Tenis | Open de Australia / Sinner gana en Australia su tercer título de Grand Slam

El italiano protagoniza una final impecable ante un buen Zverev, que se queda por tercera vez a las puertas de triunfar en un major.

Nacho Albarrán
As
Jannik Sinner gobierna con mano de hierro el tenis mundial. Con una actuación impecable, el número uno del mundo derribó a un Alexander Zverev que, tal y como jugó, hubiera ganado a casi cualquier otro rival. Pero el italiano de 23 años está ahora mismo muy por encima de los demás. Es una máquina que llega a cada bola con suficiente tiempo para golpearla con saña y colocación. Se defiende con aptitud felina y contraataca de forma demoledora. Por eso venció en tres sets (6-3, 7-6 (4) y 6-3) y 2h41, sin afrontar ni un punto de break en contra, algo tan complicado en la final de un grande, que solo otros tres jugadores lo han conseguido en los últimos 35 años: Sampras (Wimbledon 1995), Federer (Wimbledon 2003) y Nadal (US Open 2017). Así se hizo por segunda vez con el título en el Open de Australia, tercero de Grand Slam con el US Open que ganó también en 2024. “Te lo mereces, Jannik. Eres demasiado bueno. Es así de simple”, reconoció el perdedor.


Sinner es el primer jugador de su país que levanta tres trofeos en majors. Supera a Nicola Pietrangeli, que ganó dos veces Roland Garros. Zverev (27 años), segundo del ranking, rey sin corona de la primera NextGen, se queda por tercera vez a las puertas, después de haber perdido también las finales del US Open 2020, contra Thiem, y de París en 2024, ante Alcaraz. El español es el último tenista que ha sido capaz de ganar al campeón de Australia, en la final de Pekín el pasado mes de octubre. Desde entonces, Jannik acumula 21 victorias consecutivas, todas sobre pista dura.

No hay quien le eche el guante. Es el octavo que consigue triunfar en sus tres primeras finales de Slams en Era Open, con Connors, Borg, Edberg, Kuerten, Federer, Wawrinka y Alcaraz, nombres ilustres a los que se une. Lleva 22 sets seguidos contra rivales top-10. Un dato que contrasta con las dificultades de Zverev para vencer a top-5 en Grand Slams (1-13).

Ritmo y precisión

La noche es agradable, incluso fresquita (21º). Ideal para Sinner, que con el calor había sufrido calambres en los dos anteriores partidos. Así las cosas, sin interferencias, juega como a él le gusta. Marca un ritmo alto con el revés y apenas falla. Zverev se impacienta y tira algunas bolas fuera, aunque logra aguantar los primeros intentos de rotura de su rival (15-40 en el cuarto juego). El saque le ayuda y, por eso, el partido pinta largo. Pero Sinner vuelve a tener dos bolas de break y esta vez no deja escapar la oportunidad. Luego sirve para apuntarse el primer set y lo hace sin perder ni un punto más.

El lenguaje corporal del hamburgués no es bueno. Cabizbajo, ve cómo el tirolés presiona de nuevo al resto y tiene otro 15-40 a poco de comenzar la segunda manga. Lo salva, bueno para el espectáculo y para un público ávido que llena la Rod Laver Arena. Zverev demuestra que también tiene revés, y muy bueno. Por eso mantiene las esperanzas y la dignidad, aunque sigue sin encontrar opciones de quiebre porque Sinner mantiene una precisión insoportable y no cede puntos con primeros servicios. Y cuando lo tiene más cerca, el líder del ranking le gana un tanto sublime, jugado con mucha clase por los dos. El parcial, extenso, desemboca en un desempate que sonríe a Sinner. Con mucha suerte, como en la película Match Point, de Woody Allen, un bola suya toca la red y cae muerta al otro lado. Después, sentencia con un golpe ganador a la línea. Más de medio partido en su bolsillo.

Lejos de entregarse, pese al palo de perder de esa manera el segundo set, Zverev sigue intentándolo. Juega mucho y muy bien, pero su oponente no reduce ni un ápice su rapidez, su eficacia ni la dureza de sus tiros. No hay manera de derribarle. Y, para colmo, rompe de nuevo para sentenciar y hacerse con la victoria con un último punto que fue el paradigma de su partido. Un passing sobre la subida de un Sascha que había hecho todo lo posible por anotárselo. Sinner manda.

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