Era el martes en la Copa, Boca

El equipo le ganó a Central y momentáneamente lidera su zona, pero hubo silbidos al DT y reprobación general. Lo importante era lo otro, no esto.

Antonio Serpa
TyC
Sin contexto, uno podría preguntarse por qué habrían de echar a un técnico que le gana con autoridad a un puntero como Central y encima manda -como mínimo por unas horas- en su zona. Por qué habrían de echarlo si planta un equipo lógico, si lo define con un gol de uno de sus delanteros, si el volante central es un relojito, si en el fondo hay un caudillo que se faja cuerpo a cuerpo y gana, si detrás de él hay un arque

Lamentablemente, para Boca y para Gago, el contexto existe, y analizar el partido frente a Central sin tenerlo en cuenta, como si este fuera un partido común y normal, es de demente o de estúpido. Sin esperar ningún análisis, ningún resultado, La Bombonera dio un veredicto: Gago es culpable y Rojo también. A ambos se lo hicieron notar antes del partido, para que supieran que lo que hicieron no tenía remedio. Que no habría, pasara lo que pasare "una revancha" como la que pedía el técnico luego de la patética actuación en el repechaje pre Libertadores.

Podría resultar llamativo, también, que el cancionero no tocara a Riquelme, que sí había caído en la volteada el martes a la noche cuando la gente pidió que se fueran "todos". Román lo dejó a Gago en el cargo adrede, para que él se llevara las marcas de la puteadas, pero no salió indemne y lo sabe. La barra esta vez hizo bien su trabajo, preparó un cancionero fuerte y viejo y se mantuvo activa toda la noche, llevando la iniciativa y protegiendo a su nuevo amigo y mecenas. Los hinchas verdaderos, entonces, se expresaron con los tremendos silbidos a Gago -antes del partido, en el entretiempo y hasta en la despedida- y le apuntaron también a Marcos Rojo, que salvo perder la marca en un gol -una circunstancia futbolera perfectamente posible- no había tenido un protagónico contra Alianza Lima. Rojo es un general de Riquelme, uno de los tipos que siempre menciona el presidente cuando tiene que sacar chapa con sus contrataciones -no va a mencionar a Janson o a Martegani o a Orsini, claro-. Y tal vez por eso la haya ligado, como en su momento lo sufría Pol Fernández por ser "el jugador más inteligente del fútbol argentino" según la particular y sesgada visión del presidente. Como sea, Rojo hizo a lo largo de estos años méritos como para ganarse la reprobación con sus constantes ausencias y sus defecciones en partidos clave. Cavani está en la cornisa: cada vez se le nota más que es un ex jugador que vive de destellos de su jerarquía y la gente se hinchó los huevos de sus dolores, de sus faltazos y sus pifias, que repitió anoche.

Qué pasará ahora es realmente una incógnita. Riquelme quiere echar a Gago porque no le gusta -habría que ver si alguna vez le gustó- y porque además no hizo nada bueno salvo controlarles la dieta a Fabra y otros gordos. Pero el bueno de Fernando le es perfectamente funcional para absorber los insultos de otro año papelonesco sin Boca en la Copa. A varios presidentes les ha pasado eso (a Alegre, a Macri, a Angelici). Si su responsablidad es mayor tiene que ver con que su campaña se basó precisamente en eso: no ya en jugar la Copa sino en ganarla. Algo que cada año parece más lejano, en la medida en que se desprendió de buenos jugadores y los reemplazo por un puñado de berretas que no merecen vestir nuestra camiseta.

Si nos guiamos por los antecedentes, podemos decir que en todos los casos anteriores de técnicos de esta gestión, hubo una tarea de desgaste mental y el lógico aprovechamiento de malos resultados hasta forzar la salida. Un presidente serio haría lo que hay que hacer: prescindir de Gago, admitir que se equivocó y tratar de rescatar al club de este desastre deportivo, el más grave de la historia de Boca en la Libertadores -perder con River es mucho más doloroso, pero está dentro de lo posible. En cambio, quedar afuera antes de empezar el torneo con Alianza Lima es vergonzoso. Nadie puede soslayar que si el equipo jugó mejor contra Central es porque ya estaba liberado de presiones. Gago y sus formaciones suelen fallar en las difíciles. Por eso: era el martes, Boca, no ayer. Déjense de boludeces.

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