan, la de Paz con Fuerza, aplicándose no solo a la geopolítica o a lo militar, sino también a las relaciones comerciales y a la lucha contra las drogas.
Por lo tanto, en esta doctrina hay un cuarto punto, es el reconocimiento al poder, y si uno lo analiza con realismo, el orden liberal post segunda guerra mundial fue posible, solo porque estaba detrás el inmenso poder económico, político e ideológico de EEUU, que contuvo a la URSS, aunque se enfrentaran muchas veces a través de terceros países, situación que quizás podría estar repitiéndose, ahora con Ucrania.
Por lo demás, el orden internacional que está desapareciendo o al menos siendo desafiado, incluyendo la integridad territorial de los Estados miembros, la verdad es que nació de la mano de la división del mundo en Yalta, dos bombas atómicas, la guerra fría, y si no hubo enfrentamiento directo entre EEUU y la URSS fue por la existencia del poder nuclear y el temor a la Destrucción Mutua Asegurada.
Es decir, en el mundo que podría estar despidiéndose, hubo un permanente conflicto, presente no solo allí, sino también otras veces en la historia, por un lado, principios del derecho internacional (o antes, el derecho de gentes), y en el otro, el principio de fuerza de las grandes potencias.
La propuesta de Trump, que acarrea la potencialidad de transformarse en doctrina, es simple y concreta a la vez. No hay más ni se ha pretendido que lo haya. Trump llegó a la política sin proponer un nuevo movimiento, y en el pasado, el Partido de la Reforma, creación de Ross Perot, le ofreció postularlo como candidato presidencial lo que no aceptó, y antes del 2016, fue una figura pública durante tanto tiempo, empresario de mucha figuración, incluyendo edificios con su nombre, además de exitosa figura televisiva durante 15 años, a quien por sus opiniones se le imaginaba cercano a los demócratas.
El 2016 su candidatura se encontró con una mitad del país con la idea que la política y los políticos no los representaban, a la que Trump dio dirección y propósito, tanto que, ante la sorpresa y el error de las encuestas, resultó electo. EEUU se dividió, expresión de una guerra cultural que venía de antiguo. Fue perseguido judicialmente, pero triunfó en forma contundente, lo que le permitió volver mucho mejor preparado que en la oportunidad anterior.
En toda esta trayectoria, le ha facilitado la vida que sus adversarios no le crean, a pesar que Trump ha intentado que se conviertan en decisiones de gobierno lo que prometió en la campaña, tanto, que en su intervención ante el Congreso Pleno no dijo nada que no hubiera repetido ante las multitudes que acudían a escucharlo, aún en pandemia, otro fenómeno que aportó su incorporación a la política.
Mucha equivocación existe, tanto en la forma como en el contenido de las críticas que recibe. De hecho, contrario a lo que se ha dicho, el hecho de haber nombrado tres integrantes no transforma a la Corte Suprema en una Corte trumpista, ya que allí se le ha infringido dos importantes derrotas, primero, no se quiso escuchar su reclamación errada que la elección del 2020 habría sido fraudulenta, y ahora le rechazó la petición de emergencia para congelar dos billones en ayuda al exterior de la USAID, parte del esfuerzo de Elon Musk para reducir el mal gasto en el gobierno. Ello representa dos cosas, primero, que esos jueces aplican el llamado “derecho al olvido”, es decir, que no se les perciba favoreciendo a quienes los pusieron allí, y segundo, que lo fundamental de EEUU no es una democracia imperfecta, sino la república, es decir, las instituciones, todo, por cierto, gracias a la Constitución.

Por lo avanzado en otros frentes, ahora existe la impresión que esa Corte Suprema podría ser un inesperado escollo para lo que Trump pretende lograr, ya que desde que juró como presidente 47, el mal momento de sus rivales nacionales e internacionales ha sido visible, además, de no apreciarse un liderazgo para confrontarlo. Ello incluye a líderes europeos, ya que varios de ellos parecen que podrían ser derrotados en sus países. Sobre todo, a nivel nacional, los demócratas están teniendo dificultades para construir una alternativa, y en el caso de los europeos, su discurso de superioridad moral además de no lograr el respaldo suficiente ya fracasó en EEUU.
Así, sin quererlo, lo que pasó en política interna se ha repetido a nivel internacional, es decir, encontrarse encabezando un movimiento que no creó pero que lo está reconociendo como líder, a pesar de que en Europa llevaba mucho tiempo incubándose, con algunos éxitos, pero que ahora, la posibilidad de premios mayores es real en Francia y Alemania.
No hay duda de que Trump no les gusta a sus adversarios, pero la gran novedad es que también está pasando con países y líderes amigos. Algunos piensan que es solo caos lo que ha traído consigo, pero otros piensan que hay una doctrina detrás. Una u otra, no estamos presenciando el fin del mundo, sino situaciones que han existido y seguirán existiendo, relacionadas con el cambio político al que podría haberle llegado su momento, local o mundial.
Particular a Trump es algo que se ha repetido desde que anunciara su candidatura el año 2015, ya que el mismo error ha estado presente, dentro y fuera de EEUU, en el sentido de no tomarlo en serio al principio, hasta ha abundado el desprecio en algunos casos, a pesar de una historia empresarial basada en superar exitosamente no solo dificultades comerciales, sino también numerosos juicios.
En política, equivocarse con lo que él pretende, desde lo macro a lo micro, ha sido notorio en temas como aranceles o Groenlandia, quizás algo de eso hubo en las equivocaciones de Zelensky en la Oficina Oval, donde el tema no es el maltrato, ya que a ese nivel el poder se impone a la moralidad, sino que solo Ucrania podía salir perjudicada, por lo que no hay duda que no se calibró adecuadamente cómo podía reaccionar, por previsible que haya sido, por su comportamiento anterior. Hoy, pareciera que EEUU quiere la renuncia del ucraniano, lo que recuerda que el equivalente fue cuando Biden buscaba imponer la renuncia de Netanyahu.
Donde sus adversarios han errado es en suponerle a Trump ciertas intenciones en relación con Putin, ya que se han equivocado más de una vez, desde el momento que se pueden tener muchas opiniones, pero nada indica que Trump sea una marioneta. A pesar de ello, desde la elección del 2016 en adelante, se ha repetido que Putin lo habría electo, afirmación no solo falsa, sino que también contribuyó a la polarización posterior, quizás tanto como los sucesos del 6 de enero frente al capitolio.
La verdad es que nada indica que ello haya pasado en su gobierno 45, donde no hubo ninguna concesión especial, fuera financiera, económica o en las negociaciones de armamento. Ello ha sido ratificado recientemente con el anuncio que aranceles y sanciones serían aplicadas “a gran escala…a Rusia hasta que se alcance el cese el fuego y un acuerdo definitivo de paz”.
No solo con Rusia por Ucrania, también se supo que se negociaba con Hamas, por mucho que se dijera que eran solo “conversaciones”, aunque en verdad no difieren mucho de lo que ha hecho Israel, que tampoco las llama negociaciones, y ojo, Israel también podría llevarse una sorpresa. Sin duda, Trump ha sido un firme apoyo, pero perfectamente podría tomar decisiones que no van a ser del agrado de Israel, ya que lo que pretende está pendiente desde su gobierno anterior, por lo que quizás en algún momento próximo podría apoyar la creación del Estado Palestino respaldando a la Autoridad Palestina, a pesar de que Netanyahu dice que ello representa algo que el ataque y la toma de rehenes de Hamas transformó en obsoleto.
Para su base fiel, Trump ha instalado la idea que él sería providencial, en el momento preciso de la historia, para detener la declinación de EEUU. Para Ucrania, la negociación propuesta hasta el momento favorece a Moscú. Por su parte, para Trump y probablemente para EEUU todo tiene sentido si Moscú deja de ser socio de China, el único rival verdadero en este siglo.

Trump respeta a sus rivales Putin y Xi Jinping, ya que piensa que los tres tienen un compromiso personal con la historia, lo que se acrecienta en su persona por el hecho que no puede ir a la reelección, por lo que de verdad su ventana de oportunidad es de un par de años, ya que, en noviembre del 2026, hay elecciones intermedias para renovar la Cámara de Representantes y parcialmente el Senado, e inmediatamente EEUU entrará en modo campaña presidencial.
Trump entiende o cree entender que EEUU ya no es el centro del mundo, o al menos ya no está en condiciones económicas de seguir subsidiando a sus aliados, sea en comercio o en defensa. Y para seguir siendo, “la” superpotencia debe mejorar la disuasión militar. Es decir, lo suyo es el renacimiento y el resurgimiento de EEUU como base de la nueva doctrina, aunque muchas veces exista una idealización de un pasado que no existió. Sin ir más lejos, dos apuntes: primero, lo que sabemos de las intenciones chinas, proviene del hecho que están imitando paso a paso lo que hiciera EEUU para sustituir a Gran Bretaña. Segundo, no siempre subsidió EEUU a otros, sobre todo los más débiles, ya que, en la segunda guerra mundial, les exigió a varios países latinoamericanos una “contribución” a la guerra, castigándose los precios de sus materias primas, lo que representó US$ 500 millones menos en el caso del cobre chileno.
Es una doctrina que se piensa o se presume pragmática y no utópica, que se enorgullece de haber aumentado enormemente las inversiones en poco tiempo, pero que también habla de “liberar las amarras” del mercado, reduciendo no solo las regulaciones, sino también el despilfarro en el gasto público, pero al mismo tiempo invita a pensar en una “nueva frontera” representada por Marte y la privatización del espacio exterior, con la marcada sensación que Europa se quedó atrás, que China es el único rival, y que por lo demostrado en Ucrania, Rusia es un contendiente menor.
También es una propuesta que insiste en reducir la deuda pública, no solo por razones económicas, sino geopolíticas de defensa del dólar como la moneda de reserva del mundo, ya que hoy sería la mejor fuente de poder que se tiene, por lo que se debe estar dispuesto a todo para defenderlo.
Si eso es lo que quiere, ¿qué más se necesita? Para Trump, lo que está muriendo es el Atlantismo, ya que los acuerdos políticos y económicos con Europa posteriores a la segunda guerra mundial lo que hoy hacen más que servir a EEUU es subsidiar a una Europa en abierta declinación, y por, sobre todo, Trump respeta el éxito y el poder.
El Atlantismo es una idea que se transformó en política de Estado solo a partir de la década del 40, como consecuencia del Land-Lease Act de 1941 para entregar equipos militares a Gran Bretaña en momento de aislacionismo en EEUU y, sobre todo, con el primer documento, la Carta del Atlántico suscrita en alta mar por Roosevelt y Churchill, base de la futura ONU. Hoy, la política contraria al atlantismo, lo representa la corriente geopolítica que presenta a Rusia con presencia a la vez en Asia y en Europa.
Así como creo que se equivocan quienes entienden algo distinto en este acercamiento a Rusia, creo que también se equivocan con el tema de los aranceles, ya que en el caso de México y Canadá hay más bien una guerra a las drogas que una guerra comercial, aumentado en el caso de México, por el hecho que no desean que China siga exportando a través de sus empresas inscritas en México para aprovechar el tratado de libre comercio. Para Trump las tarifas recíprocas serían la solución de un problema para el cual, aunque no exista suficiente evidencia, se postula la idea que el resto del mundo se sigue aprovechado de EEUU.
En todo caso, es una demostración más que hay que tomar en serio y no reírse de la importancia que Trump le atribuye a su libro The Art of the Deal, ya que los cambios en fechas y porcentajes, demuestran que son parte de un proceso de negociación, donde lo permanente va a ser que, si algún país sube o baja sus aranceles, lo mismo va a hacer EEUU, algo que pasan por alto aquellos analistas de mercado que no calibran adecuadamente el componente geopolítico, que cuando aplicado a China resulta ser tan o más importante que la inflación. Por lo demás, hoy China hace lo mismo.