Boca encontró el eslabón perdido

Palacios hizo jugar al equipo, fue la figura contra el Globo y le dio el triunfo con un golazo diseñado con la cabeza y definido con los pies. Primer triunfo serio del año.

Antonio Serpa
TyC
Carlitos Palacios es el eslabón perdido. No el de Darwin, sino el de Boca. Es el eslabón buscado y encontrado. El que Boca no tenía. El que hizo jugar al equipo y el que le dio el triunfo. El más claro, el que mejor lee el territorio, el de visión más amplia. Ya antes del gol era el que mejor entregaba la pelota, el que elegía la jugada correcta, el que seguramente pensó Juan Román Riquelme todas las veces que lo fue a buscar. Como gran pasador que era, un tipo que disfrutaba más de una asistencia que de un gol, al presidente de Boca le gustan los titiriteros, los que son capaces de mover los hilos de un equipo. También le gustan los tipos que desequilibran en el uno contra uno, no en vano puso la plata que puso por Alan Velasco, pero su debilidad son los Iniesta. Los tipos que ven espacios donde los demás son ciegos de fútbol. En la jugada del 2 a 1, Palacios vio venir el pase de Saracchi, vio que la podía dejar para Merentiel, vio que el uruguayo podía ponerle el pase filtrado, vio la línea del último defensor para picar justo, vio la salida del arquero con el rabillo del ojo y definió por arriba para evitar que el achique lo tapara. Todo eso vio, y además vio a Román en el palco, se puso las manos como pantallas detrás de las orejas y festejó con el Topo, emocionado, después de agarrarse fuerte del alambrado para gritar con la gente.

El gol de Palacios resolvió todo. Todo lo que Boca no podía resolver. Lo encaminó al festejo, le abrió la puerta al primer triunfo serio del año luego de aquella goleada inicial contra el equipo agrícola amateur. Es, hasta ahora y con poco como para hacer un balance, el mejor refuerzo del mercado. Por la incidencia directa y por lo que insinúa, por lo que se puede soñar. Todavía flojo Velasco -haciendo todo el tiempo la gran Janson, enganche y pérdida-, sin el peso suficiente Alarcón, lesionado Ander Herrera, Palacios asoma como para convertirse en el hombre que Boca estaba necesitando de la mitad de la cancha en adelante, alguien que pudiera poner en marcha al equipo, alguien que le diera funcionamiento. Battaglia también parece una buena noticia, pero todavía es víctima de algunas llamativas decisiones de Gago que mandan al equipo a caminar por la cornisa. Por ejemplo, armar una línea de cuatro con dos tipos que no son centrales por naturaleza (uno volante, el otro lateral por la izquierda), que eventualmente pueden jugar -y bien- como parte de una línea de tres, pero que no parecen preparados para la línea de dos con la que queda parado Boca con los laterales bien subidos. 

Hay algunas otras cuestiones que merecen decisión urgente del entrenador. El 3, hoy, es Saracchi. Por nivel, por capacidad de asociación, por compromiso y entendimiento del juego. Zeballos es por izquierda o no es: no tiene sentido tirarlo a la derecha y luego sacarlo si no da lo que tal vez no puede dar. ¿Por qué es siempre el jugador sacrificado a favor de no incomodar a otros? Alguna vez se privilegió a Janson o a Aguirre, en este caso a Velasco. Ninguno de los tres dio más que el Changuito, con el único beneficio de la duda para el ex Independiente, que recién arranca. Otro tema: más allá de su monstruoso sacrificio -metió un cierre extraordinario a los 39 del segundo tiempo, con treinta y pico de años y treinta y pico de grados-, Cavani no puede jugar solo de 9. No es justo condenarlo a ese laburo animal, por más que él jamás le saque el cuerpo. El doble 9, con Merentiel, es de las pocas cuestiones que funcionaron en los últimos años. No es inteligente romperlo en función de ningún dogma. Es cierto que ahora están los jugadores para jugar 4-3-3, como prefiere el técnico, pero un equipo se arma con los mejores y con los que más química tienen entre ellos. De eso se trata el fútbol, no de esquemas predeterminados. Gago es joven y tiene tiempo de aprender, en cambio Boca es un club de urgencias. Será responsabilidad del DT darse cuenta de dónde está.

Sí hay, más allá de esto, una decisión que ya se tomó: arrancó una nueva era en el arco de Boca, cuyo dueño es, desde este domingo 2 de febrero, Agustín Marchesín. Acá no habrá -no debería haber- rotación. Con Chiquito roto y Brey lidiando con su post adolescencia, el arquero de Boca será el ex Lanús, que tuvo un buen debut con un par de salvadas importantes, voz de mando, indicaciones a sus compañeros. No es poco, teniendo en cuenta que se trata de un puesto clave y que estaba a la deriva.

¿Qué valor tiene esta victoria en la Bombonera? Dependerá, como siempre, de la capacidad que tenga el equipo de sostenerse. Pero por algo se empieza. Ganar era más una obligación que una necesidad, luego de dos empates paliduchos. Y el foco iba a estar puesto, enterito, en el verde césped. Esta vez, la dirigencia hizo los deberes con las contrataciones más allá de que siga pendiente el tema Paredes. Y todo se resuelve ahí abajo, con lo que puedan construir el técnico y sus jugadores. No estamos para sufrir todos los tiros. Ojalá lleguen festejos más tranquilos. 

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