¿Será amistosa la negociación por Ucrania? ¿Será Trump versus Putin o Trump más Putin?
El regreso del magnate a la Casa Blanca abre una posible negociación entre Estados Unidos y Rusia
InfobaeEl 22 de enero, Trump dijo que estaba dispuesto a reunirse con Putin “de inmediato” para negociar la paz en Ucrania y que Zelensky estaba abierto a pactar con Moscú. Por su parte, Dimitri Peskov, vocero del Kremlin y a través de quien habla habitualmente Putin, respondió que el mandatario ruso también estaba disponible.
Para poner una visión más realista de lo que se podría esperar, Trump agregó al día siguiente una amenaza a la zanahoria anterior, en el sentido de que si Rusia no cedía en las futuras conversaciones, se les iba a aplicar sanciones mayores a las existentes ya que incluirían altos aranceles a todo lo que desde EE. UU. se le sigue comprando, a lo que el portavoz del Kremlin agregó a la habitual respuesta que están a la espera de “señales” desde Washington, abriendo un signo de interrogación.
Por lo tanto, ¿que podemos esperar de estas futuras negociaciones? En primer lugar, sabemos que las señales desde EE. UU. son que se desea un cese de fuego rápido, y que, en el nuevo escenario, no es sostenible el tipo de apoyo que Kiev recibía como tampoco hay apoyo del electorado para las gigantescas cantidades que involucraba ese apoyo. Más aun, Zelensky desde aún antes de la elección estaba preparando a su pueblo para este cambio de las prioridades. Sabemos también que disminuirá el rol de Europa ya que ha habido cambios políticos que acercan algunos países a Putin y que los gobiernos de Francia y Alemania están pasando por un mal momento como también el del Reino Unido. Además, las perspectivas económicas no son buenas, lo que también se expresa en una actitud más bien cuidadosa en el lenguaje frente a Trump, lo que es toda una novedad en relación con la difícil relación que existió en su gobierno anterior, mas de alguna vez con un tono de superioridad moral, que ahora no se advierte en ninguna parte, sobre todo por el deterioro que se advierte en la economía alemana.
La respuesta sobre qué esperar de negociaciones (que todo indica que se iniciarán pronto), se ve contaminada por al menos tres factores. El primero tiene que ver con lo que rodea a Trump y Putin, ya que casi todos creen tener una opinión formada sobre ellos, constituida por impresiones más que por conocimiento, actitud donde predominan negatividad y rechazo.
Tercero, los dos contendientes principales están agotados, y la guerra, desde hace tiempo, está empantanada; sin embargo, ninguno de los dos ha perdido la voluntad de lucha, lo que la hace diferente a lo que se dio entre las Coreas, cuyo cese del fuego se transformó hasta hoy en la frontera entre ambos. Aquí se impone lo que enseñó el general y filósofo chino Sun Tzu (nacido en el 544 aC) en el “Arte de la Guerra”: que estas solo se acaban cuando se agota la voluntad de lucha, lo que no ha ocurrido: o lo que escribiera en el siglo XIX el principal teórico de la guerra, el alemán Carl von Clausewitz ,en su célebre definición de que era la continuación de la política por otros medios.
Mi opinión es que todo va a depender de las expectativas que rodeen estas negociaciones, en el sentido de que mientras más acotadas sean, mayor será el éxito. Es decir, si se limitan a discutir el tema del cese del fuego sin incorporar otros temas, mejor será el resultado, sabiendo que, por una parte, si disminuye el apoyo en dinero y armas, a Ucrania no le va a quedar otra posibilidad, y en el caso ruso, por mucho que espere cosechar su actual éxito en el campo de batalla, si no hay un levantamiento de las sanciones o si China retira su apoyo, por mucho que haya tenido éxito en transformar su economía en una de guerra o por mucho que las sanciones no hayan parado su maquinaria militar, no va a poder continuarla de buena forma.
Confunde también el análisis que lo que Trump quiera o pueda hacer está contaminado por un hecho de la política interna de EE. UU., toda vez que al polarizarse la política se le agregó algo para lo cual no hay evidencia, ya que en la campaña en la que Trump derrotó a Hillary Clinton el 2016 se inventó la llamada “trama rusa”, según la cual Putin habría influido de tal modo en esa elección que habría sido decisiva su participación para el triunfo de Trump. Hoy sabemos que eso no tuvo lugar, al menos, no en esos términos.
También sabemos hoy que las relaciones de país a país, de Estado a Estado, no fueron fáciles, a diferencia de las personales, donde todo transcurrió más fácilmente, ya que parecen que ambos salieron con una buena opinión del otro y se agradaron mutuamente. Sin embargo, contrario a lo que informaron los medios de comunicación internacionales, ello no ocurrió en las relaciones políticas o económicas.
Es así como en lo financiero o económico, nada importante cambió a favor de Rusia en esos años, como tampoco en lo político, donde dos ejemplos pueden servir de prueba o ejemplo. El primero es que entre 2016 y 2020 no hay ningún progreso mayor en lo que a tratados armamentistas se refiere, como también, ahora sabemos que, en los años de Trump, EE. UU. y la OTAN siguieron colaborando para que el ejército ucraniano se modernizara e iniciara el transito desde la doctrina soviética a la occidental, tanto en preparación como en el uso de armamentos.
Un segundo hecho es que, en esos mismos años, no solo como gobierno, sino también Trump personalmente criticó el acuerdo en gas y petróleo entre la Alemania de Angela Merkel y Rusia, manteniéndose las críticas como también a la construcción del gaseoducto Nord Stream (el número 2 fue volado en el curso de la guerra), vetos que solo se levantaron al llegar Biden a la Casa Blanca.
En otras palabras, por mucho que las palabras hayan sido de respeto y buena voluntad, contrario a la narrativa que se impuso, los hechos muestran que las relaciones de Estado a Estado fueron difíciles en lo estratégico y sin ventajas en lo político o económico, lo que también llevó a que, por no haber acuerdo, no hubo ningún progreso importante en la reducción de armamentos o en el tipo de armas que unos y otros fueron autorizados a producir. En ese sentido, lo que hicieron los rusos, sin que con posterioridad reaccionara EE. UU., fue moverse a los lugares que no castigaba el tratado vigente, y simplemente no redujeron, pero si modernizaron su armamento nuclear como también desarrollaron armas nuevas como las hipersónicas, ambos sectores, donde hoy tienen ventajas sobre EE. UU.
Mi impresión y opinión es que por mucho que se tengan respeto mutuo, Trump y Putin, al igual que en el periodo 2016 al 2020, van a ser negociadores duros, que pondrán los intereses de sus respectivos países por sobre cualquier otra consideración, por lo que la negociación para ponerle fin a la guerra de Ucrania va a ser difícil si se quieren agregar otros temas, y lo ideal, para ambos y sobre todo, para la invadida Ucrania, van a ser los ejemplos de Corea en 1953 y de Israel con los países árabes en 1949, de limitarse a simples ceses del fuego.
Hoy, debido al empantanamiento, no se aprecia posibilidad de derrota total del otro, y, por lo tanto, los beneficios son muy menores en relación con el costo que significan para ambos los escasos avances.
Todo un problema sería que Putin (y no seria raro) introdujera en la negociación un tema que está pendiente desde el fin de la ex URSS. Recordemos que la desintegración fue rápida, tanto que desapareció ese país para originar 15 nuevas republicas. Putin siempre ha argumentado, algo que según Gorbachov les fue ofrecido, que era la negociación de lo que vendría a continuación, y donde Putin señala que no hubo una definición de las fronteras para evitar conflictos futuros (ejemplos serian Crimea y Nagorno Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, este último) como tampoco del estatus de Rusia como continuador del estado soviético, en temas como, por ejemplo, las armas nucleares o el de las minorías rusas que quedaron repartidas en los nuevos países.
La verdad es que hay muchos polvorines que pueden estallar o ser manipulados en lo que alguna vez fue la URSS, ya que no solo fue un país sino la forma que adquirió el imperio zarista bajo el comunismo, y que se expresa en muchos elementos de la política exterior actual de Putin, por mucho que lo suyo sea el restablecimiento del imperio zarista y no del comunismo, al ser en lo personal, anticomunista. Y sin ir mas lejos, en el siglo XIX la historia latinoamericana está llena de guerras por razones de delimitación fronteriza en lo que alguna vez fue el imperio español, como también hasta el día de hoy, la desaparición del imperio otomano después de la primera guerra mundial produjo guerras surtidas en el medio oriente. Así como la separación administrativa del imperio español fue en general la frontera de los nuevos países, algo semejante es aplicable a las satrapías otomanas y el nacimiento de nuevos países en esa región.
Solo si se restringe la negociación al cese del fuego podrán obtenerse buenos y rápidos resultados, pero puede no ser fácil por las características tanto de Trump como de Putin, ya que ambos se sienten hombres providenciales para sus naciones, y, de hecho, no es fácil escribir sobre ambos, ya que hay todo un manto de ideas preconcebidas, que hace muy difícil intentar entenderlos más que juzgarlos.
Al respecto, mi experiencia con Trump, donde existe gente muy cercana que se ha alejado solo por intentar entender qué tipo de gobierno es o aspira a ser e intentar hacerlo desapasionadamente y llegar a definiciones que no recurran ni a la adulación ni a la condena. Incluso existe una institución que por años decidió no debatir acerca de su gobierno, para evitar el quiebre o división interna.
Algo más: al ser chileno, me llama la atención que viviendo en EE. UU. me he encontrado en la situación de preferir callar mi opinión, para no incomodar y no opinar en reuniones diversas, solo que, en Chile, aun viviendo en dictadura, nunca oculté mi opinión contraria a esa dictadura. Mas aun, hice mi tesis de magister en Essex sobre el gobierno de Pinochet y la disertación doctoral sobre el gobierno de Allende y, solo tuve buenas reacciones en esas mismas personas, a pesar de la complejidad de ambos temas en la historia chilena del siglo XX.
¿Menos tolerancia a opiniones diferentes? Puede ser una característica de la época que nos ha tocado vivir, además de testimoniar los peligros que acechan hoy a la libertad de expresión, que como nunca está enfrentando momentos difíciles, que por lo demás, no me molestaría tanto, si no fuera por provenir de gente que apreciaba y lo difícil que está resultando mantener independencia intelectual.
¿Cómo será el gobierno de Trump?
Entonces, ¿cómo definir al gobierno de Trump? ¿Cómo hacerlo sin caer en la ofensa o en la adulación? Curiosamente, es más fácil partir por lo que no es, que por lo que es, siguiendo la pista que dejan sus decisiones más que sus opiniones. Ni el rotulo de nazi ni algún gurú ayudan mucho, ya que no se define por la vieja y cada vez menos relevante distinción entre derecha o izquierda como tampoco ayuda mucho alguna variedad no aplicable del populismo, como tampoco definirlo a partir de la simpatía o más probablemente la antipatía que nos merece su estilo o persona. Tampoco parece adscribir en lo internacional a ninguna gran escuela, ni la del mundo liberal como tampoco el realismo a lo Kissinger.
Es indudable que sus características exigen ir más bien por el caso a caso. De partida, mas que sus decisiones económicas más relevantes resultan ser aquellas que tienen que ver con la geopolítica, que es donde mayor puede ser su legado, sobre todo, si el analista se orienta a través de su apego mayor o menor al MAGA, el Make America Great Again. En materia internacional no parece adscribir a ninguna gran escuela, pero sí ha tomado decisiones que parecen ubicarlo en una versión siglo XXI de la Doctrina Monroe del siglo XIX, solo que esta vez no es contra la Europa de entonces, sino en contra de la China comunista, y, por lo tanto, decisiones relevantes están motivadas por la contienda geopolítica por el sitial de superpotencia entre China y EE. UU.
Esta vez llega al gobierno en la administración número 47, mucho mejor preparado que cuando asumiera el 20 de enero del 2017 la número 45. Además, con dos sellos distintivos, nombramientos ya preparados con nombre y apellido al ganar la elección, siendo el elemento fundamental la lealtad con su persona y con el programa de gobierno, y segundo, nombrar como enviados especiales a personas de origen empresarial, destacando siempre que, a su juicio, serían buenos negociadores, reafirmando algo que también figura en el texto que mejor ayuda a entender muchas de sus decisiones, que no es un tratado o texto de estudio, sino el libro que invito a leer para entender mejor lo que viene, aquel que escribiera con un periodista y que fuera hace muchos años un best seller, el “Arte de la Negociación”.
Un elemento destacado en su persona es el tema de la guerra cultural que se ha vivido en EE. UU. desde hace años. Aquí, en sus decisiones tempranas, figuran prominentemente el antiwokismo y buscar que retroceda el progresismo que ha predominado en los últimos años, desde los medios de comunicación a las universidades y desde las ONGs a la política exterior de los países occidentales.
En lo económico, Trump quiere relanzar el capitalismo de EE. UU. y lo ratificó en Davos a través de una intervención virtual. Allí dijo que su mensaje era “muy sencillo: vengan a fabricar su producto en EE. UU.”, ofreciendo impuestos bajos y facilidades superiores a otros países. Algo similar a lo hecho con la monarquía saudita y empresarios japoneses. Por cierto, Davos representa la esencia misma del capitalismo en el siglo XXI, pero la diferencia es que es expresión del globalismo, cosa que Trump no es, ya que su discurso es el de América Primero, el de MAGA y la Doctrina Monroe revisitada. Eso, la inteligencia artificial así como también que las fábricas se trasladen a territorio estadounidense es parte del relanzamiento del capitalismo estadounidense al que le ofrece la eliminación de la maraña reguladora y además el combate al Estado Administrativo con la colaboración de Elon Musk.
Sobre todo, ofrece que lo que dice públicamente va a ser lo mismo que dice privadamente, al igual que no va a variar lo que dice dentro y fuera del país, y sea el calentamiento global u otro tema, no habrá diferencia entre lo que se dice y lo que se hace, parece asegurar.
¿Significa que hay una Doctrina Trump para el mundo? Por ahora, mientras no aparezca un debate menos apasionado, es demasiado aventurado hablar en esos términos. De partida, si hay luz, también existe una variedad de temas donde predomina la obscuridad. Sea el tema migratorio, las garantías constitucionales o la justicia donde puede encontrar un poder donde se pueden cuestionar decisiones como la supresión de la concesión de la ciudadanía por nacimiento, y si se puede usar al Departamento de Justicia para promover investigaciones similares a las que se dirigieron contra su persona. Aquí estamos en el terreno de las tinieblas.
La verdad es que el mundo post segunda guerra mundial colapsó y nada representaba mejor ese mundo que quien fuera en buena parte su creador, EE.UU. Pero hoy ese rol está siendo cuestionado al igual que el estatus de indiscutida superpotencia, a lo que puede haber contribuido Washington al haber perdido disuasión, y un gran error que fue subproducto de la invasión rusa a Ucrania, ya que las sanciones entregaron Rusia a China no solo como aliados, lo que nunca habían sido antes, sino también como socio menor.
La forma como se negocie en Ucrania va a definir parcialmente al futuro, y EE. UU. necesita alejar a Rusia de China, su único y verdadero rival en el futuro, tal como Nixon-Kissinger viajaron hace medio siglo a Beijing para evitar un acercamiento con Moscú. Pero presionar por el tema de la relación de Rusia con China puede entorpecer y dilatar una salida rápida para Ucrania. Si China participa en la reconstrucción de Ucrania puede demorar un acuerdo rápido, desde el momento que no es lo mismo ser candidato que presidente, toda vez, que por cierto no hay solución para una guerra en 24 horas y una sola reunión, tal como se ofreciera en la campaña.