Cuán eficaz podría ser la disuasión nuclear francesa frente a la amenaza rusa
Macron propuso debatir la ampliación de la protección nuclear de Francia a sus aliados europeos
La disuasión nuclear francesa frente a la amenaza rusa
Francia desarrolló originalmente su arsenal nuclear en respuesta a la amenaza de invasión soviética y para evitar cualquier dependencia de Estados Unidos. Según una doctrina estable que los dirigentes políticos reafirmaban regularmente, el Estado [utilizaría] su arsenal estratégico aéreo y submarino en caso de ataque contra sus intereses vitales.
Pero lo cierto es que, sin el apoyo estadounidense, el equilibrio de fuerzas parece ampliamente desfavorable a Francia, que dispone de un total de 290 cabezas nucleares frente a las al menos 1.600 cabezas desplegadas y las cerca de 2.800 almacenadas del lado ruso.
Ciertamente, la potencia explosiva de las cabezas termonucleares, combinada con el alcance del misil balístico estratégico mar-tierra M51 francés, permitiría destruir las principales ciudades rusas, incluida Moscú.

Estos escenarios evocan el espectro de adversarios que destruyen ciudades enemigas en un intercambio atómico fragmentario, en el que Rusia podría confiar en su inmensidad para ganar por desgaste. Este potencial de reciprocidad debe tenerse presente en medio de la apuesta mutua de la disuasión nuclear.
Para reforzar el impacto de la disuasión nuclear francesa, podría preverse una asociación con el Reino Unido. Potencia nuclear desde 1952, Londres sólo dispone ahora de misiles balísticos lanzados por submarino y ha decidido, desde el Brexit, aumentar su arsenal a 260 cabezas nucleares. Pero aunque compartan intereses comunes, estas dos potencias nucleares europeas no son equivalentes.
A diferencia del Reino Unido, que es miembro del grupo de planificación nuclear de la OTAN y cuyas cabezas nucleares se diseñan en Estados Unidos, Francia produce sus armas en su propio territorio y no está sujeta a ninguna obligación de la OTAN. Esto da a París un gran margen de maniobra para definir su doctrina. Francia también puede hablar en nombre de la Unión Europea, de la que forma parte desde su creación.
La energía nuclear francesa: una alternativa a la disuasión estadounidense
Francia se convirtió oficialmente en potencia atómica en 1960 apoyándose en sus propios recursos, con un apoyo estadounidense fluctuante en función de los acontecimientos. La aparición de una fuerza estratégica francesa independiente molestó durante mucho tiempo a Washington, que intentó restringirla mediante acuerdos internacionales como el tratado de limitación de pruebas nucleares atmosféricas de 1963 y el Tratado de No Proliferación de 1968. Desde 1974, la fuerza nuclear francesa tiene oficialmente un papel disuasorio específico dentro de la OTAN, contribuyendo a la seguridad global de la alianza transatlántica al complicar los cálculos de los adversarios potenciales.

Hace casi 60 años, el presidente estadounidense Lyndon Johnson reforzó las dudas sobre la determinación de la Casa Blanca de comprometerse plenamente en la defensa de Europa. Hoy, el deseo de Trump de poner fin al apoyo estadounidense a Ucrania confirma estas sospechas. En consecuencia, voces cada vez más insistentes reclaman la aceptación de una fuerza nuclear francesa que se extienda a nivel europeo.
Un paraguas nuclear francés en Europa del Este
El llamamiento de Merz para que el paraguas nuclear francés se extienda a Alemania se alinea con la propuesta de París de establecer un diálogo que implique a los europeos en un enfoque común. Como ha señalado el ministro francés de Defensa, la definición precisa del interés vital corresponde a su presidente. Sin embargo, el uso de armas nucleares para proteger a Europa requiere un debate estratégico para definir la potencia que debe adquirirse, los intereses que deben defenderse y el método de mando del fuego nuclear.
Avanzar hacia una europeización de la fuerza nuclear significa aumentar las capacidades de disuasión y, por tanto, ampliar el arsenal francés para que pueda responder a las amenazas que afectan a los 27 Estados miembros de la UE. Esto exigiría la creación de reservas adicionales de material fisible y la reactivación de las plantas de producción de Pierrelatte y Marcoule, desmanteladas a finales de los años noventa.
También debe cuestionarse el dogma sobre lo que constituye un arsenal suficiente. Si 290 cabezas nucleares representan el valor que Francia concede a la defensa de su existencia, este precio parece descuidar la escala del continente europeo, y la lógica lo confirma: potencias nucleares de tamaño continental como Estados Unidos y Rusia -y pronto, China- despliegan un arsenal de unas 1.000 cabezas termonucleares.

Aumentar la potencia llevaría tiempo y exigiría un esfuerzo presupuestario para incrementar el número de misiles y aviones de transporte. Además de la construcción de nuevas infraestructuras en los países socios europeos, el coste podría superar los 10.000 millones de euros anuales, sin incluir los costes indirectos relacionados con el mantenimiento y la logística. Es mucho a tener en cuenta, sobre todo porque la oferta política y estratégica de protección nuclear ampliada evoluciona según las circunstancias.
Hasta ahora, Alemania prefería que Francia asumiera un papel simplemente complementario a la disuasión ampliada de EEUU, pero la amenaza de Washington de abandonar Ucrania aumenta la amenaza rusa. Como ha indicado Macron, Francia podría responder proponiendo el preposicionamiento de sus fuerzas nucleares en países de Europa del Este con la idea de sustituir eventualmente a EEUU.
Este paraguas nuclear francés concretaría la autonomía estratégica europea mediante el despliegue de aviones de combate con capacidad nuclear, un signo de solidaridad política europea que dificultaría los cálculos de Moscú.
La presencia visible de estos aviones en Europa del Este podría impedir que Rusia atacara a los países de la región con medios convencionales, ya que un ataque de este tipo podría provocar una respuesta nuclear francesa en nombre de Europa.