Un coleccionista compra en Marruecos un meteorito y ahora puede ser una de las pruebas directas de la presencia de agua en Marte

Contiene 10 veces más agua que el resto de meteoritos marcianos y su composición indica que se cristalizó en condiciones hidrotermales hace 4.500 millones de años

La Belleza Negra, o NWA
La Belleza Negra, o NWA 7034, el fragmento de corteza marciana encontrado en el Sahara Occidental (Wikimedia Commons)

La Belleza Negra, el pedazo de corteza marciana encontrado en el Sahara

Oficialmente, su nombre es Noroeste de África 7034. Se trata de una roca de unos 320 gramos que contiene minerales muy antiguos y muy jóvenes pegados, lo que podría ser extraño, pero coincide con lo encontrado en Marte por los Rovers. Quedaba confirmada, entonces, su procedencia. Pero la Belleza Negra aún guardaba secretos.

Recientemente, un estudio se ha centrado en un único gramo de circón (una gema preciosa, la más antigua que puede encontrarse en la Tierra) contenido en el fragmento de corteza marciana. Según reveló el estudio, este pedacito de gema tiene una antigüedad de 4.450 millones de años. Teniendo en cuenta que esa es la edad aproximada que se atribuye a Marte, esto supondría que correspondería a las eras más tempranas de este vecino celestial.

Pero lo que hace a la Belleza Negra un fragmento de meteorito tan excepcional es otro: contiene 10 veces más agua que el resto de meteoritos marcianos. Se descubrió, entonces, que esto se debía a la interacción de la roca con el agua presente en la corteza del planeta durante su formación, pero al volver a analizar el circón utilizando técnicas modernas de microscopía se ha logrado comprender mucho más.

Un fragmento de la Belleza
Un fragmento de la Belleza Negra o NWA 7034 (Europa Press)

La composición del fragmento de meteorito revela que hubo agua en Marte, al menos en sus eras más tempranas

El fragmento contiene hierro, aluminio, y sodio, que son bastante inusuales para un circón de origen puramente magmático. Del mismo modo, presenta pequeñas inclusiones de magnetita (óxido de hierro), lo que indica que se tuvo que cristalizar en condiciones hidrotermales. O lo que es lo mismo, en presencia de agua a altas temperaturas y en ambiente oxidante. Además, estas inclusiones no muestran signos de haber sido alteradas por radiación, lo que sugiere que se formasen al mismo tiempo que el circón y no en eras posteriores: había agua en Marte en el momento del nacimiento del planeta.

Eso de que hubiese una presencia de agua caliente en un ambiente oxidante significa que Marte presentó condiciones favorables para el desarrollo de la vida (microbiana) hace miles de millones de años. Se cree que fue en ese mismo tipo de ambiente en el que se produjo ese gran salto, hasta ahora incomprensible, en el que lo inorgánico se hizo orgánico, una chispa fruto de (se cree) reacciones físico-químicas. Ahora la vida viene de la vida, pero en su momento, lo “no-vivo” (porque para que algo sea ‘muerto’ tuvo que estar vivo) pasó a ser “vivo”, y aunque existen muchas teorías de cómo llegó a suceder en la Tierra, el agua siempre juega un papel fundamental.

El Monte Olimpo, la montaña
El Monte Olimpo, la montaña más alta de Marte (Space Frontiers/Hulton Archive/Getty Images)

Según aportó Jack Gillespie, uno de los principales autores del estudio e investigador en la Facultad de Geociencia y Ambiente de la Universidad de Lausanne (Suiza), “nuestros datos podrían implicar la presencia de agua en la corteza de Marte en un momento comparable a las pruebas más antiguas de la presencia de agua sobre la superficie de la Tierra, hace alrededor de 4.400 millones de años. Este descubrimiento proporciona nuevos datos para entender la evolución planetaria de Marte, los procesos que tuvieron lugar y el potencial de que hubiese albergado vida”.

Inspirados por lo que esta roca deja intuir, los investigadores localizaron el cráter del que procede y lo bautizaron como Karratha, en honor a una ciudad en Australia Occidental en Pilbara que alberga una de las rocas más antiguas de la Tierra. Además, el equipo recomienda que los futuros aterrizajes en el planeta se centren en este mismo área para sus investigaciones, dado que el único fragmento que se tiene ha sido capaz de proporcionar numerosas pistas sobre las primeras etapas del planeta. 

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