Empiecen a ganar porque los van a sacar a la mierda
Desastroso partido de Boca que rozó el papelón. Fue sólo 0-1 por Marchesín. Gago volvió a pifiar y el equipo no respondió. En la vuelta se juega todo.
Antonio Serpa, TyCA Boca se le paró el corazón. No late, no hay un solo signo vital, no parece correrle una sola gota de sangre por las venas. Está ahí, quieto, a la deriva, dejándose llevar sin pelearla un instante. Le pegan un cachetazo, dos, y no reacciona. Los jugadores (algunos) caminan la cancha. Tan exasperante es la (falta de) actitud que Gago, a un costado, sin taparse la boca amenaza al Changuito Zeballos, que acaba de entrar. "A ver si empezás a correr porque te saco a la mierda". Lo hace a cara descubierta, vocalizando como para que no quede ninguna duda de la calentura que tiene con el pibe, que entró en el segundo tiempo. Si no hiciera tan poco tiempo que Gago es el técnico, si no hubiera arrancado recién la nueva temporada con un plantel en el que se invirtieron millones, uno podría hasta creer que le están haciendo una cama. Pero no, es imposible. Para eso -para voltear a un entrenador- hacen falta líderes, una voz de mando, y los que viajaron a Lima son papel pintado. Son nada, muy poca cosa. O por muy nuevos, o por muy chicos, o porque no tienen el carácter suficiente. Los grandes, los que deberían poner la cara, se quedaron en Buenos Aires haciendo camilla.
Uno esperaría que después de un partido como el de anoche en Lima hubiera trompadas en el vestuario. Que se cagaran bien a piñas, que se putearan, que se dijeran de todo, que se vaciaran. Pero ni con una tonelada de imaginación puede verse a estos pibes haciendo algo así. ¿Quién podría tirar la primera piedra? ¿Quién? ¿Saracchi, que terminó como el insólito capitán? ¿Merentiel, el capitán original sacado en el entretiempo por su mala actuación y una irresponsabilidad que casi nos deja con diez? ¿Marchesín, con esa cara de tipo bueno que tiene? No. Falta un Rojo para pudrirla, un Advíncula, un Pipa Benedetto que le deje el pómulo hinchado a Zambrano. Si llegaran a cagarse bien a palos, me quedaría mucho más tranquilo. "Hay vida, después de todo", podría pensarse. Pero ni esa ilusión queda.
Ustedes lo vieron, no hay que contarles nada. Y si no lo vieron, no vayan a verlo porque van a sentir vergüenza, rabia y hasta un poco de asco. Lo de Boca en Perú fue penoso, partido sacatécnico, sacajugadores, sacatodo. ¿Quieren saber la realidad de tanta parálisis? No, no es una cama. Tienen miedo. Están todos cagados, superados por la responsabilidad. Les queda grande la camiseta. Enorme. Velasco es un buen ejemplo de tipo que no puede justificar lo que pagaron por él. Algunos le ponen voluntad, como Barinaga, pero los condenan sus limitaciones. Otros son frescos por naturaleza (Alarcón). O duermen la siesta santiagueña (el Chango), o son pibitos que no están preparados (Rey Domenech), o se encuentran con cuestiones que no saben ni pueden resolver (Di Lollo con la cancha corrida, Blondel puesto a jugar de interior o de doble 5), o están retirados (Janson), o son poca cosa (Saracchi superado toda la noche por Castillo). Parecen exhaustos, cansados, sin energía. Pero debe ser el miedo, nomás, el pánico escénico. La otra opción es que no se den cuenta de lo que se están jugando, pero elijo creer que no son tan boludos.
Créanme, al inicio del segundo tiempo, hubiera firmado el 0-1. Tan cerca estábamos de un 0-2 o un 0-3 lapidarios. Gago, por supuesto, lo pensó al revés y creyó que era posible levantarlo. Hizo cambios ofensivos. Y no fuimos goleados gracias a Marchesín, que sacó de todo (le faltó la del gol, en la que se quedó a medias). Después, el DT siguió con los cambios ofensivos pero para la historia de Boca, como poner a Janson: ¿cuándo aportó una solución? Exasperante. Otra vez, como el año pasado, el banco no ofrece soluciones. Y lo peor es que se gastaron millones en el mercado. A esta hora, podríamos preguntarnos si se malgastaron en tipos que no pueden contrarrestar un lateral (sí, otro gol por esa vía, ya todos saben que no podemos defender ni un centro anunciado y tirado con las manos).
La semana que viene, en la Bombonera, habrá una definición. Pasa Boca o no pasa Gago. Si Boca no se clasifica a la fase siguiente del repechaje (esto no es Copa Libertadores, diga lo que diga la Conmebol), se quedará fuera de toda competencia sudamericana, lo cual equivaldría a un fracaso con pocos precedentes. Y cuyo precio pagará, por supuesto, el entrenador, aunque no sea el único responsable. Debajo suyo hay culpables (tipos que juegan muy mal porque no lo entienden o porque son malos, lisa y llanamente) y arriba también: después de todo, alguien lo fue a buscar. Si Riquelme lo eligió consciente de lo que hacía, no entiende la idiosincrasia de Boca (sería raro en él). Si en cambio lo convocó para que fuera un escudo y desviara el foco de atención, también le pifió: Gago nunca fue un ídolo, ni siquiera un elegido por la gente. Su carrera de técnico no justifica su contratación. No tiene tanta espalda. De hecho, acá estamos. A 90 minutos de una posible salida. Alguna vez, en Racing se le cuestionó que dijera permanentemente que el equipo estaba para competir (no para ganar). Su Boca es tan horrible, tan flojo, tan disparatado e inentendible, tan previsible que ni siquiera compite. Hasta Banfield o este Alianza Lima penoso lo ponen contra las cuerdas.
Un temita: los peruanos podrían haberse quedado con uno menos a los segundos de partido por un planchazo a Blondel. El mismo jugador -amonestado en ese momento- debió haber visto una segunda amarilla más tarde. No ocurrió, no sabemos qué partido se hubiera jugado a partir de ese momento. Pero 11 contra 11, fuimos un desastre indigno de la camiseta. Empiecen a correr, muchachos; y a dirigir, y a ganar, porque si no los van a sacar a la mierda a todos.